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Claudia y los castillos de arena
“…Cumple lo que prometes. Es mejor que no prometas, y no que prometas e incumplas.”
Eclesiastés 5:4-5
Las promesas de los políticos con como castillos de arena bajo el sol, pero rara vez sobreviven a la fuerza de la marea. De la misma forma, la presidenta Claudia Sheinbaum lanzó esta semana el ambicioso ‘Plan México’, cargado de compromisos económicos que ignoran las debilidades estructurales que su partido causó.
La presidenta presentó este lunes un plan ambicioso en pero ignora los malos cimientos estructurales que dejaron las recientes reformas estatistas y populistas de su partido. No obstante, la presidenta tiró toda la carne retórica al asador. Su plan será “de largo plazo” para que México se convierta en la décima economía del mundo.
Además, mezcla viejas fórmulas como la sustitución de importaciones con el nacionalismo económico de la 4T pero con la invitación a invertir de la iniciativa privada en proyectos de infraestructura y hasta energías renovables y tecnologías limpias, ignorando el historial de retrocesos en la materia durante el gobierno pasado y las reformas impulsadas en éste.
El gran problema de fondo es que todo este castillo retórico se cae ante la evidencia. El gobierno de López Obrador dejó las finanzas públicas en estado crítico, con un incremento histórico del 4.3% del PIB, en gran medida para ganar las elecciones de 2024 con base en repartir dinero sin límites. Aun así, la presidenta continúa y quiere incrementar varios programas sociales que, aunque generan una sensación de abundancia, no son sostenibles ni productivos. Quieren seguir gastando desaforadamente para ganar votos.
Además, están las devastadoras reformas constitucionales y legales. Se desvalijó el Poder Judicial mediante una alteración constitucional sin ningún sentido más que para darle gusto al expresidente. Se desmantelaron los órganos reguladores que daban cauce y orden a los sectores económicos más relevantes y tendientes a monopolizarse. Todo para volver al modelo estatista en donde el gobierno tomará decisiones regulatorias con base en criterios políticos y de rentas económicas para unos pocos. En otras palabras, las reglas cambian al gusto del político en turno.
También se ignoran los graves problemas de inseguridad pública y delincuencia organizada. La política de ignorar a la delincuencia con ejercicios retóricos populacheros como los “abrazos, no balazos” ha expandido la influencia y alcance de la delincuencia en todos los ámbitos económicos. Por más que se prometa incrementar el “contenido nacional en las cadenas globales de valor”, la realidad es que la extorsión en estados como Michoacán y Veracruz genera a productores y comerciantes costos adicionales a ese “contenido nacional”. Además, las carreteras son sumamente inseguras y propensas a más de 20,000 robos al transporte de carga al año.
Y, ¿qué decir del sector energético? El gobierno quiere estar en la misa y en la procesión al mismo tiempo. Mientras “impulsa” a PEMEX, la empresa petrolera con mayores deudas del mundo también quiere promocionar las energías limpias. Mientras la CFE quema combustóleo -del desperdicio de la ineficiente refinación de PEMEX- para generar electricidad, el gobierno también quiere “promover prácticas empresariales sostenibles y la adopción de tecnologías limpias”.
Quizás la edad me ha hecho más escéptico. Quizás también la experiencia me dice que las promesas construidas sobre falsos cimientos solo son eso. El tiempo dirá si el ‘Plan México’ sobrevive al embate de la realidad, pero los cimientos actuales sugieren que será otro castillo de arena arrastrado por la marea.