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Un encuentro con los Reyes de Suecia
Estocolmo. En determinados segmentos de la población mexicana permanece la creencia de que las monarquías son máquinas para viajar al pasado, permanecen obsoletas y no logran asimilar los problemas actuales.
Lo que he observado en Suecia en esta semana es lo contrario: su monarquía promueve el futuro del país.
Son las 4:30 de la tarde de ayer jueves cuando un pequeño de representantes de medios de comunicación mexicanos, incluido El Economista, es recibido por los Reyes de Suecia en el Palacio Real de Estocolmo.
A los Reyes Carlos XVI y Silvia los siento entusiasmados por la visita que harán a México entre el 12 y 14 de marzo.
Los escucho y observo compartiendo anécdotas sobre México y, en el caso de la reina Silvia y bajo la moda instaurada por Taylor Swift, obsequiando una colorida pulsera elaborada por niños suecos a una periodista mexicana.
El Rey describe una de las que parece ser un logro que no borrará nunca de su mente: en un viaje que hizo en el pasado a Cabo San Lucas logró pescar un pez gigante, casi más grande que el pequeño barco donde se encontraba. La Reina, por su parte, menciona algunas palabras en español.
Poco a poco el Rey va enfocando su conversación sobre la economía y los negocios internacionales.
Ambos temas protagonistas durante su próxima visita a México.
Los Reyes de Suecia representan el soft power, y al mismo tiempo impulsan el desarrollo de la nación.
Estocolmo es una ciudad dinámica y moderna que lo mismo representa a la capital del diseño, como también la promoción de una serie de rasgos como son la confianza, el respeto por la naturaleza y las startups. Algo más, Suecia desarrolla una estrategia geopolítica clave: su integración a la OTAN.
En efecto, su respeto por la estética equivale al que tienen los japoneses por la ética del silencio: no perturbar el entorno con llamadas telefónicas en el interior del metro o de camiones. La armonía visual, en el caso de los suecos, es un objetivo estratégico porque busca generar una emoción sublime: la belleza.
No es casualidad que Estocolmo sea también la capital de los Premios Nobel.
Suecia es el segundo país con mayor innovación en Europa; el segundo en desarrollar investigación y desarrollo en el sector de los negocios; el tercero en el índice global de innovación y el primero en el índice global de infraestructura para desarrollar innovación.
Suecia se distingue también por ser un país que lucha por la defensa de los Derechos Humanos. Un ejemplo es el Foro de la Historia Viva, creado en 2003 para recordar a los jóvenes los orígenes del nazismo. En una de las salas se puede observar y escuchar a la mexicana Malú García, ganadora del Premio Per Anger 2023, por su labor de búsqueda de desaparecidos forzados.
@faustopretelin