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América Latina y el Caribe en un entorno convulso: riesgos y oportunidades
Latinoamérica es una región que está acostumbrada a convivir con la inestabilidad. La dependencia de exportaciones de recursos naturales causa ciclos de expansión y desaceleración frecuentes. Sin embargo, el actual entorno internacional y los profundos cambios en la geopolítica amenazan con intensificar la incertidumbre y crear nuevos desafíos para la región. También se pueden presentar oportunidades producto de su riqueza en minerales críticos para la transición energética y el auge de la digitalización, así como la posibilidad de ser un actor relevante en la mitigación del cambio climático y la seguridad alimentaria global.
La llegada al poder de Donald Trump en los Estados Unidos representa nuevos desafíos para América Latina y el Caribe. El incremento de aranceles a países como México y Brasil, así como su uso para presionar a naciones a aceptar otras políticas de la administración norteamericana, como sucedió recientemente con Colombia al oponerse temporalmente a recibir vuelos de deportación, ejemplifican una nueva forma de diplomacia económica que no beneficia a los países cuyo comercio depende mayoritariamente de los Estados Unidos.
En una guerra comercial solo hay perdedores. El incremento de tarifas a ciertos productos y la posterior retaliación por parte de los países afectados causan inflación al generar aumentos en los precios de los bienes impactados. Esto, en un período de altas tasas de interés, impide continuar con la tendencia decreciente de las mismas e, incluso, podría provocar su aumento, afectando negativamente el consumo y la inversión. Adicionalmente, la esperada reducción del comercio internacional debido al aumento de aranceles ocasionará una desaceleración del crecimiento económico y un incremento del desempleo a nivel mundial.
Por otra parte, muchos países de la región, especialmente en América del Sur, han aumentado sus vínculos comerciales, financieros y de inversión con China, lo cual no es bien visto por el vecino del norte y generará fricciones comerciales y tecnológicas adicionales con el gobierno norteamericano. Un elemento adicional son las nuevas políticas migratorias y de seguridad que la administración de Donald Trump lleva adelante.
Si bien no son probables las deportaciones masivas desde los Estados Unidos a América Latina debido a las necesidades de mano de obra por parte de las empresas norteamericanas, el incremento del flujo de deportados y el endurecimiento de las políticas migratorias pueden tener un importante impacto social en algunos países latinoamericanos. Estos, además, han experimentado en los últimos años los desplazamientos migratorios de millones de venezolanos, lo que ha generado presiones en los servicios públicos de varios países de la región.
Otro riesgo son las nuevas políticas de seguridad norteamericanas, que designan a grupos delictivos como terroristas, lo que podría acarrear sanciones y restricciones a inversiones legítimas y complicar la circulación de capitales financieros, afectando negativamente el crecimiento económico de la región.
¿Cómo puede América Latina y el Caribe mitigar estos riesgos y encontrar oportunidades dentro de la adversidad? Lo primero es hacer los deberes. En primer lugar, es crucial mantener la estabilidad macroeconómica a través de la consolidación fiscal y la independencia de los bancos centrales de la región, que han sido clave para manejar la incertidumbre cambiaria y reducir la inflación. En segundo lugar, es necesario retomar con mayor fuerza las reformas estructurales pendientes.
Entre las tareas pendientes, probablemente la más importante es la transformación productiva de la región, que implica la diversificación de sus economías y el aumento de la complejidad de sus exportaciones. Para ello, son clave la inversión en capital humano, el cierre de las brechas en infraestructura y la diversificación de mercados. Hay que aprovechar lo que se tiene e impulsar sectores como la agroindustria, el turismo sostenible y la economía verde.
Las riquezas naturales de la región son una importante herramienta de negociación. Es el momento de integrarse con regiones afines, como la Unión Europea, donde se comparten valores democráticos, culturales y, en los casos de España y Portugal, lingüísticos. En este contexto, es urgente la finalización del acuerdo MERCOSUR-Unión Europea, y los líderes de ambos bloques deben entender la importancia geopolítica del mismo, más allá de lo meramente comercial y económico, para poder hacer contrapeso a Estados Unidos y China.
Contar con las mayores reservas de litio y cobre, minerales clave para la transición energética y digital, así como con el potencial de alimentar a gran parte del planeta, son definitivamente activos de la región en los que se debe apalancar para mejorar su posición global y tener voz en las discusiones relacionadas con el cambio climático y la seguridad alimentaria.
Vienen tiempos complejos, y la capacidad de adaptarse y mitigar los riesgos económicos y geopolíticos será clave. América Latina y el Caribe tendrá que navegar por aguas turbulentas, pero una combinación de consolidación económica y cambio estructural, junto con el aprovechamiento de sus ventajas naturales y la búsqueda de nuevas alianzas, puede producir resultados positivos y permitir a la región aprovechar las oportunidades que acompañan a las crisis y encaminarse por una senda de desarrollo económico y de mejora del bienestar de los latinoamericanos.
*El autor es profesor asociado de Economía y director del observatorio de América Latina en IE University