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Opinión

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¿Y los niños?

Llevamos más de un año viviendo esta pesadilla, se anuncia que nada detendrá el regreso a clases mientras maestras, madres y padres de familia, y colegios se preguntan ¿cómo? Se estima que para agosto la tercera ola esté en pleno pico, y hoy ya volvemos a ver actividades que se cancelan o posponen porque alguien del grupo ha resultado positivo: talleres, cursos de verano y demás actividades planeadas para ser presenciales. Se escuchan esas voces preocupadas por el rezago educativo de una generación que de saque ya estaba mal parada. Vemos los estragos emocionales del encierro en nuestros niños: enojo en los más pequeños, ansiedad y depresión en los adolescentes. Y todo esto no es ni siquiera un asomo de lo que la Covid-19 ha sido para los más vulnerables.

La UNICEF estimaba que con la pandemia el porcentaje de niños sin acceso a la educación y/o servicios de salud aumentaría de 47% a 56%, tomando en cuenta el número de familias que caerían en situación de pobreza. En México, según el CONEVAL, en 2018 el 48.8% de la población estaban debajo de la Línea de Pobreza por Ingresos, tras la pandemia es el 57.7% de la población.

Las afectaciones en la salud de los niños va mucho más allá de los generados por la presencia del SARS-CoV-2, sino todas las atenciones médicas y vacunas que dejaron de recibir gracias a la pandemia. México fue el quinto lugar en el mundo que más redujo la vacunación infantil.

Desde el inicio de la emergencia sanitaria en México, se hablaba de cómo el encierro aumentaría la violencia en contra de las mujeres, quienes en la mayoría de los casos ahora se encontraban encerradas en casa con su agresor, casas en las que seguramente se combinaban otros dos factores explosivos: el aumento de consumo de alcohol y la crisis económica. Los datos dieron la razón a las especulaciones. Aumentaron las llamadas a los servicios de emergencia por violencia, aumentó también el número de feminicidios. Cuando la violencia es parte de la dinámica en el hogar, los niños, niñas y adolescentes están también entre los más vulnerables.

El mismo documento de la UNICEF estima que un adicional de 10 millones de matrimonios infantiles habrán ocurrido antes de que termine la década gracias a la pandemia. Ya que este fenómeno aumenta ante diferentes factores como la crisis económica y el cierre de los colegios.

La directriz del gobierno sobre el regreso a clases es cantinflesca: sí regresamos, pero es opcional. Lo que quiera que esa estrategia signifique, algo queda más que claro, en este ciclo escolar sin aulas los adultos tampoco hemos aprendido nada.

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