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Opinión

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Túnez resiste a pesar de los obstáculos

Una nueva constitución que da marcha atrás a importantes conquistas políticas, la disolución del Parlamento hace 18 meses y el impulso al ultrapresidencialismo del mandatario Kaïs Saied, hacen pensar que el proceso de construcción de democracia en Túnez retrocede a alta velocidad.

Luego de convertirse en el territorio origen de las manifestaciones populares de 2010, conocidas mediáticamente como la “Primavera Árabe”, y único Estado de ese grupo de países en donde se emprendió un camino democratizador de la vida pública, los acontecimientos recientes impulsan la reflexión sobre los retos y el estado actual de ese país.

¿Es cierto que Túnez está regresando a condiciones similares previas al 2010, donde el entonces presidente Zine El Abidine Ben Ali se mantenía en el poder desde 1987? La respuesta es simple: no.

Aunque es cierto que las instituciones de ese país han sido modificadas arbitrariamente y se ha emprendido una campaña de persecución contra diversos políticos, a la par de la desatención de las necesidades básicas de la población, no hay duda de que la ciudadanía se ha transformado positivamente y el cambio social es difícil de desarticular.

Desde el empoderamiento de su sociedad civil y la organización sindical -que se expresan en protestas populares de inconformidad- hasta la capacidad de acción de diversos partidos políticos sobre el sistema político, son muestras de que la apertura política en el país será complicada de detener.

A pesar de los evidentes retrocesos institucionales, la población ha cambiado profundamente desde las manifestaciones de 2010. Tras ese momento, la organización de la población es mucho más ágil y la sociedad civil, entre otros tantos actores, ha tomado mucha mayor relevancia en la política del país.

Tan sólo el pasado 4 de marzo, se realizó la que se considera la mayor protesta hasta el momento contra el presidente Saied, organizada por la Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT), el sindicato más poderoso del país. Asimismo, los partidos políticos opositores se han logrado organizar bajo el Frente de Salvación Nacional, coalición que busca enfrentar las medidas en contra de los liderazgos críticos a la actual administración, que incluyen censura, detenciones arbitrarias de figuras opositoras, empresarios, exfuncionarios públicos y liderazgos partidistas e ilegalización de su participación en política.

Es cierto que la política de contención del gobierno a las oposiciones se sostiene firme, y la intensión de aumentar el poderío personalizado de la figura presidencial está vigente como nunca desde hace una década. Sin embargo, la población en general, la organización civil y laboral, a la par de los partidos políticos y sus liderazgos, seguramente se mantendrán en el camino de la resistencia frente a las tentaciones del presidente Saied de establecer un régimen autocrático y prolongar las medidas represivas.

No se puede hablar de un ocaso democrático cuando, lo cierto es que, Túnez no logró consolidarse como una democracia en ningún momento. Sí, su proceso avanzaba con cierta estabilidad, pero aún presentaba profundos desafíos que no serían resueltos inmediatamente. El camino democratizador de la vida pública de ningún país es lineal. Más bien, se podría ilustrar como un péndulo o laberinto, en el que se avanza, pero luego, también, se retrocede de algún modo sobre batallas supuestamente ganadas.  

En tal sentido, Túnez se encuentra ahora mismo en uno de esos episodios donde el camino hacia adelante se enfrenta a las resistencias naturales al cambio positivo. Pero la organización popular y sus instituciones se tendrán que encargar de reencaminar la causa.

El actual retroceso democrático seguramente no será el final de un intento por mejorar la vida de los y las ciudadanas a través de la consolidación de instituciones democráticas que atiendan directamente las necesidades más apremiantes de la población: aumento del empleo -principalmente para el sector más joven- y de sus ingresos para el consumo de productos y servicios básicos como alimentos, salud y educación. No hay duda de que, Túnez resiste a pesar de los obstáculos.

*David Hernández López es Miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI) “África, Medio Oriente y el Sudeste Asiático”. Además, es investigador del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques del Senado de la República. Licenciado en Relaciones Internacionales por la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y actualmente es maestrante en Estudios en Relaciones Internacionales en el Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

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