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Opinión

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Velocidad de escape

La consolidación fiscal federal de EU y la recesión de la eurozona son los principales obstáculos para que la economía alcance una velocidad de escape.

En física, la velocidad de escape es la velocidad mínima necesaria para librase del campo gravitacional de un objeto masivo. Un vehículo espacial requiere en la tierra una velocidad de 11 kilómetros por segundo para superar la fuerza gravitacional del planeta.

En economía, la velocidad de escape de una recesión es la tasa de crecimiento mínima sostenible sin estímulos macroeconómicos.

¿Está cerca la economía estadounidense de la velocidad de escape?

La respuesta es tema de debate al interior de la Reserva Federal, el gobierno, la academia y en los mercados. Ayer, los mercados giraron de la euforia a la depresión al ritmo de las palabras de Ben Bernanke en su presentación ante el Comité de Economía del Congreso de Estados Unidos.

Miembros destacados del Comité de mercado de la Fed debaten este asunto abiertamente. El presidente del banco en Filadelfia, Charles Plosser, quiere que la Fed reduzca sus políticas de estímulo porque considera que ya no son necesarias para mantener a la economía creciendo. John Williams, presiente del banco de San Francisco, quien hasta hace poco demandaba mayores estímulos para la economía, está sorprendido por la fortaleza de ésta y calcula que en el verano será necesario detener la política de expansión cuantitativa. El presidente del banco de Chicago, Charles Evans, quiere que esta política continúe hasta el próximo año, cuando -estima- se alcanzará la velocidad de escape con un crecimiento en un rango de 3 a 4 por ciento. Bernanke y los presidentes de los bancos de Nueva York y San Luis, William Dudley y James Bullard, simpatizan con la postura de Evans pero insisten en que la QE debe recalibrarse de acuerdo con las circunstancias de la economía.

Desde el inicio de la recuperación en el 2009 varios factores, viento en contra, han frenado la economía: la precaria situación del sistema financiero, el colapso de la producción de viviendas e industrias afines, el sobreendeudamiento de los hogares, la caída del gasto de los gobiernos locales y estatales, la debilidad de la economía global, y últimamente la consolidación fiscal del gobierno federal. Pero, cuatro años después, estos factores se están convirtiendo en viento en favor de la recuperación. Repunta la construcción de vivienda, mejoran las finanzas de los gobiernos estatales y locales, suben los precios de las casas, acciones y otros activos, aumenta la confianza del consumidor, mejora el capital y la calidad de los activos de la banca y se fortalece el gasto privado. La consolidación fiscal federal y la recesión de la eurozona son los principales obstáculos a que la economía alcance una velocidad de escape.

La política monetaria ha contribuido sustancialmente a la recuperación en marcha. Actualmente, la política se apoya en los siguientes pilares: a) tasa de interés entre 0-0.25% a corto plazo; b) compromiso de conservar la tasa de interés en este rango mientras la tasa desempleo sea mayor que 6.5% y la inflación esperada inferior a 2.5; c) compra en el mercado abierto de 45,000 millones de dólares de bonos del Tesoro de largo plazo y de 40,000 millones de dólares de bonos hipotecarios hasta que se produzca una mejora sustancial del mercado de trabajo y halla estabilidad de precios. Con la mejora de la economía, pronto comenzará un nuevo ciclo de política monetaria que irá reduciendo gradualmente la actual postura superacomodaticia. ¿Cuándo comenzará? En el primer trimestre del 2014, quizás este año en la reunión de septiembre 17-18 de la Fed. Todo dependerá de la economía. El boom del mercado de bonos ha terminado.

rfeliz@eleconomista.com.mx

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