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Valoración del presidente
Antes del confinamiento hice 60 entrevistas a académicos, periodistas, politólogos, economistas, empresarios, líderes sociales y dirigentes de la sociedad civil como parte del proceso de planeación estratégica de una organización sin fines de lucro muy reconocida. Aquí los puntos centrales que derivó de esos encuentros, en el tema de la valoración del presidente y su gobierno, como parte del diagnóstico del entorno.
Economía. El presidente tiene una visión populista-estatista de los años setenta. No genera confianza para la inversión. La economía no crece. Los recursos del gobierno no alcanzan para financiar sus proyectos. Su política genera desempleo y pobreza.
Política. El presidente tiene un proyecto político (4T) que se propone restaurar: el presidencialismo, el partido de Estado y la República Central de facto. Cualquier contrapeso al poder presidencial debe ser eliminado. No hay lugar para los órganos autónomos del Estado. Se propone controlarlos (CNDH) o desmantelarlos (INEE). Cuestiona la vigencia del Estado de Derecho. Ataca a los medios, a los opositores y a quien no piensa como él. Al Ejército lo ha metido al campo de los negocios.
Social. La política social es clientelar con propósitos electorales. No generan nuevas oportunidades ni resuelven los problemas de las personas. Se destruyen exitosos programas institucionales por transferencias directas de recursos que se entregan a nombre del presidente. Con fondos públicos se construye la base electoral de Morena vía los superdelegados (32) y subdelegados (266) con el apoyo de los Siervos de la Nación (20,000). La estructura depende del presidente y pretende socavar el poder de los gobernadores.
Personaje. Cuando el gobierno está centralizado en una persona las características del personaje son claves, para entender el funcionamiento de toda la administración. Algunas son: posiciones mesiánicas; traslado de convicciones religiosas como fundamento de la política (Evangelismo pentecostal); pensamiento único; dogmatismo ideológico; altera la realidad y miente de manera sistemática. “Tengo otros datos”.
Pueblo. El presidente lo entiende como individuos aislados que no se asocian entre sí y no lo aceptan como un conjunto social con sus propios intereses y representaciones. El pueblo bueno se relaciona de manera directa con él, sin ningún intermediario, a través de los programas sociales. Lo entiende también como una masa informe a la que se puede alinear a través del dinero de los programas sociales.
Sociedad civil y gobierno. Para el presidente la sociedad civil organizada es una “aberración” del neoliberalismo y potencial enemigo. De ahí surge su descalificación y rechazo a la sociedad civil organizada. Ésta no tiene lugar en la construcción de las políticas públicas. Eso sólo le corresponde al gobierno. Las únicas organizaciones ciudadanas bien vistas son las que se alinean al presidente y al gobierno (Estado corporativo).
Twitter: @RubenAguilar