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Todos buscan un Macron, pero nadie quiere serlo
Lo que México necesita es unidad.
El vacío profundo de liderazgo en los partidos políticos y gobiernos, la crisis de confianza por la falta de honestidad y de resultados y la creciente incertidumbre rumbo al 2018 han provocado una búsqueda casi desesperada por liderazgos más ciudadanos y menos políticos. De ahí que muchas voces mencionen la necesidad de encontrar a un Macron mexicano.
Ya se escuchan quienes pretendiendo verse en el espejo francés, se proyectan como la versión mexicana de un hombre al que muchos, hace un año, no veían con posibilidades de ganar. Aprendimos que todo es posible.
Es ingenuo pensar que dos países tan distintos y distantes puedan presentar un escenario idéntico, pues un fenómeno como el de Emmanuel Macron no se puede entender sin una sociedad despierta, responsable, exigente y participativa. En México aún nos falta un largo camino por recorrer.
Más allá de los políticos oportunistas que apelarán a la poca o nula memoria de los mexicanos para venderse como la versión mexicana de Macron , las preguntas que deberíamos hacernos son mucho más grandes y profundas. ¿Por qué nos conformamos en buscar lo que queremos ver pero difícilmente estamos dispuestos a convertirnos en eso?
El mayor desafío no es encontrar a un Macron en México sino convertirnos en ese ideal de ciudadano responsable, capaz de romper paradigmas y desafiar el pensamiento convencional; de construir verdaderas alternativas donde quepamos todos porque de otra manera ya no funciona. Nuestra atención y esperanza no pueden estar en un sistema tradicional de partidos políticos que se niegan a reinventarse y transformarse.
Todo lo que fomente la corrupción divide y desintegra, de ahí que ninguna solución real podrá venir de quienes se empeñan en dividir para vencer . Lo que México necesita es unidad. Ése ha sido uno de los principales méritos y logros de Macron.
La alternativa incluyente que México necesita no vendrá de un sistema que se empeña en dividir y confrontar a los mexicanos. Dejemos de buscar un candidato ideal y trabajemos los próximos meses para ser ciudadanos libres de tanto ruido y manipulación, capaces de vernos como iguales en dignidad y derechos y decididos a cocrear fraternalmente un futuro donde quepamos todos los mexicanos.
Si lo hacemos, estaremos más despiertos y dispuestos para identificar y encontrar verdaderos líderes que, por mérito y no por dedazo o conveniencia de unos cuantos, se atrevan a representar dignamente a una mayoría todavía silenciosa. Valdrá la apena la apuesta.