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Termoeléctrica de Tula, el Chernóbil mexicano
La Central Termoeléctrica de Tula “Francisco Pérez Ríos” (CT Tula) representa tal vez el foco individual más significativo en México de impactos en la calidad del aire y en la salud pública, por su escala y ubicación, y operación con el combustible más sucio y contaminante que existe – combustóleo. La CT Tula es una enorme planta termoeléctrica con cinco unidades de generación y una capacidad total de más de 1,500 MW. Utiliza combustóleo al 80%, que es un residuo de la refinación de petróleo, con más de 4% de azufre, por lo que viola la normatividad oficial mexicana de manera flagrante (NOM 016 CRE). Lo anterior, aunque podría operar totalmente con gas natural gracias a su diseño dual. El gobierno, a través de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y de la CT Tula da salida al combustóleo generado por refinerías de Pemex obsoletas, ineficientes y sin reconfiguración. Esto va a extenderse con las recientes disposiciones gubernamentales para elevar los volúmenes de refinación, y para bloquear a las energías renovables y promover el uso de combustóleo en centrales termoeléctricas anacrónicas de CFE. El costo que pagaremos por tal delirio será altísimo, no sólo en pérdidas astronómicas en Pemex, sino con mayores tarifas eléctricas y/o impuestos, y por supuesto, con nuestra salud y nuestra propia vida.
La CT Tula es una fuente fija descomunal de contaminación; la más grande – por mucho – de toda la megalópolis del centro del país (que incluye a la Zona Metropolitana del Valle de México – ZMVM –, a Tula y a otras cuencas atmosféricas adyacentes). Emite el 56% de las partículas más pequeñas inhalables menores a 2.5 micras (PM2.5), el 75% de los Óxidos de Azufre, y el 43% de los Óxidos de Nitrógeno en la ZMVM y Tula.
Ejercicios de modelación revelan que las emisiones contaminantes de la CT Tula son capaces de incrementar las concentraciones de PM2.5 en distintas zonas de la megalópolis del centro del país entre 5 y 50 microgramos por metro cúbico. Para apreciar la dimensión de este impacto, considérese que la norma oficial mexicana de calidad del aire al respecto (NOM 025 SSA1) fija como norma promedio anual máxima permisible 12 microgramos por metro cúbico. De hecho, estudios recientes en México estiman que la CT Tula es responsable de más de 14,000 muertes prematuras al año en Tula y en la ZMVM. Como referencia, obsérvese que la estimación más alta de muertes causadas por el accidente nuclear de Chernóbil fue de 60,000. La CT Tula supera esta cifra cada 4.2 años. Sin embargo, el gobierno mexicano no sólo permanece impertérrito ante la tragedia, sino que va a ampliar la quema de combustóleo en México y probablemente en la CT Tula, al tiempo que inhibe el desarrollo de energías limpias y renovables. Así lo ha hecho con el Acuerdo del Cenace para limitar la entrada en operación de nuevas centrales eólicas y solares, y el nuevo Acuerdo de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad en el Sistema Eléctrico Nacional de la Sener, que da facultades discrecionales al Cenace para despachar centrales eléctricas sin respetar el orden económico, favorecer a las plantas de combustóleo, y negar a placer el acceso a las redes de transmisión a cualquier generador, mientras que la Sener se abroga la facultad exclusiva de interpretar su propio acuerdo. Todo esto, además de interferir con el proceso de construcción y terminación de gasoductos que podrían llevar a la CT Tula gas natural, un combustible limpio de transición. Se calcula que, con gas natural, las emisiones contaminantes de la CT Tula podrían reducirse en más de 99% en lo que respecta a PM2.5 y Óxidos de Azufre. Ante la irrelevancia de la Semarnat y la Secretaría de Salud, y la obcecación del gobierno federal, los gobiernos de la CDMX, Hidalgo y Estado de México deben imponerse para terminar con esta tragedia y hacer valer el derecho a la salud de sus ciudadanos.