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Opinión

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Capitalismo, emisiones de CO2 y competitividad en empresas

En el siglo del calentamiento global, y de la radical transición económica en curso hacia la sustentabilidad, el capitalismo juega un papel crucial en el indispensable desarrollo tecnológico, movilización de ahorro para inversión privada masiva en nuevas tecnologías, mercados de carbono, mercados de energía limpia, financiamiento “verde”, y, exigencia de reporte de emisiones, análisis de riesgos climáticos, y estrategias de descarbonización a empresas. Esto último, por parte de consejos de administración, inversionistas, instituciones financieras, proveedores y clientes (que buscan reducir emisiones en su propia cadena de valor), consumidores, y mercados financieros y de valores. Todo ello implica, por un lado, la construcción de inventarios de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en empresas, y el diseño de estrategias de reducción de emisiones. Y por el otro lado, integrarlas con políticas financieras y de competitividad a largo plazo, en el contexto de iniciativas de cumplimiento y certificación (Compliance ASG) ambiental, social y de gobernanza. El no hacerlo, puede significar riesgos considerables de reputación, operativos, de costo de capital, comerciales, regulatorios, y de transición. Diversas entidades internacionales promueven la revelación de información climática de las empresas, sobre el principio de que la información plena es un factor clave no sólo de eficiencia en una economía de mercado, sino de sustentabilidad. Tal es el caso del Task Force on Climate-related Financial Disclosures (TCFD), Science Based Targets Initiative (SBTi), Securities and Exchange Commission, Carbon Disclosure Project, Global Reporting Initiative, Norma ISO 14064, Climate Disclosure Standards Board (CDSB), Carbon Trust Standard, Eco-Management and Audit Scheme (EMAS), y el B Corp Certification. 

Cada empresa y sector económico presenta desafíos propios de construcción de inventarios de GEI y de estrategias de descarbonización. De hecho, existen varios GEI que pueden ser específicos para cada actividad o empresa, además del propio Bióxido de Carbono (CO2), como el Metano (CH4), el Óxido Nitroso (N2O), y los gases Hidro-fluoro-carbonados (HFC). Todos ellos se miden en una sola unidad de cuenta que es el Bióxido de Carbono Equivalente CO2e. (De manera un poco confusa, se les llama “Carbono” en su conjunto). Sin embargo, todos los inventarios de emisiones se construyen de acuerdo a la metodología del Greenhouse Gas Protocol (GHG Protocol), midiendo emisiones directas en las propias instalaciones de la empresa (Scope 1), emisiones indirectas por el uso de electricidad generada por fuentes térmicas (Scope 2), e indirectas flujo arriba y flujo abajo en la cadena de valor en insumos, productos y procesos (Scope 3), como puede ser el transporte de mercancías o empleados. Utilizar el GHG Protocol ofrece homogeneidad, transparencia, objetividad y comparabilidad, y desde luego, procedimientos y métricas de cálculo estandarizados. Los inventarios de emisiones permiten, además de desarrollar estrategias de descarbonización, rediseñar productos y procesos para hacerlos “verdes”, identificar y utilizar insumos con baja huella de carbono, y optimizar el abastecimiento y consumo de energía.

Es preciso advertir que las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de una empresa representan verdaderos pasivos en sus estados financieros, lo que eleva el costo de capital. Bancos e inversionistas irán jugando cada vez más un papel de fiscalizadores, en donde las emisiones de GEI requerirán mayores activos para respaldarlas. Empresas con altas emisiones de GEI serán equivalentes a empresas con un considerable apalancamiento, y, por tanto, con mucho mayor riesgo. Cada vez más, inversionistas demandan un análisis riguroso de la huella de carbono de una empresa en decisiones de compra, fusión, o inversión, con la finalidad de entender a cabalidad su valor ante diferentes escenarios de precios o costos de emisiones que eventualmente afectarán a la empresa, por ejemplo, en el caso de un impuesto al carbono, regulaciones gubernamentales, bonos de carbono, participación obligada en mercados de emisiones, o impuestos compensatorios de carbono a importaciones (Carbon Border Adjustments). Así, las empresas deberán de gestionar sus procesos productivos y cadenas de valor con el objetivo de reducir sus pasivos de GEI, y diseñar e instrumentar planes a largo plazo de descarbonización. Las estrategias de descarbonización se construyen con base en el inventario de emisiones y en curvas de costos marginales de reducción de emisiones con la finalidad de asegurar racionalidad económica en todo el ejercicio.

Tales curvas incluyen todas las tecnologías o cambios de procesos, insumos y productos disponibles, empezando por aquellas de costo cero o negativo (es decir, que llevarlas a cabo significa ahorros y menores costos, como sería el caso de la eficiencia energética). Ejecutivos de finanzas deben trabajar de la mano con ingenieros de proceso y de desarrollo de productos y servicios, para evitar riesgos y costos, o reducirlos al mínimo, o bien, para aprovechar nuevas oportunidades de mercado. Ejecutivos de finanzas deben aprovechar su experiencia en sistemas de contabilidad con la finalidad de cumplir con objetivos integrados financieros y de carbono, optimización de estrategias, presupuestación de reducciones de emisiones, y necesidades de compensación de emisiones (en su caso).

Político, ecologista liberal e investigador mexicano, ha fungido como funcionario público y activista en el sector privado. Fue candidato del partido Nueva Alianza a Presidente de México en las elecciones de 2012.

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