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Y si México contara con una auditoría externa sobre la gestión del Covid
¿Por qué no contratamos una auditoría externa de la gestión de la pandemia? Somos el cuarto país con más muertos: 74,378 y líder mundial en decesos en personal de salud: 1,547 profesionales fallecidos. Las cifras son brutales, pero dejan margen a interpretaciones. El presidente elogia la manera en la que su equipo ha combatido la pandemia y el subsecretario López-Gatell se felicita por las vidas que se han salvado. Rechaza las críticas de The Lancet, una de las publicaciones más prestigiadas sobre medicina y los llama mentirosos. Tampoco acepta los consejos de seis exsecretarios de salud. Los rechaza con ironía y los acusa de tener motivaciones políticas.
¿Cómo calificaría el trabajo de López-Gatell un grupo independiente de expertos? El subsecretario es un héroe para los simpatizantes de la 4T. Un charlatán para los críticos. Somos muchos los que opinamos sobre su trabajo, pero la mayoría de los opinadores no tenemos el conocimiento técnico para evaluarlo, aunque tengamos información y sentido común. De cara a los que tienen conocimiento técnico y lo critican, el gobierno se puede dar el lujo de descalificarlos, porque desconfía de ellos y tiene mayoría en el Congreso.
Una auditoría externa podría ayudarnos a poner en el lugar correcto al doctor López-Gatell y a otros más. Serviría para entender lo que ha hecho cada uno de los actores relevantes en esta tragedia, entre otras el presidente, la Secretaría de Salud, el IMSS, el ISSSTE, los gobiernos locales y las empresas. En atención a un argumento que la 4T utiliza con frecuencia, una evaluación independiente podría también ayudarnos a entender qué parte de lo que está ocurriendo se debe a circunstancias heredadas de anteriores administraciones y cuál es el peso real que tienen factores como la ingesta de productos de alto contenido calórico.
No sé cuánto cuesta, pero cualquier cifra es barata comparada con el precio de seguir así. Pienso en un grupo de expertos, de preferencia internacionales sin vínculos obvios con grupos políticos de México. Un equipo de trabajo similar a los que evalúan un accidente de aviación o al grupo interdisciplinario que se integró para tratar de esclarecer lo ocurrido en Ayotzinapa. La designación de los expertos podría ser avalada por el Congreso y por alguna universidad prestigiosa, como la UNAM. Su costo podría ser sufragado con aportaciones de individuos, a través de una plataforma social de crowdfunding. Su tarea estaría enfocada en encontrar respuestas técnicas a las preguntas más relevantes y a elaborar recomendaciones: ¿cómo funcionó el sistema de compra de insumos y abasto para el personal médico?, ¿cómo debería funcionar?, ¿qué pasó con las pruebas y con el sistema de rastreo... qué debe hacerse?, ¿los reglamentos de operación fueron los adecuados para la infraestructura clave, como aeropuertos, aduanas, instalaciones petroleras, grandes empresas?, ¿cuáles son las mejores prácticas internacionales?
Del grupo de expertos no esperaría las tablas de Moisés, sino soluciones prácticas e insumos para elaborar reglamentos que no dependan del partido al que pertenezcan los gobernantes ni tampoco de su ideología. Su trabajo podría ayudarnos a incorporar las mejores prácticas internacionales, serviría para poner punto final a la controversia sobre el uso del cubrebocas y nos daría luz para reducir riesgos en zonas complicadas, como el transporte público y los tianguis. Estoy consciente de que la polarización política que vivimos hace mucho más difícil el combate a la pandemia. Pienso en una auditoría externa que utilice criterios técnicos tan claros que nos permitan sacar de la discusión los peores argumentos de corte ideológico. Estoy pensando en algo que nos sirva para acelerar la salida de este oscuro túnel. Una guía que nos preparare para lo que venga, sea una nueva ola de casos u otra pandemia.