Lectura 3:00 min
Tu estrategia de inversión empieza por conocerte a ti mismo
Todos los días recibo correos de personas que quieren saber “en qué me recomiendas invertir” o “en dónde puedo invertir mi dinero”. Son preguntas imposibles de responder porque cada persona tiene necesidades distintas. No hay un “producto”, un “instrumento” o un “lugar” que funcione para todos.
Por eso he insistido mucho en que uno debe cambiar su forma de pensar. Hacerlo en términos de “cómo diseño una estrategia que funcione para mí”.
Eso implica aprender a construir un portafolio de inversión que sea adecuado para nuestros objetivos, horizonte de inversión (plazo), tolerancia al riesgo e incluso nuestro conocimiento y experiencia en los mercados financieros, que también influye mucho.
¿Qué tiene en común todo esto? El conocimiento propio. Saber qué queremos lograr, qué es lo que nos preocupa o lo que nos da miedo (tolerancia al riesgo) y qué tanto sabemos o estamos dispuestos a aprender.
Todos somos diferentes. Hay personas que prefieren ir construyendo lento pero seguro: a ellos les convendrá una estrategia de inversión más pasiva, enfocada en su objetivo. Pero también hay personas a las cuales eso les aburre y necesitan más adrenalina. Gente que prefiere manejar su dinero de manera más activa, haciendo operaciones frecuentes, con elementos de trading y especulación.
Ninguna de estas estrategias es equivocada, siempre que esté de acuerdo con nuestra personalidad, sepamos lo que estamos haciendo y manejemos bien nuestro riesgo que es, sin duda, lo más importante.
Por eso el título de esta columna. Para diseñar tu estrategia de inversión, es muy importante empezar por conocernos a nosotros mismos, comprender cuál es nuestra concepción del mundo. Hay varios aspectos que tendremos que tomar en cuenta para diseñar de qué manera vamos a invertir nuestro dinero. Algunos de ellos son:
1. Nuestra objetividad y capacidad de filtrar el “ruido”. Muchos individuos basan sus decisiones de inversión en lo que leen o escuchan en distintos medios de comunicación. Inclusive redes sociales. Todos sabemos que en estos medios hay muchos encabezados sensacionalistas y opiniones que buscan polemizar, porque de esta manera venden y atraen seguidores. Mucho de esto es simplemente “ruido” de corto plazo.
Otros siguen de manera ciega las recomendaciones que aparecen en los boletines de análisis de las casas de bolsa. Reaccionan así con base en las opiniones de otros. Sin restar crédito al profesionalismo de los analistas que las emiten, es muchas veces evidente que las conclusiones tienen un alto grado de subjetividad. Por eso es frecuente ver que una casa de bolsa dice que una acción está subvaluada y recomienda su compra, mientras que otra opina exactamente lo contrario.
Cuando los inversionistas no tenemos los conocimientos necesarios para “filtrar” ese ruido y ver las cosas de manera objetiva, sin meter sentimientos u opiniones políticas, es preferible alejarnos de todo esto, porque en general importa poco lo que puede o no pasar en los siguientes tres meses, cuando nuestro horizonte de inversión es de más de 20 años.
Es mejor, por lo tanto, enfocarnos en una correcta asignación de activos que mantenga el riesgo bajo control (alineado con nuestra tolerancia al riesgo). Hacer un manejo pasivo del portafolio e incorporar, de manera preferente, instrumentos indexados de bajo costo. Olvidarnos de comprar acciones individuales o de querer especular con escenarios económicos de corto plazo que pueden o no darse.
Hay desde luego muchos otros aspectos que tendremos que considerar, de los cuales hablaremos en la segunda parte.