Tres presidentes estadounidenses que incomodan al siglo XXI

Francis Fukuyama se anticipó y celebró el fin de la historia 30 años antes del regreso de los talibanes al control de Afganistán, y la academia le aplaudió su valentonado presagio en 1992.

En el inter, la Primavera Árabe detona emociones a través de las redes sociales, pero el saldo es raquítico: solo la nueva constitución de Túnez. Todo lo demás fueron guerras civiles, derrocamientos de tiranos y resistencias. Sin embargo, los cambios no tuvieron arraigo.

Los Hermanos Musulmanes llevaron a Mohamed Morsi a las urnas y los egipcios a la presidencia, sin embargo, la traición del líder de su ejército, Abdelfatah El-Sisi termina con la primavera democrática egipcia al dar un golpe de estado. El silencio de occidente, abrumador.

No hubo silencio durante el primer asesinato de un presidente transmitido a través de iPhone, el de Muamar Gadafi. La OTAN lo ubicó y lo colocó frente a sus enemigos tribales. Murió como en la época de las cavernas, a pedradas.

¿Por qué el siglo XXI le ha demostrado a Fukuyama que su visión era errónea? La democracia liberal no se ha llevado la victoria para cerrar el capítulo de la Historia y, con ella, poner fin a la batalla de las ideologías políticas.

El siglo XXI es el de las contradicciones.

George W. Bush les declara la guerra a los talibanes por simpatizar con la yihad de Osama Bin Laden, pero 20 años después, el presidente Trump los describe como “inteligentes”, “magníficos negociadores” y “buenos guerreros”. Algo más, poco antes de que concluyera su gobierno, Trump invita al grupo talibán a visitar la Casa Blanca para firmar un acuerdo pese al enojo del presidente Ashraf Ghani. De último momento se cancela la reunión, pero la traición ya estaba consumada.

Fue el secretario de Estado Colin Powell el que aceptó que la base para intervenir Irak estaba hueca. No había armas de destrucción masiva en manos de Sadam Husein. La renuncia de Powell tuvo una carga simbólica relevante. La aceptación de que todo había sido una mentira arrastró al Trío de las Azores: Bush, Blair y Aznar.

Primera llamada para la política exterior de Estados Unidos en el siglo XXI.

Después llegó el repliegue de Trump en materia de política exterior. El America First propició que los vacíos de Estados Unidos fueran aprovechados por China o Rusia. Segunda llamada.

Ahora es el presidente Joe Biden quien tropieza en terrenos internacionales. Quiso amarrar la salida del ejército de su país de Afganistán con los 20 años de 11 de septiembre de 2001. Símbolo más símbolo. Sin embargo, el próximo 11 de septiembre el talibán estará al mando de Afganistán. Tercera llamada para la política exterior estadounidense.

¿En qué momento Biden determinó, como se lo mencionó al periodista de la cadena ABC George Stephanopoulos, que no había otra manera de “hacer lo que hicimos” sin “el caos resultante”?

Douglas London, exjefe de antiterrorismo de la CIA contradijo la postura del Pentágono sobre la salida precipitada de Estados Unidos de Afganistán. “No había nada que hacer que yo ni nadie viera y que nos indicara sobre el colapso del ejército” afgano y “el gobierno en 11 días”, comentó Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto. Pero London opina lo contrario. Sí había reportes de inteligencia que indicaban que el gobierno del presidente Ghani era de cartón.

El siglo XXI muestra errores geopolíticos preocupantes de parte de tres presidentes estadounidenses. Colin Powell aceptó lo que George W. Bush nunca aceptó: la guerra en Irak no tuvo que haber existido. Donald Trump corona su gobierno saturado de realidades alternativas con una realidad desafortunada y peligrosa: QAnon toma el Capitolio el 6 de enero.

Y ahora, Joe Biden quiso poner punto final al 11 de septiembre. Dos décadas de ocupación así lo sugería. Se equivocó como también los hizo Fukuyama.

@faustopretelin