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Vulnerables en Segob
A las 14:00 horas del último martes de febrero, los mandos medios y superiores de la Secretaría de Gobernación recibieron un video de la fachada del Palacio de Covián. Alrededor del reloj chino, un contingente de normalistas de Ayotzinapa —“en actitud violenta”, decía la tarjeta informativa que rubricaba el archivo .mp4— preparaba su embestida.
“Si no tienen nada qué hacer en el exterior de la dependencia, manténganse en sus oficinas”, advertían. Una hora después comenzaba el ataque con petardos que estallaron en el balcón del despacho de Luisa María Alcalde.
Los elementos de la Guardia Nacional desplegados en las inmediaciones de Bucareli y el personal que resguarda ese complejo no respondieron —por instrucciones superiores— a los agresores, que ese día iniciaron una escalada violenta que incluyó acciones similares a las afueras del recinto legislativo del Senado y otros edificios públicos ubicados en el perímetro A de Centro Histórico.
Los ayotzinapos habían instalado su plantón casi frente a la puerta Mariana del Palacio Nacional, hace 10 días. Allí estuvieron el pasado viernes 1, mientras las bases morenistas atestiguaban el arranque de la campaña de Claudia Sheinbaum. Y antes de levantar su campamento emprendieron la ofensiva final, ayer por la mañana.
Los policías agredieron a los manifestantes, antes del derribo de la puerta del acceso por la calle de Moneda —la misma que tocó Xóchitl Gálvez y que parecía sellada, a piedra y lodo— para entregar su solicitud de audiencia.
Traicionados, sin diálogo directo con el Ejecutivo federal, los padres de los 43 jóvenes desaparecidos en Iguala han iniciado una etapa de escalamiento en su demanda por justicia. Por instrucciones superiores, no habrá respuesta a los agresores.
El resguardo del Palacio Nacional está a cargo de la Policía Militar. El exterior del Palacio de Covián, por el contrario, está vigilado por elementos del Servicio de Protección Federal, instancia adscrita a la Secretaría de Seguridad Pública y el interior, por elementos de Seguridad Institucional.
El ingreso del personal administrativo y técnico puede ingresar al Palacio de Covián con gafetes de acceso. El año pasado debieron acceder a que la empresa RB TEC tomara sus datos biométricos, pero actualmente, ni los torniquetes ni las bandas de inspección en los puntos de acceso están habilitados.
Y es que el jueves 29 de febrero, dos días después de la intrusión de los normalistas de Ayotzinapa, expiró el contrato para el servicio integral de seguridad institucional para los inmuebles de la dependencia encabezada por Luisa María Alcalde. Al día siguiente —de acuerdo a una tarjeta informativa que conoció este espacio— personal de RB TEC comenzó a retirar su equipo (torniquetes, equipos biométricos, cámaras, arcos detectores de metales, bandas de rayos X) que operaba el personal de seguridad asignado a cada inmueble.
¿Otra más, de la política de austeridad? Los trabajadores sindicalizados y de confianza de Segob deben portar —desde hace una semana— con su credencial institucional en todo momento. Para ingresar y salir de los inmuebles, tanto los empleados como los visitantes deben permitir la inspección manual de bolsas, mochilas y cajas; esa es la única forma de evitar la sustracción indebida de algún bien mueble o informativo. ¡Qué tal!
Efectos secundarios
DISPUTADOS. Prefigurados, escenarios de alta competitividad en los bastiones panistas. En Yucatán, la contienda por la gubernatura coloca al abanderado morenista, Joaquín Díaz, a menos de 10 puntos del exalcalde meridense, Renán Barrera. Y en Querétaro, donde el extitular de la UIF, Santiago Nieto Castillo, fue postulado al Senado, Morena podría dar la sorpresa. Para evitar su avance, la cúpula blanquiazul ha recurrido a Roberto Gil, Germán Martínez y Javier Lozano.
¿SUBLIMINAL? Antes de iniciar su campaña por la alcaldía Benito Juárez, el diputado panista Luis Mendoza, quien preside la comisión de Radio y Televisión, impulsó entre sus colegas un extrañamiento público a Coca-Cola, por la reciente difusión de un videoclip de la cantante Belinda donde se hace apología de la violencia mediante el uso de armas de fuego, se promueven conductas que estimulan la violencia y se fomenta el consumo de esa bebida y de tabaco.