Buscar
Opinión

Lectura 3:00 min

Una década de transformaciones

Los cambios en los ámbitos económico y político en la última década han hecho posible toda una realidad que hace una generación era impensable.

La semana pasada analizábamos cuatro grandes transformaciones que ha vivido el país en la última década, cambios independientes de una etiqueta política, pero que han redefinido el quehacer de los mexicanos.

La apertura comercial y la estabilidad de precios han cambiado la mentalidad económica de los agentes, al afianzar una relativa soberanía del consumidor beneficiada por mayor competencia y mayor confianza sobre el poder de compra de la unidad de cuenta.

Una tercera transformación, esencia y consecuencia de nuestra época actual, es el cambio en las instituciones políticas observado desde 1997. Hoy, a pesar de los pasos hacia atrás de la reforma electoral en el actual sexenio o la falta de credibilidad popular en la plena independencia del IFE o incluso a pesar del disgusto entendible de la sociedad con el proceso político, el hecho es que votar hace una diferencia creíble en nuestro porvenir hasta en ocasiones especiales cuando en un acto de silencio rebelde el pueblo vota sin acudir a las urnas en repudio al sistema político. Antes esto era impensable, pero ahora es parte de lo que hace posible la disputa, la discusión, el diálogo o la interpretación, de lo que ocurre o no ocurre en nuestro país.

Una cuarta transformación es la forma gradual en que, poco a poco, con sudor y lágrimas los medios han logrado consolidar mucho mayor margen de libertad. Hoy se dicen cosas y se expresan pensamientos que antes eran motivo de terrorismo, de temor, de venganza. Los siguen siendo, pero ya más por fuerzas externas como el crimen organizado no como parte del modus operandi dentro de la dictadura perfecta. Y, quizás, la libertad de expresión se ha degenerado en un libertinaje, dada la ya predecible práctica de desinformar a costa de la verdad para ganarse las ocho columnas. El analfabetismo, sobre todo en materia de las notas económicas, es patente.

Pero se puede decir, desdecir, criticar, hasta ridiculizar en una forma y con confianza nunca antes observada en nuestra cultura de información. Estos cuatro cambios para bien o para mal han hecho posible el ruido, la disputa, el desafío mismo de hacer, de trabajar, de informar, de vivir en México. Decir que califican como muestra de progreso sería petición de principio, pero la idea de que hemos cambiado, de que hemos vivido estas transformaciones radicales no es una tesis o propuesta doctrinal, sino una realidad.

rsalinas@eleconomista.com.mx

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Noticias Recomendadas

Suscríbete