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Opinión

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Usos desvirtuados de un medicamento para bajar de peso

Para nadie es un secreto que los enfoques sobre el tratamiento de la obesidad van encaminados principalmente sobre dos ejes: la alimentación y la actividad física como dos de los factores donde hay que introducir modificaciones conductuales.

Claro está además, al ser un padecimiento multifactorial, existen muchas circunstancias sociales, culturales y ambientales que modifican e incluso intervienen en el pronóstico exitoso de una intervención para disminuir los riesgos que conlleva la obesidad.

Entre las nuevas noticias que han causado furor acerca de este tema es el hecho de que médicamente se han conducido investigaciones sobre el tratamiento de la obesidad desde el punto de vista endocrinológico por medio de fármacos cuyo uso estaba testeado por ejemplo, en pacientes con diabetes tipo II. El más reciente caso al respecto es el de un fármaco inyectado, que se vende en forma de pluma y se administra cada semana, que está destinado a pacientes con prediabetes o con diabetes mellitus tipo 2 para mejorar los niveles de azúcar en la sangre.

Omitimos el nombre del fármaco en este espacio, porque recientemente se ha desvirtuado su uso y ha sido usado sobre todo, por celebridades y personas con alto poder adquisitivo como un medicamento para perder peso de manera rápida. Su uso implica gastar en una pluma de 1,000 a 1,500 dólares al mes y ha puesto sobre la mesa diferentes dilemas éticos que han subrayado de manera tajante cómo es concebido el tema del peso en nuestra sociedad.

En primera instancia, en algunos lugares de Estados Unidos e Inglaterra el medicamento ha escaseado, por lo que las personas con diabetes que de verdad lo necesitan, no tienen acceso al mismo. Existe un boom de personas con alto poder adquisitivo que lo buscan para bajar de peso, no importando incluso, si tienen o no obesidad: la meta es bajar de peso a toda costa, más por un patrón de estética que por razones de salud. Además, su uso indiscriminado ha puesto de manifiesto cómo las desigualdades generan problemas de salud, que para algunos implican la trivialidad de lucir bien para un evento. Irónicamente, las personas que están usando este medicamento no pertenecen a la población con sobrepeso y obesidad, según algunos reportes.

Como los efectos secundarios del medicamento incluyen diarrea o constipación, las personas que lo adquieren con fines estéticos consideran que son males menores si les permite lucir de cierta manera. Además del tema de la desigualdad en el acceso, se pone de manifiesto el tema de cómo hoy hay ciertos influenciadores que sin ser cuestionados, son seguidos por las masas no importando las consecuencias de ciertos estilos de vida o en este caso, el uso indiscriminado y desvirtuado de un medicamento. Decenas de publicaciones, sobre todo en revistas de estilo de vida, han seguido la noticia con especial atención puesto que algunas celebridades han usado el medicamento para bajar de peso recientemente. Aquí también hay un cuestionamiento sobre el hecho del carácter informativo de estas notas, o si en todo caso, sirven para enterar a los seguidores de estas celebridades, sobre métodos de bajar de peso de manera rápida de los que ni siquiera estaban enterados. El acceso a toda esta información sin duda es delicado, pero también nos plantea el rol tan definido que los influenciadores contemporáneos tienen hoy en día, gracias a las infinitas réplicas de noticias sobre usos desvirtuados de medicamentos y la desigualdad en el acceso.

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Columnista de alimentación y sociedad. Gastronauta, observadora y aficionada a la comida. Es investigadora en sociología de la alimentación, nutricionista. Es presidenta y fundadora de Funalid: Fundación para la Alimentación y el Desarrollo.

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