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Opinión

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Para celebrar su año, escuchar al Dragón Rojo

Foto: Archivo General de la Nación

Foto: Archivo General de la Nación

No se ha dado cuenta, lector querido, ni siquiera puede acusársele de olvido porque es imposible recordar lo que no ha tenido registro en su memoria. Tal vez conozca su nombre. Por alguna noticia lejana, el letrero de una calle o cierta perdida resonancia de la tarea de Historia de México que nunca entregó en la secundaria. Hoy, importa menos que nunca. Porque estamos en la fecha precisa, ya empezó a leer estas palabras y en pocas horas más no necesitará atender a la palabra escrita. Podrá escuchar, sobre el personaje que nos ocupa hoy, todas las aventuras y desventuras de su vida sólo encendiendo la radio.

Sepa, mientras tanto, que este año es su año por múltiples razones: conmemoramos los cien años de su muerte y los 150 de su nacimiento, fue el revolucionario más vanguardista, reformador y apasionado de todos los que nos acordamos. Sus talentos, fueron muchos: autodidacta y lector voraz, fue editor, periodista, músico y compositor, jugaba beisbol, y aunque no sabía “ni jota de inglés” hablaba con fluidez la lengua maya. Le decían el Dragón rojo ojos de jade, el Apóstol de la Raza de Bronce y el Abraham Lincoln del Mayab. Se trata de Felipe Carrillo Puerto.

Nacido el 8 de noviembre de 1874, en Motul, Yucatán, Felipe fue el segundo de los catorce hijos que tuvo el matrimonio formado por Adela Puerto y Justino Carrillo (Elvia, Enriqueta, Felipe, Hernilda, Josefa, Gualberto, Eraclio, Eliodoro, Audomaro, Acrelio, Edesio, Benjamín, Angelina y Wilfrido) y se distinguió desde pequeño por su temperamento aguerrido y la definitiva empatía y hermandad que tuvo por sus hermanitos mayas desde sus primeros años.

Destinado a convertirse en gobernador de su estado y tal vez influido por el hecho de que su padre había renunciado a su cargo como jefe político durante el porfiriato, cuando se dio cuenta de que su labor principal era “devolver a sus dueños a los esclavos que se hubieran escapado” -es decir, combatir contra los mayas alzados que realizaban toda la labor de cultivo y trasiego del henequén- Felipe siempre tuvo conciencia de la iniquidad y la desigualdad brutal que operaban en su tierra. Situaciones que, poco a poco, fueron configurando su ideología política y obligándolo a reunir sujeto con predicado, convertir en acciones sus intenciones y concebir una línea de prioridades a resolver en donde la situación agraria, educativa y social de los mayas estuviera en los primeros lugares y, en los últimos, no temer que lo reprimieran, persiguieran y lo llevaran a la cárcel muchas veces para obtener justicia-. (Famoso, el episodio de su vida por el que fue encerrado a los dieciocho años tras exhortar a los campesinos mayas a derribar una cerca construida por los hacendados de Dzununcán para impedirles el paso a sus viviendas, pues deslucían el brillo de las residencias de la Casta Divina).

La carrera política de Felipe Carrillo Puerto, institucionalmente hablando, cuando se convirtió de síndico del ayuntamiento de Motul en 1899 y llegó a su máximo esplendor cuando, en 1921, ganó, por irrefrenable mayoría, las elecciones para gobernador, como candidato del Partido Socialista del Sureste, aplastando al Partido Liberal Yucateco, al Partido Democrático y al Partido Liberal Constitucionalista. En su primer discurso, pronunciado en lengua maya dijo las siguientes palabras

“Yucatán es maya. El extranjero que quiera entender nuestro problema y nuestras posibilidades debe comprender ese hecho simple. Nuestro pueblo tiene una larga historia; tiene un pasado grande, una fabulosa, una tradición rica, una memoria tenaz y una paciencia infinita. Durante cuatrocientos años nuestro pueblo ha sido un pueblo de esclavos; esclavos de un extranjero que nada conocía de nuestra vida y quien condenó nuestra cultura como si ésta fuera el trabajo del diablo. Fuimos físicamente conquistados por el español, pero nuestra vida cultural persistió. No solo retuvimos nuestro bello lenguaje, nuestras costumbres, nuestro tipo de habitación, nuestra religión bajo un nuevo nombre, nuestro vestido, nuestra comida, sino también nuestros cantos, nuestras danzas y relaciones sociales que han seguido realizándose a través de los siglos, a pesar de la persecución y a pesar de la negación “

Las acciones de gobierno de Carrillo Puerto fueron totalmente acordes a los preceptos agraristas de Emiliano Zapata, con acentos a favor del feminismo, el sufragio y la participación política de las mujeres, orientadas a la transformación de la educación y el trabajo, pero, sobre todo, realizadas sobre la convicción de que el respeto comunitario y la libertad eran los elementos primordiales de la justicia. Un parteaguas en nuestra Historia política del siglo XX.

Las profecías mayas se cumplirán, unas hoy y otras, mañana, juran que solía decir Carrillo Puerto. No lo sabremos nunca, pero hoy, porque es lunes, le ofrezco un regalo y una certeza: escuchar el primer episodio de la radionovela, “El hermano Felipe y su revolución del Mayab”- producida por Radio Educación y el INEHRM, con autoría de la que suscribe y que se transmitirá a las tres de la tarde por el 95.6 FM y o por el 1060 A.M. dos horas después. Una aventura sonora que durará cinco días y que, tal vez, cuando llegue sábado quiera escuchar otra vez.

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