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Opinión

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Una contradicción inexplicable

Usar medidas cambiarias para mejorar los términos de intercambio no es congruente con el esfuerzo de mejorar las condiciones de inversión productiva.

El gobierno actual se ha caracterizado por su esfuerzo de posicionar al país como un régimen de inversión confiable. Incluso, en diversas ocasiones se presume el objetivo de convertir a México en el mejor destino de inversión en el mundo. El tema puede ser fuente de debate, en la medida que se analizan las dificultades de hacer negocios en la economía mexicana, del laberinto fiscal o de los altos costos de transacción derivados de estructuras económicas de monopolio y privilegio. Pero también, del otro lado de la moneda, es indudable que existen proyectos que ofrecen oportunidades con una tasa de riesgo-rendimiento superior a varias otras alternativas en los mercados emergentes.

El gobierno actual también se ha caracterizado por hacer lo imposible para evitar la apreciación de la paridad peso-dólar. El Ejecutivo federal se quejaba, al inicio del sexenio, de poder encontrar formas de disminuir la fortaleza del tipo de cambio e incluso famosamente sugirió que las tasas de interés deberían bajar para indirectamente depreciar el peso y así lograr mejores términos de intercambio. La versión calderonista de la curva de Phillips; o sea, lo que en una ocasión llamamos la curva de Felipe . Este fetiche con usar medidas cambiarias para mejorar los términos de intercambio no es congruente con el esfuerzo de mejorar las condiciones de inversión productiva. Incluso, ahora que ya hasta el banco central ha decidido meter la mano al fuego cambiario, empieza a darse el síndrome de la especulación cambiaria, lo cual distorsiona las decisiones de una inversión, a la vez que distrae la atención sobre cómo mejorar las verdaderas bases estructurales de términos de intercambio.

La paridad, aún en estos tiempos de guerras cambiarias, tiende a ser un espejo que refleja las condiciones del clima de inversión. Si realmente la meta es lograr el mejor destino de inversión del mundo , ciertamente ello no se logrará por medio de sintonías finas para abaratar el tipo de cambio. Además si mejoran las condiciones de inversión, mejorarán las cantidades, pero si hay mayores flujos de divisas entrando a la economía, inevitablemente habrá una tendencia hacia la apreciación. Es una contradicción inexplicable pensar que a largo plazo se logre una economía robusta, con un auge de inversión productiva, junto con un abaratamiento del tipo de cambio. Una economía no se fortalece con una moneda débil.

rsalinas@eleconomista.com.mx

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