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Tres retos y oportunidades de largo plazo para Claudia Sheinbaum
El presidente Andrés Manuel López Obrador finaliza su sexenio con una popularidad del 60% y presenta su rendición de cuentas con un saldo mixto: economía estable, apreciación del peso frente al dólar y reducción de la pobreza, pero, como cualquier mandatario, con pendientes por resolver en materia de finanzas públicas, energía, entre otros. Por ello, es buena noticia que Claudia Sheinbaum, cercana y querida colaboradora –cofundadora del partido Morena– sea la ungida por una abrumadora mayoría de ciudadanos para continuar su legado. Es cierto que su victoria viene acompañada por el respaldo y la popularidad del presidente, pero, el mandato del pueblo de México ha ido más lejos al darle su aprobación para que pueda gobernar con un amplio espacio de maniobra política, mismo que le dará la oportunidad de impulsar la agenda que concluya las obras de este sexenio e impulse nuevos proyectos. Sin embargo, esto implicará mucho trabajo hacia adelante. Como es lógico, cualquier cambio de gobierno detona nerviosismo y expectativas. Un ejemplo fue que aún con la certeza económica que el presidente ha transmitido durante estos seis años a los inversionistas, tras la elección del 2 de junio, los mercados financieros mostraron volatilidad como respuesta a las incertidumbres que el cambio plantea. El lunes inmediato a la elección el peso cayó 4%, su peor nivel desde la pandemia, y la Bolsa de Valores perdió un 6% en el índice S&P/BVL. Estos sucesos explican que las transiciones, incluso con cambio de estafeta dentro del mismo régimen, implican un libro abierto de retos y oportunidades. Revisemos tres casos:
Economía: Alfredo Coutiño, director de Moody’s Analytics, señaló que el próximo gobierno heredará un país con ”un agujero financiero que limitará el margen de maniobra”. Sheinbaum, convencida, ha afirmado en innumerables ocasiones que continuará con los proyectos del actual mandatario y añadirá algunos propios. ¿Tendrá poder financiero para hacerlo? Moody’s basó su decisión en proyecciones de un mayor deterioro de las condiciones fiscales del gobierno en 2024, debido a un aumento material del déficit, impulsado por el gasto social, altos costos de endeudamiento y el aumento de los gastos en proyectos estrella del sexenio que está por cerrar. Desactivar la vulnerabilidad fiscal actual no va a ser una cuestión fácil, ya que el gobierno de Sheinbaum tendrá que ajustar fiscalmente -vía gastos o impuestos- si no quiere detonar una crisis económica por un aumento descontrolado de la deuda. Esto, políticamente se antoja complejo, ya que el proyecto de gobierno de la próxima mandataria es una herencia con el más amplio respaldo popular.
Pero hay que ver el otro lado de la moneda. El aumento de seis a 12 días de vacaciones al año y la prohibición del outsourcing, ambos autorizados por el Congreso tras largas batallas legislativas en las que participaron líderes empresariales, representantes de trabajadores, jefes sindicales y activistas, han impactado positivamente. Asimismo, el manejo de la crisis por la pandemia de Covid-19, el repunte histórico del peso frente al dólar y el aumento del salario mínimo, sin una inflación desatada, son grandes logros que rompieron paradigmas y, aún en la adversidad crearon confianza en el liderazgo político. Claudia Sheinbaum en este sentido hereda un balance positivo, considerando las expectativas que vislumbraban analistas y organismos internacionales. Hay que destacar este como un sexenio sin crisis con generación de empleos formales y la tasa de desocupación en niveles mínimos.
Megaproyectos: El gobierno saliente apostó fuertemente por los megaproyectos de infraestructura. Destaca el polémico Tren Maya que conectará cinco estados del sureste mexicano para impulsar su desarrollo socioeconómico, pese a las críticas por su impacto medioambiental. Para apoyar el turismo, se construyó el Aeropuerto Internacional de Tulum en Quintana Roo. Además, se fortaleció el Ferrocarril Interoceánico para conectar los puertos de Coatzacoalcos y Salina Cruz para impulsar el comercio internacional y el transporte de pasajeros. Otro proyecto emblemático es el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), construido para aliviar el tráfico aéreo en el centro del país tras la cancelación del Aeropuerto de Texcoco. El AIFA, cada vez más concurrido, tendrá una extensión del Tren Suburbano para conectar con el centro de la Ciudad de México. Además, el Tren Interurbano México-Toluca, ahora llamado 'El Insurgente', comenzó bajo Enrique Peña Nieto y fue retomado por AMLO, y funciona parcialmente.
