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La amenaza china en Taiwán

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OpiniónEl Economista

En este momento hay tres puntos estratégicos donde la guerra global se está desarrollando. Primero se encuentra el teatro en Eurasia, donde se lleva a cabo un conflicto que puede cambiar la historia europea de manera fundamental. Las fuerzas armadas rusas enviadas por Vladimir Putin a Ucrania para anexarse ese país se encuentran en una situación de estancamiento. Segundo, el conflicto israelí-palestino se ha metamorfoseado en una guerra entre Israel e Irán. El primero ha dado un golpe contundente a Hezbolá, que es un grupo terrorista islámico controlado por Teherán. Por su parte, los clérigos chiitas en Irán han atacado un par de veces al Estado judío con misiles.

El tercer centro de conflicto se encuentra en la región del Asia-Pacífico. Ahí, el régimen de Xi Jinping no deja de acosar militarmente a Taiwán. Recientemente Beijing desplegó parte de su fuerza aérea dentro de un espacio cercano a la isla de Formosa, como parte de un ejercicio militar, probablemente en respuesta a declaraciones del presidente Lai Ching-Te de que Taiwán es un país soberano.

El gobierno estadounidense no tardó en actuar, pero no fue suficientemente crítico de la decisión del gobierno chino y, más bien, llamó a la moderación de las dos partes.

Hay al menos tres variables que llevarían a China a intervenir en Taiwán. En primer lugar, la evolución del conflicto en Eurasia. Si Xi Jinping registra que Occidente decide dejar a Ucrania a su suerte, probablemente leerá tal renuncia como una indicación de que ni Estados Unidos ni Europa tendrán apetito para detener una intervención militar china en Taiwán. En segundo lugar, un triunfo de Trump en noviembre podría obligar al gobierno estadounidense a disminuir su presencia naval en Asia-Pacífico. Seguramente el premier chino evaluará los primeros meses en el poder de la administración Trump antes de lanzarse contra Taiwán.

En tercer lugar, la evolución socioeconómica dentro de China puede empujar al gobierno en Beijing a una aventura imperial, como una forma de desviar la atención de la situación doméstica. Una gran crisis en China no es del todo imposible. Incluso el geopolítico Peter Zeihan vaticina que ella desaparecerá en diez años, debido a sus problemas demográficos, a la gran crisis inmobiliaria que viene y al hecho de que los antiguos mandarines racionalistas del Partido Comunista han dado lugar al poder irracional de un solo hombre.

Ahora bien, una incursión de China en Taiwán no es algo fácil de realizar. En primer lugar, Taiwán está rankeado en el puesto número 24 a nivel mundial en cuanto a su poderío militar. Además no hay un servicio de inteligencia en el mundo que sepa las debilidades logísticas y militares de China como Taiwán. Si un ataque anfibio por parte de China pudiera convertirse en una pesadilla para Beijing, un despliegue aéreo con lanzamiento de misiles tendría un impacto devastador en la comunidad internacional. Además de que su impacto militar sería muy restringido.

Por otro lado, aún si Washington no reacciona como se esperaría, muy probablemente Japón, Corea del Sur y otras potencias regionales como Australia y Nueva Zelanda responderían de inmediato. Por lo pronto, los países del mundo harían bien en enviar el mensaje de que la seguridad de Taiwán debe mantenerse a toda costa.

*Ángel Jaramillo Torres es internacionalista y politólogo. Actualmente es miembro del SNI, nivel 1 y asociado del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI).

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