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Opinión

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Two amigos se reúnen en Washington, ¿qué puede salir mal?

¿Qué celebrará AMLO con Donald Trump en Washington? La entrada en vigor del T-MEC no es el final feliz de una película romántica. Es el principio de otra historia que tendrá escenas de amor, pero también de suspenso y de terror, con muchas secuencias en tribunales. Seguramente tendremos muchos diálogos cargados de violencia verbal. Vendrán días con truenos, nos avisó Robert Lighthizer, representante comercial de la Casa Blanca. Estados Unidos prepara una docena de litigios contra México. Estarán listos en los próximos días.

¿Es buena estrategia para México evadir el conflicto/los conflictos... y no mencionar el elefante en la habitación? Ha trascendido que el presidente mexicano confía en la buena química que existe con su homólogo. Su jugada de pizarrón es un diálogo que se enfoca en los aspectos que sí funcionan de la agenda bilateral. Será difícil minimizar los rubros más complicados. Quizá el plan B sea optar por el silencio, como si fueran monjes trapenses, porque no hay un solo rubro donde no haya riesgo de conflictos. Por poner un ejemplo, con el presidente de Estados Unidos ni siquiera se podría hablar del clima sin sacar chispas. ¿Qué tal si Donald Trump estalla y le da por gritar en contra del cambio climático?

La agenda económica destaca por su complejidad. A Estados Unidos le preocupa el rumbo que lleva la política energética de México. Es el cambio de reglas del juego y la hostilidad a la inversión privada, según lo expresó el embajador Landau. También la protección de sus intereses. Nos hemos convertido en el principal mercado para su gas natural y para sus derivados del petróleo. De ese rubro, les compramos alrededor de 35,000 millones de dólares anuales.

Los conflictos potenciales trascienden lo energético. Para asegurar el T-MEC, Jesús Seade hizo concesiones de último momento que traerán muchos problemas, me contaba el empresario Moisés Kalach hace unos días. Estas concesiones meterán el asunto laboral en la dimensión desconocida. Entre otras cosas, permitirán que Estados Unidos pueda presionar a México, con razón o sin ella. Se aceptan denuncias anónimas por supuesto incumplimiento de compromisos laborales. La sanciones posibles incluyen prohibir la entrada de producto de la empresa en cuestión a Estados Unidos.

Además de energía y laboral, hay un riesgo real de proteccionismo agropecuario por parte de Estados Unidos. Las ventas de frutas y hortalizas por parte de México son un caso de éxito del TLCAN, que no todos celebran al norte del río Bravo. En Florida, los productores de tomate aspiran a recuperar una parte del mercado que ganaron los productores mexicanos. Son 2,000 millones de dólares anuales, sólo en el caso del tomate. Florida es un estado clave para las elecciones de noviembre y el presidente Donald Trump tiene muchos compromisos allá. El riesgo es que se obligue a México a aceptar restricciones temporales en las exportaciones. Junto con el tomate, estarían otros 11 productos.

El T-MEC no es un TLCAN 2.0. El nuevo acuerdo es otro tipo de animal, operando en un hábitat diferente. Hay cambios en el texto y en el contexto. Vivimos tiempos de crisis que traerán tentaciones proteccionistas. México es el más vulnerable de los tres socios, por eso debe ser el más astuto. ¿Es una buena estrategia ceder tanto? Las malas cifras económicas pondrán a prueba la buena fe de los socios norteramericanos y su compromiso con la construcción de una región económica donde los tres países salgan beneficiados. Estados Unidos está proyectado para decrecer entre 6 y 8% en 2020. Para Canadá se espera un menos 7% y en el caso de México la caída estará entre 8 y 12 por ciento. ¿Cómo funcionará un acuerdo de libre comercio en medio de una de las mayores crisis en 100 años?

lmgonzalez@eleconomista.com.mx

Licenciado en Economía por la Universidad de Guadalajara. Estudió el Master de Periodismo en El País, en la Universidad Autónoma de Madrid en 1994, y una especialización en periodismo económico en la Universidad de Columbia en Nueva York. Ha sido reportero, editor de negocios y director editorial del diario PÚBLICO de Guadalajara, y ha trabajado en los periódicos Siglo 21 y Milenio. Se ha especializado en periodismo económico y en periodismo de investigación, y ha realizado estancias profesionales en Cinco Días de Madrid y San Antonio Express News, de San Antonio, Texas.

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