El desafío para la próxima presidenta será concluir el Tren Maya, cuyo costo ha aumentado significativamente a 511.2 mil millones de pesos, y subsidiar su operación mientras se impulsan las ventas para mejorar su sostenibilidad. Porque si esto no sucede, es poco probable que estos proyectos produzcan beneficios financieros, lo que podría afectar otros servicios públicos como el sistema de cuidados, la educación y la salud pública. Claudia Sheinbaum continuará con la instalación de rutas férreas para pasajeros, enfrentando la resistencia de operadoras privadas, y gestionará la carga de Mexicana de Aviación, una aerolínea estatal en un contexto de posibles pérdidas. AMLO prometió terminar el Tren Interurbano y el Tren Interoceánico con ahorros por austeridad y combate a la corrupción, pero no hay evidencia de ello. También será un reto mejorar la transparencia y rendición de cuentas en la financiación y los procesos de compra de estos proyectos.
T-MEC y Nearshoring: Un legado positivo que dejará López Obrador es el haber eliminado el sistema de subcontratación laboral conocido como 'outsourcing', medida que llegó con la ratificación del Tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC). Así, la relación con Estados Unidos es otro de los puntos sólidos que heredará Sheinbaum, y que capitalizará lo aprendido en la administración actual que lidió exitosamente con el carácter explosivo de Donald Trump, y con un Biden mucho más apacible y diplomático en las relaciones con México. Se vislumbra factible que Claudia Sheinbaum sea capaz de sostener una relación positiva de intercambio no solo comercial, sino que también sus cualidades le permitan avanzar en temas pendientes de resolver o de reforzar. El trabajo de la Cancillería ha sido clave para mantener un trato cordial con los estadounidenses, que se ha mantenido hasta la fecha. Hay que recordar que el 80% de la economía mexicana depende del comercio internacional. La postura de AMLO no provocó alteraciones en las transacciones comerciales con nuestros socios en el extranjero, una gran enseñanza para su sucesora. Incluso, ante la existencia de conflictos geopolíticos de los recientes años, sabemos que México se convirtió en una jurisdicción sumamente atractiva para las inversiones directas. Según datos de la Secretaría de Economía, los avisos de inversión registrados en 2023 y el primer trimestre de 2024 suman la expectativa por $146,897 millones de dólares por parte de empresas extranjeras. Un escenario sumamente favorable y jamás observado en los sexenios recientes de la historia contemporánea del país.
Los desafíos en esta materia incluirán para la nueva presidenta llevar a cabo procesos de negociación favorables y amigables con Estados Unidos y Canadá en los procesos de revisión del TMEC que se darán en 2025 y 2026. Mejorar y adaptar los términos y condiciones del acuerdo a las nuevas oportunidades que se presentan en vista de las atracciones de inversiones se antoja emocionante. Claudia Sheinbaum puede aprovechar los muchos espacios posibles que hay para la colaboración e inclusión de comunidades mexicanas en Estados Unidos y Canadá, y las oportunidades educativas que pueden surgir a partir de sinergias que fortalezcan la confianza en México como un lugar de proyectos posibles. De ahí que sea una gran noticia la instalación de una nueva agencia de innovación digital que se enfoque en sistematizar los trámites que los ciudadanos deben realizar en lo personal y en lo empresarial para incorporar a millones de mexicanos de todas las edades a la lógica de encadenamientos comerciales. Para ello, será importante impulsar las simplificación administrativa y la digitalización de los sistemas en las aduanas para que el combate contra la corrupción sea perceptible en esos nichos. De hacerse bien, esto cobrará también fruto en la percepción favorable de los mexicanos empresarios y emprendedores, muchos de ellos jóvenes.
En conclusión, tras una jornada electoral, en general, pacífica y con altos índices de participación, Claudia Sheinbaum, se convirtió en la primera mujer que próximamente desde la silla presidencial hará historia en México. Tras superar sus propios obstáculos en la contienda, la candidata ganadora logró mantener y fortalecer la unidad en su propio partido y en la coalición por la que los ciudadanos masivamente votaron. Los meses que vienen serán interesantes para el trazo de las rutas que seguirá, la implementación de las políticas públicas que escogerá como prioritarias, y el ejercicio del liderazgo en el que tendrá que cuidar el delicado equilibrio de la continuidad del proyecto de nación de López Obrador y su decisión personal para dotar a su administración de luz propia. Porque de su éxito dependerá el de todas las mexicanas y los mexicanos.
*La autora es Directora de Inteligencia Más y maestra en Gobierno y Políticas Públicas en la Universidad Panamericana.