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Ucrania: entre el agotamiento y la incertidumbre
A casi treinta meses de la invasión rusa a Ucrania, el conflicto no ha dejado de ser, en medio de su complejidad, una lucha de narrativas. Por un lado, el gobierno estadounidense ha anunciado la aprobación de más recursos para Ucrania y la llegada de los primeros aviones F-16, y la Unión Europea ha declarado haber enviado cerca de 108 billones de euros de ayuda desde el inicio de las hostilidades. Por otro lado, en el terreno, Rusia ha logrado mantener una línea de contención desde el este de Ucrania, hasta Crimea, y continúa obteniendo importantes ganancias territoriales.
A pesar del constante envío de recursos y armamento por parte de los aliados atlantistas, ello no se ha traducido en una respuesta ucraniana eficaz y, mucho menos, contundente, en el campo de batalla. La prolongación de la guerra ha provocado una importante disminución y agotamiento de las tropas ucranianas, lo que se ha trasladado al ánimo ciudadano. Según los últimos sondeos, cerca de un sesenta por ciento de los ucranianos considera que se debe buscar un acercamiento con Rusia para una salida negociada del conflicto; algo impensable hace unos meses.
Prevalece la idea de un desenlace incierto, supeditado a los constantes riesgos y amenazas en el entorno global. Tanto la atención mediática como los recursos en materia de defensa han dejado de concentrarse en Ucrania y se han trasladado a conflictos en otras latitudes; lo que implica, indirectamente, una afectación a Ucrania.
La crisis en Medio Oriente; la masacre, persecución y la larga lista de crímenes de guerra perpetrados por el Estado de Israel en contra del pueblo palestino, ante la pasividad de buena parte de la comunidad internacional, han dejado al descubierto las debilidades y limitaciones del sistema internacional. Las contradicciones y el doble rasero que se aplica frente a Rusia e Israel, han mermado la credibilidad de Occidente frente al mundo y ha profundizado su distanciamiento con el llamado Sur Global, también en detrimento de la causa ucraniana.
La “Cumbre de paz en Ucrania”, celebrada en Suiza a mediados de junio, no logró atraer a ese Sur Global y tampoco alcanzó una declaración de consenso. China, el gran ausente de esa Cumbre, se convirtió en el actor clave que, por una parte, manifiesta su cercanía al Sur Global y, por otra, se asume como “el país pacífico”, frente al belicismo de Europa y Estados Unidos.
El propio presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, ha modificado su discurso. Ya habla de la necesidad de que Rusia esté en una próxima cumbre sobre la paz en Ucrania -por supuesto- con la intermediación de China. No es casualidad que, apenas hace unos días, el ministro de exteriores ucraniano haya viajado a Pekín para reunirse con su homólogo chino, y cuyas conversaciones incluyeron abiertamente la posibilidad de unas negociaciones de paz con Rusia.
Apenas en mayo de este año, el encuentro bilateral entre Vladimir Putin y Xi Jinping, selló de manera simbólica la profundización de las relaciones entre Rusia y China, donde ambas partes estuvieron de acuerdo en que una solución política era el camino correcto para la paz en Ucrania.
Con el paso de los meses, la guerra en Ucrania se ha convertido en un complicado laberinto. El posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y la incapacidad de Europa para ofrecer una alternativa de solución al conflicto, ha orillado a Ucrania a acercarse a China. Kiev sabe que el gigante asiático sí tiene una capacidad real de influencia frente a Rusia. Mientras tanto, la Unión Europea ha quedado relegada.
*El autor es profesor del Posgrado de la UNAM, miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión del COMEXI sobre el conflicto Rusia-Ucrania.
X: @Luis_Huacuja_A