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Vacuna anti-Covid y economía
De la vacuna Anti-Covid-19 depende la economía del mundo.
Más preciso, el comportamiento económico mundial está condicionado a que se inmunice al mayor porcentaje de la población del mundo; idealmente, al total.
La premisa la reconocen prácticamente en todos los países, incluido México. La solución al problema pandémica depende de la ciencia, pero también de la voluntad política sobre los intereses económicos.
Sin embargo, y aunque muchas naciones han asegurado que ya “domaron” la pandemia, lo cierto es que nadie puede cantar victoria.
Menos aun cuando están apareciendo variantes más contagiosas y graves. La pandemia es un problema fundamentalmente sanitario. Pero implícitamente es un tema económico.
No sólo porque del fin del confinamiento obligatorio depende la reactivación económica, sino por la investigación, la producción y distribución de las vacunas, que tienen un valor económico multimillonario.
Detrás de la vacuna existen poderosos intereses económicos. También están las regulaciones que en tiempos normales son explicables, pero en tiempos pandémicos, son inexplicables.
Hay un debate mundial en torno a la liberación o flexibilización de las patentes de las vacunas para abatir el Covid-19.
Los más ortodoxos exigen que se mantenga el respeto a las patentes. Los pragmáticos piden que se liberen las patentes para lograr que la inmunización sea más equitativa y rápida en el mundo.
Recientemente el presidente de Estados Unidos, Joe Biden se pronunció a favor de la suspensión temporal de las patentes de las vacunas contra el Covid-19.
La Unión Europea, abrió la puerta al debate y ha defendido la exportación a gran escala que ha hecho de la vacuna.
Mientras en el escenario internacional se debate políticamente, en la cotidianeidad, continúan millones de seres humanos sin ser vacunados en una geografía cada vez más dispar e inequitativa y una estela impresionante de muertos y enfermos.
De acuerdo con investigadores de instituciones educativas y especialistas de organizaciones civiles, al ritmo actual de vacunación contra el virus del Covid-19 -con cerca de 806 millones de personas inmunizadas en siete meses- tomaría 5.8 años inmunizar con dos dosis al total de la población mundial, que actualmente asciende a 7,837 millones de personas.
La conclusión es que este tiempo se puede acortar si las farmacéuticas liberan o flexibilizan las patentes de las vacunas de Covid-19.
Ello permitiría que otros laboratorios produzcan el biológico, disminuyendo los tiempos de espera y traslados de las vacunas, ampliar su disponibilidad y su acceso a toda la población.
La advertencia es catastrófica. De prolongarse la pandemia más años o décadas, se registrarán millones de muertes más, daños aún mayores a la economía, pérdida de empleos y aumento de la pobreza, especialmente en los países pobres.
El presidente de la Aids Healthcare Foundation (AHF) -la organización mundial más grande en la respuesta al VIH y Sida, que actualmente proporciona atención médica y otorga servicios a más de 1.5 millones de personas en 45 países- Michael Weinstein asegura que todo eso se puede evitar con la liberación o flexibilización de las patentes.
La AHF propone que los países del G20 se comprometan a aportar 100,000 millones de dólares para financiar el esfuerzo global de vacunación y que las empresas farmacéuticas y gobiernos liberen o suspendan las patentes de las vacunas Covid-19 durante la pandemia.
El debate mundial sobre la liberación de las patentes y la urgente necesidad de inmunizar a toda la población.
Mientras tanto ya están surgiendo cada vez más variantes con mayor potencia en el contagio y gravedad en sus consecuencias.
En México, con apenas el 12% de su población total vacunada, con notables retrasos en la recepción de las vacunas compradas y la producción de las que aquí se elaboran y, en el proceso de inoculación, avanzamos, parece que inexorablemente, hacia la tercera ola de contagios.
La sociedad mexicana debe cuidarse; no bajar la guardia y preservar su salud, más allá de la errática estrategia gubernamental.