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Opinión

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Un Callejón Sin Salida

La semana ha estado llena de atrevimientos. El Ejecutivo federal parece estarnos probando todo el tiempo. Avanzo aquí y miento allá. Según el prestigiado despacho de vigilancia ciudadana, SPIN-TCP, AMLO ha hecho 23,759 afirmaciones no verdaderas, del 3 de diciembre de 2018 al 10 de abril de 2020, en 346 mañaneras. Es decir, ha faltado a la verdad 69 veces en promedio en cada mañanera. Eso estaría en consonancia con los tiempos que vivimos, porque el poder ha decidido mentir para lograr objetivos concretos, pero no es la mentira lo que preocupa. Preocupa su uso, por lo tanto.

¿Mentir y ofrecer otras cifras sirven a algún propósito? ni duda cabe. Necesariamente intencionado, pero si en vez de decir que murieron por culpa de la responsabilidad administrativa 80 en vez de 100, las consecuencias políticas se modifican y, por cierto, aunque después se supiera que murieron 100, podría siempre decirse, que nos equivocamos por un margen, no por el hecho.

Dicho lo anterior, lo que ha rondado la opinión pública en los últimos días, es que las mentiras se han convertido en parte del discurso e incluso nos las pasamos, igual que López, por el arco del triunfo; su discurso es tan irracional que no se puede hacer nada más que reírse. El problema, es cuando las mentiras que él mismo presenta o que él mismo se cree, generan políticas públicas o decisiones de gobierno.

El decreto que presentó la semana pasada es un ejercicio irracional y, según él, consecuente con sus virtudes: ser necio. Propone recortes en sueldos, desaparición de subsecretarías y una serie de medidas que apuntan al desmantelamiento del gobierno. En complemento declara que él mismo encabezará un grupo de abogados para cobrar impuestos a quien no los pague. Y, si por si eso fuera poco, nos repite el día de ayer que ya se ve una luz al final del camino, porque han sido tan eficaces en sus políticas, que el crecimiento de la pandemia es horizontal, cuando no lo es.

Respecto de lo primero, el asunto no es menor. Bajarles los sueldos a los funcionarios públicos y no darles aguinaldo, es un ahorro pírrico. Pero más allá de ello, es ilegal. Son derechos laborales que ninguna ley puede hacer inválidos. Desaparecer 10 subsecretarías conservando los sueldos de los funcionarios es un engaño, por decir lo menos, de bobos. ¿Para que las suspende? Cada una de ellas tiene responsabilidades legales que se tienen que cumplir aquí y frente al mundo. No es claro cuales y en dónde las está suspendiendo, pero que el quiera tener el control legal y de acción de estas oficinas preocupa. Olvídense, si por razones legales o de facultades o de delegación de tareas. El día sólo tiene 24 horas y el señor inmaculado, también tiene que dormir, aunque sea unas horas. No alcanza el tiempo para hacer lo que quiere, según mi modesto juicio indica.

Lo que sigue es peor. Acomodar la legislación a las necesidades planteadas por su decreto, sin base legal (dicho sea de paso, el día que apareció, la presidente no sabía que ya se había publicado), es un problema. La ley del Congreso dice claramente que se tomarán las votaciones de los diputados o para efectos coincidentes de los senadores presentes. ¿En dónde? En el recinto legislativo.

No existe previsión para tener sesiones virtuales o a distancia. No existen mecanismos para que se reúnan 500 diputados y 128 senadores en el recinto y se vuelvan transmisores de una enfermedad o se arriesguen a perder la vida. Así que el decreto en sus ilegalidades, que sólo pueden ser corregidas por el Congreso, se ve difícil que las pueda convertir en legales o en viables. Habida cuenta, de que es la primera vez en México, en que un decreto supercede las leyes y hay que acomodar la ley para que el decreto se pueda emitir. Un caso muy raro para la teoría del derecho.

Digamos lo último, sin embargo. El presidente López nos tiene en un callejón sin salida. Frente a la crisis económica y de salubridad que apenas está comenzando realmente en serio: o protegemos vidas o protegemos la economía. Pero no la economía capitalista, sino la de las dádivas. Para ello necesita impuestos: para sostener sus programas sociales, tanto así que él quiere encabezar el equipo de abogados que reclamen impuestos. ¿Como hará para recibir impuestos si la industria y los negocios pequeños o medianos dejarán de operar, es un enigma?

Segundo: es evidente que se están generando gobiernos y acciones paralelas al gobierno. Los empresarios han trabajado en un esquema para dotar de hasta 250 mil millones de pesos en crédito a las MYPIMES y otros esfuerzos se han planteado ante la sordera del gobierno. Sólo el Banco de México ha salido con un plan de liquidez financiera de hasta 750 millones de pesos.

El Gobierno de López ha decidido dar nada ahí. Sus tres millones de créditos son ridículos y hasta de 25 mil pesos. Una ayuda, no un apoyo. La vivienda y sus créditos alcanzan para 60 mil créditos como reveló el día de ayer. En suma, y para cerrar, prefiere lanzar 6000 millones de dólares en bonos, que son deuda constante y sonante, a un costo del 8% en vez de pedirle prestado al FMI o al Banco Mundial, por razones ideológicas, al 3 o 4 por ciento. Todos los mexicanos habremos de pagar en los próximos años ese crédito y, entonces, el callejón cerrado aparece.

Salvar vidas no ha sido una prioridad, defender la economía tampoco, porque por razones ideológicas y necedades preconcebidas, el presidente sigue en la idea de que su necedad ignorante debe prevalecer, porque él no es florero. No lo es, pero cada día se parece más. Porque la necedad convierte al más listo en un objeto innecesario.

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Ensayista e interesado en temas legales y de justicia. actualmente profesor de la facultad de derecho de la UNAM.

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