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Te van a criticar por todo, tú sigue otorgando concesiones a las iglesias
Pues más que un caso aislado, parece que el otorgamiento de concesiones a La Visión de Dios, AC, al que me referí la semana pasada en este espacio, no es más que un ejemplo de la nueva tendencia del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT). Así es, estimados lectores, el principio histórico y constitucional de la separación del Estado y las iglesias ya es cosa del pasado, y el Instituto lo sabe.
El pasado 29 de mayo del 2019, el IFT otorgó otras dos concesiones para uso social, en esta ocasión al señor José Armando de la Cruz Rodríguez, para operar una estación de radio FM, en Montemorelos, Nuevo León. Como en todas las concesiones para uso social, la estación radiodifusora debe operar sin fines de lucro y siempre con propósitos culturales, científicos, educativos o a la comunidad. No obstante, resulta que el nuevo concesionario es líder de una congregación evangélica, y que antes de obtener su concesión, operaba ya una página de Internet, conocida como Radio Liber†ad 88.3 FM, en la que transmitía y propagaba contenidos netamente religiosos, simulando la radiodifusión sonora en frecuencias del espectro radioeléctrico.
La defensa del instituto es predecible. Déjenme adivinar: seguramente revisaron el Directorio de Ministros de Culto de la Secretaría de Gobernación (Segob) y el señor De la Cruz no aparece; además, la culpa es de la Segob por no sancionar a los que no se registren; y en todo caso, la responsabilidad es compartida con la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, que fue cómplice y coautora material con su opinión técnica no vinculante.
Mejor ahorrémonos el comunicado de prensa del IFT, pues basta con ingresar el nombre y ciudad del nuevo radiodifusor en cualquier buscador de Internet, para que éste arroje como primer resultado el sitio en línea radiolibertad.mx/. Un clic más, y podemos escuchar el contenido permanentemente religioso de Radio Libertad Montemorelos y confirmar, un poco más abajo en la pantalla, que la página es del señor José Armando de la Cruz Rodríguez, titular de la cuenta bancaria en la que el grupo evangélico recibe donaciones. Y eso no es todo, pues el portal incluso refiere el domicilio del señor De la Cruz, que coincide plenamente con el que proporcionó para el otorgamiento de su concesión.
Abusando ya de la curiosidad, todavía dormida en nuestro autónomo regulador, también se puede acceder desde el portal de Radio Libertad, a su perfil de Facebook, en donde se aprecian algunos de sus programas principales, entre ellos Evangelio Simple, Sendero de Esperanza, Momentos de Gracia, Casa de Dios y Cristo Viene, con propósitos evidentemente contrarios, o en su defecto ajenos a los objetivos culturales, científicos, educativos y comunitarios de las concesiones para uso social.
Llama la atención que adicionalmente a su contenido religioso, la cuenta en ocasiones comparte los logros y efemérides que el IFT publica en su perfil oficial de dicha red social, y en especial difundió la justificación que recientemente publicó el instituto sobre el otorgamiento de concesiones a La Visión de Dios. Parece que el nuevo concesionario quedó satisfecho con el desempeño del IFT en su trámite de concesión, lo que sorprende considerando que éste se tardó más de cinco años en resolverlo.
Por si fuera poco, según la versión estenográfica de la sesión del pleno respectiva, la plaza de Montemorelos solamente tiene un concesionario de uso comercial para este servicio, por lo que Radio Libertad definitivamente no era la mejor alternativa para contribuir a la pluralidad de contenidos radiodifundidos en dicha ciudad.
En resumen, parece difícil de creer que el otorgamiento casi simultáneo de estas concesiones con finalidades notoriamente religiosas, y años después de haber sido solicitadas (tanto por La Visión de Dios, como por el señor De la Cruz), derive de un error aislado o una actuación deficiente y formalista del IFT, en especial considerando el reciente acercamiento entre el gobierno federal y los grupos religiosos del país. Esperemos que el IFT verifique, en uso de sus facultades, los objetivos que persiguen estos concesionarios y rectifique sus resoluciones, para que la tendencia no se vuelva la regla general.