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Un delincuente duerme en embajada mexicana
La versión del presidente López Obrador en política exterior, con excepción de la relación con Estados Unidos, es genuina porque actúa sin contrapesos.
No tiene a un INE ni a un grupo de jueces que le regresen propuestas de reformas de ley; no tiene oposición, y la prensa se distrae con asuntos domésticos. AMLO se siente libre para generar empatía con dictaduras sin pudor alguno, incluso se acerca a personajes que cargan sobre sus espaldas denuncias de crímenes de lesa humanidad, como es el caso de Nicolás Maduro. (Fue Michelle Bachelet, al frente del área de Derechos Humanos, quien encargó un estudio independiente sobre el caso.)
Un grupo de diplomáticos ecuatorianos en servicio pasivo dirigió el pasado 15 de marzo una carta a la embajada mexicana en Quito para recordarle al gobierno del presidente AMLO que han transcurrido casi tres meses en los que el exvicepresidente Jorge Glas ha permanecido en el interior de la legación mexicana en Quito, “sin que el Gobierno de ese país emita un pronunciamiento al respecto”.
Jorge Glas fue “sentenciado a seis años de prisión por asociación ilícita en el caso Odebrecht y a ocho años por cohecho en una trama de sobornos en la contratación de obras públicas”.
Glas se entregó a la justicia y estuvo poco más de cuatro años en la cárcel. Logró salir de ella en noviembre de 2022 gracias a una medida cautelar otorgada por el juez Emerson Curipallo a pesar de que este togado era de otra jurisdicción de la que llevó el proceso.
El juez Curipallo fue detenido el pasado 14 de diciembre por ser un presunto integrante de una trama de corrupción dirigida por el narcotraficante Leonardo Norero, alias el patrón.
Tres días después, la fiscal general Diana Salazar, ordenó la detención de Jorge Glas. Al enterarse, corrió hacia la embajada de México en Quito encabezada por Raquel Serur.
El presidente López Obrador se dejó convencer por Rafael Correa sobre el infaltable supuesto complot de sus opositores manejados desde Washington; escenario que supuestamente afecta a Jorge Glas. Nada más equivocado.
La fiscal Diana Salazar se ha convertido en un personaje incómodo para el crimen organizado y es la esperanza de muchos ecuatorianos en la lucha contra la corrupción.
AMLO se equivoca al no colaborar con el presidente Daniel Noboa. El presidente ecuatoriano no le otorgará el salvoconducto a Glas para permitir su salida del país. Así lo adelantan los diplomáticos en su carta, y recuerdan la imposibilidad de que México le pueda dar asilo a un delincuente juzgado de acuerdo a la Convención sobre Asilo de Caracas de 1954.
Al parecer, AMLO cree que la política exterior carece de compromisos. Sus alianzas con autócratas no serán olvidadas.
@faustopretelin