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¿Turquía seguirá comprometida con la reforma económica?
Ocho meses después de que el gobierno turco abrazara la ortodoxia económica, el país ha comenzado a disfrutar de los frutos de la normalización. Pero un progreso más lento de lo esperado en la lucha contra la inflación podría poner a prueba la paciencia del presidente Recep Tayyip Erdoğan
ESTAMBUL. Ocho meses después de un retorno sorpresivo a políticas económicas ortodoxas, las autoridades turcas siguen dando señales de su compromiso con una reforma. El Banco Central de la República de Turquía (CBRT) ha aumentado las tasas de interés 36.5 puntos porcentuales desde junio, mientras que el gobierno, a instancias del ministro de Finanzas, Mehmet Şimşek, ha ajustado la política fiscal, sobre todo incrementando los impuestos indirectos y ajustando los precios regulados.
Las autoridades, tanto fiscales como monetarias, han destacado en repetidas ocasiones el apoyo del presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, a estos esfuerzos, en busca de calmar los temores de una abrupta reversión de las políticas. Cabe destacar que, por primera vez, el propio Erdoğan presentó el programa económico de mediano plazo del país en septiembre; prometió bajar la inflación a un solo dígito con la ayuda de un “ajuste de la política monetaria”.
De igual importancia es el hecho de que la economía turca ha empezado a recoger los frutos de la normalización. En los últimos seis meses, la prima de riesgo de los bonos gubernamentales turcos ha disminuido significativamente, de 679 a 280 puntos básicos.
Las reservas internacionales netas del CBRT aumentaron de -3,000 millones de dólares a 30,700 millones de dólares.
Si bien los ingresos de capital de corto plazo fueron aletargados en un principio, debido al escepticismo de los inversores respecto del poder de resistencia del nuevo equipo, se aceleraron en las últimas cinco semanas del año pasado, lo que da cuentas de una tendencia positiva.
Sin embargo, reparar el daño causado por años de políticas no ortodoxas es un desafío importante y son muchas las señales que apuntan a una recuperación prolongada. La tasa de inflación de Turquía llegó al 65% a fines de 2023 y se prevé que alcance aproximadamente el 75% para mediados de 2024, antes de encaminarse gradualmente a alrededor del 50% para fines de 2024.
Al anticipar que habrá un alza de la inflación, los consumidores están acelerando sus compras, lo que compensa el impacto del ajuste agresivo de las políticas. Los ajustes de los precios regulados y la decisión de aumentar el salario mínimo casi la mitad de cara a las elecciones locales en marzo también han contribuido a presiones inflacionarias persistentes.
El progreso más lento de lo esperado a la hora de frenar la inflación podría poner a prueba la paciencia de Erdoğan. Asimismo, los efectos de estas medidas estrictas en la economía probablemente se intensifiquen este año, en el que las condiciones se agravarán antes de mejorar. El país podría inclusive necesitar reducir su meta de crecimiento del 4% para 2024 si el CBRT sigue comprometido con su objetivo de inflación del 36% para fin de año.
Como ilustra el cuadro más abajo, las expectativas de inflación se mantuvieron en terreno pesimista y recién hace poco comenzaron a manifestar signos de moderación. Este rezago puede atribuirse a la estrategia incremental que adoptó inicialmente el CBRT luego del nombramiento de Hafize Gaye Erkan como gobernadora a comienzos de junio. El aumento de la tasa de política 6.5 puntos porcentuales más avanzado el mes, y de 2.5 puntos porcentuales en julio, desmoronó las expectativas de un ajuste más agresivo. Recién cuando se reorganizó el comité de política monetaria a fines de julio el CBRT adoptó una postura más agresiva, que culminó en varias alzas de tasas sustanciales.
Si el CBRT hubiera anticipado los incrementos de las tasas de interés, el ajuste de las expectativas de inflación y el correspondiente ingreso de capital probablemente habrían comenzado antes, aun si la tasa de política pico, en definitiva, se mantuviera sin cambios. Dado que el CBRT había perdido una credibilidad considerable después de que fueran despedidos cuatro gobernadores en cinco años y de que la inflación se disparara de 8.5% en septiembre de 2019 a 83.4% en septiembre de 2022, hacía falta una acción decisiva para recuperar la confianza de los mercados financieros. Asimismo, la estrategia inicial del CBRT llevó a los inversores en bonos a demorar sus compras hasta que el pico del ciclo optimizara los retornos. Recién después de que el CBRT indicara que estaba acercándose al final de su ciclo de ajuste en noviembre los ingresos de capital aumentaron marcadamente.
Los mensajes tímidos del CBRT han minado aún más los esfuerzos por restablecer su credibilidad. En julio y octubre, Erkan señaló que no consideraría comprometer el crecimiento en aras de una desinflación. Si bien, en teoría, esto es válido, la implementación efectiva de esta idea requiere, paradójicamente, una estrategia más asertiva que demuestre la dedicación inquebrantable del banco a mitigar las presiones inflacionarias. Por ejemplo, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, y la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, han demostrado su voluntad de aceptar desaceleraciones económicas como una contrapartida necesaria para controlar la inflación, reforzando así su compromiso a los ojos de los mercados. En noviembre, Erkan finalmente reconoció que el CBRT pagaría un costo más alto para contener las presiones inflacionarias.
Asimismo, el CBRT y los altos funcionarios de gobierno frecuentemente utilizan frases como “ajuste monetario” y “ajuste cuantitativo” en sus comunicaciones sobre políticas, evitando al mismo tiempo términos más directos como “alzas de tasas”. Esta elección del lenguaje, sumada a la aversión bien documentada de Erdoğan por las tasas de interés, arroja una sombra sobre la independencia del CBRT.
Por último, si bien la renuncia de Erkan como gobernadora el 2 de febrero, debido a informes de la participación no oficial de su padre en el banco central, trae a la mente la puerta giratoria de los últimos cinco años, cuando Erdoğan puso en práctica su experimento económico no ortodoxo, es poco probable que provoque un cambio en la política. Por empezar, el vicegobernador, Fatih Karahan, que comenzó su carrera como economista en la Fed y luego se convirtió en uno de los principales economistas de Amazon, fue nombrado su sucesor.
Más importante aún, en contextos en los que la independencia de un banco central es excepcionalmente fuerte o visiblemente débil, la identidad y las opiniones personales del gobernador ejercen una influencia mínima en la trayectoria de la política económica. En países con una independencia institucional limitada, como Turquía, se percibe que las autoridades políticas son las que toman las últimas decisiones. El momento crucial para regresar a una política económica ortodoxa fue, entonces, el nombramiento del muy respetado Şimşek como ministro de Finanzas. Mientras se mantenga en su puesto, es poco probable que la postura del CBRT en materia de políticas cambie significativamente –más allá de si el gobernador es Erkan o Karahan.
La autora
Selva Demiralp, profesora de Economía y presidenta de Yapi Kredi Economic Research en la Universidad Koç, es directora del foro de investigación económica de la Universidad Koç-TUSIAD.
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