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Opinión

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Ya es tiempo de que hablen los idiotas

Para los antiguos griegos, particularmente de Atenas, la política era algo a tomar muy en serio, no sólo para los que directamente la practicaban; la sociedad en general debía participar con esa actividad, era crucial porque finalmente, de ello dependería el bienestar de toda la comunidad. A los que no participaban en ella, les llamaban Idiótes (hoy idiotas), lo que en esa época no necesariamente tenía una relación con las capacidades intelectuales de las personas y solamente implicaba que, por apatía, o por intereses personales, ese individuo decidía libremente no manifestar públicamente su posición política.

Así las cosas, el término fue adquiriendo nuevas connotaciones y al llegar al S.XX, tras el desarrollo de los primeros modelos de exámenes psicométricos, resulta que las categorías en las que se clasificaban los resultados de los exámenes consideraban, dependiendo del nivel de IQ demostrado, edad mental menor a 3 años era idiota, entre 3 y 7 años era imbécil, de 7 a 10 años débil mental y arriba de 70 IQ normal; más de 130 superdotado. En ese orden de ideas, en el contexto de esa época, se da la asociación directa de idiota con alguien que cuenta con una muy baja capacidad intelectual, que por cierto, es la connotación generalizada que subsiste a la fecha.

Seguramente, en grupos familiares, colegas o de amistades, ya sean presenciales o a través de chats virtuales, por ejemplo, a través del WhatsApp, hemos visto cualquier cantidad de manifestaciones mediante gráficos, caricaturas, reflexiones o memes, en los que la gente cercana externa su sentir respecto a determinadas posiciones políticas. Claro, esas cruentas batallas se libran en el contexto del chat familiar, de colegas o de los amigos, en el que básicamente todos piensan en forma similar, y por lo tanto, no se advierte consecuencia alguna mayor a que alguna de los ancestros señale que no está de acuerdo; finalmente, no trasciende en lo más mínimo. En otras palabras, cabe dentro de la modalidad de chisme político en ese grupo. Hogar y hoguera tienen la misma raíz, pero uno implica amor y es hacia adentro; y el otro, es temor, fuego afuera que ahuyenta a las bestias.

Pero eso no era la concepción griega de hacer política, para ello había que ir al foro y decir públicamente lo que se pensaba con todas sus razones y argumentos, hay que poner la cara, decirlo frente a todos y justificarlo para que influya, para hacer política. Actualmente, es patética y notoriamente cobarde la forma en la que en las redes sociales se “defienden” las posiciones con personajes de diminuto tamaño y aterrador nombre, sin fotografía y seguidos de por lo menos 5 dígitos, o sea, lo que viene siendo el Bot que cuando no es realmente automatizado, en el mejor de los casos es un pobre diablo que atiende varios dispositivos activamente durante el día a cambio de una miserable contraprestación, mientras su jefe, el dueño de la granja gana algo más de dinero, y el político que los contrata es multimillonario. Ha de ser difícil, enterarse que el político al que “soporta” tiene mansiones en extranjero, come y bebe vinos extraordinariamente caros, adquiere tierras baratas que se vuelven posteriormente incosteables, su familia vive como príncipes, tienen casas y ranchos que ya quisiera un gran empresario que realmente genera empleos, etc. Gracias a Dios, hay chamba o recibimos alguna ayuda, dicen unos.

Es famosa la cita atribuida originalmente a Bertolt Brecht, realmente de Martin Niemöller:

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista;

Cuando encarcelaron a los social demócratas, guardé silencio, porque yo no era social demócrata;

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté porque yo no era sindicalista;

Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté porque yo no era judío;

Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar.”

La que sí es auténticamente de Bertolt Brecht dice “Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles”.

Finalmente, en algún momento de la vida, algunos decidiremos como empresarios, en los medios, y en la sociedad en general, cuando dejamos de ser idiotas. Ojalá (Dios quiera en árabe castellanizado) en honor a nuestra historia, por la sangre derramada para lograr una república, por nuestros descendientes, nuestra patria, sea todavía oportuno.

Twitter: @LBartoliniE

e-mail: lbartolini01@gmail.com

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