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Cómo convertir los aranceles de Trump en una oportunidad para China
Los datos de los últimos seis años plantean serias dudas sobre si la guerra comercial de Estados Unidos con China está sirviendo a sus intereses. Mientras que las empresas chinas se adaptaron mejorando sus cadenas de suministro, los fabricantes estadounidenses tuvieron que lidiar con mayores costos de insumos y redes de producción perturbadas.
BEIJING – Cuando el primer gobierno del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó su guerra comercial contra China en 2018, el objetivo era claro: Trump quería reducir la dependencia de Estados Unidos de los productos chinos, proteger la industria nacional y frenar las ambiciones globales de China. Seis años después, los resultados cuentan una historia diferente: lejos de aislar a China, los aranceles estadounidenses –muchos de los cuales mantuvo el gobierno de Biden– han ampliado inadvertidamente su huella global. La estrategia de contención de Estados Unidos se convirtió en un trampolín para que las empresas chinas se diversificaran, innovaran y se expandieran.
Este resultado ayuda a explicar por qué China está más tranquila ante las nuevas amenazas arancelarias que la primera vez. China no solo ha adquirido una valiosa experiencia de las negociaciones anteriores con Trump; también lleva mucho tiempo preparando su propia estrategia de reducción de riesgos, que implica alejarse de Estados Unidos. Su mantra estratégico ahora es “abandonar las ilusiones y prepararse para la lucha”.
La guerra comercial estadounidense ya había desatado un frenesí globalizador en China, y muchas empresas reubicaron su producción para eludir los aranceles. De ese modo, lograron una mayor eficiencia de costos y aprovecharon los acuerdos comerciales regionales con otros mercados en rápido crecimiento. Por eso, el comercio de China con los miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático ha crecido un 11% en los últimos años, y sus importaciones y exportaciones a los mercados de la ASEAN aumentaron un 10% solo en los primeros ocho meses de este año.
La guerra comercial tampoco disminuyó la competitividad china. La participación global de China en las exportaciones está aumentando a medida que disminuye la participación de Estados Unidos. Demostrando su elasticidad de la oferta, China reasignó sin problemas sus exportaciones de Estados Unidos a otros mercados. En una economía que por lo demás está en dificultades, las exportaciones chinas han sido un raro punto brillante, con un crecimiento anual promedio del 11,7% entre 2019 y 2022. Algunos sectores, como las baterías de litio y los módulos fotovoltaicos, incluso han crecido exponencialmente en los últimos tres años.
Empresas emblemáticas como BYD (fabricante de vehículos eléctricos) y Xiaomi (tecnologías de consumo) se expandieron agresivamente al sudeste asiático, México y África. CATL (baterías) optó por ignorar el mercado estadounidense y centrarse en Europa. Temu (comercio electrónico de bajo costo) eludió las cadenas de suministro tradicionales y penetró en nuevos mercados. ByteDance (propietaria de TikTok y otras plataformas) trasladó sus inversiones a Argentina, Dinamarca y Kenia, mientras construía centros de investigación y desarrollo en Australia e invertía miles de millones de dólares en centros de datos en Europa.
Las empresas chinas adoptaron plenamente el adagio de Nietzsche de que “lo que no te mata te hace más fuerte”. Encuestas recientes indican que el 90% de las empresas chinas están considerando expandirse al extranjero, y el 86% de las pequeñas y medianas empresas especializadas ya están implementando planes concretos para hacerlo. Entre 2015 y 2023, el 89% de las empresas chinas de automoción y autopartes comenzaron a operar a nivel mundial, y se espera que el sector de equipos médicos haya crecido más del 30% interanual en 2024.
Estas cifras plantean preguntas obvias sobre si la guerra comercial está sirviendo a los intereses estadounidenses. Mientras que las empresas chinas se adaptaron mejorando sus cadenas de suministro, los fabricantes estadounidenses han tenido que lidiar con mayores costos de insumos y redes de producción interrumpidas. Al obligar a China a alejarse de Estados Unidos, los aranceles erosionaron aún más la influencia y el apalancamiento estadounidenses, lo que se refleja en el creciente uso internacional del renminbi. Muchos de los socios comerciales de China ahora liquidan transacciones en su moneda.
Aún más preocupante para Estados Unidos es la profundización de la influencia de China en su propio patio trasero. La inversión china en México se duplicó en 2018 en comparación con el año anterior, lo que estableció a China como uno de los inversores extranjeros y socios comerciales de México de más rápido crecimiento. La inversión extranjera directa china sigue aumentando (creció un 10,9% interanual en 2024), pero ahora se está redirigiendo desde Estados Unidos a la ASEAN, Europa del Este y Oriente Medio, donde Arabia Saudita se convirtió en su mayor receptor en 2022. Estas regiones ven cada vez más a China como el socio más confiable.
Sin duda, los aranceles dañaron a ambas economías. El desvío del comercio chino a países como México y Vietnam aumentó los precios y redujo la interdependencia entre las dos mayores potencias del mundo implica mayores riesgos para la estabilidad económica global. El momento para una mayor escalada de las tensiones difícilmente podría ser peor. La inflación ahora plantea un desafío mucho mayor para Estados Unidos que hace cinco años, y la economía de China es significativamente más débil que en 2018. Tiene menos capacidad y menos apetito para emprender represalias agresivas. Imponer aranceles adicionales a las empresas estadounidenses simplemente aumentaría los costos de las empresas chinas.
Por lo tanto, la única opción de China para contrarrestar los efectos de una nueva guerra arancelaria es abrirse aún más, como ha subrayado repetidamente el primer ministro Li Qiang en las últimas semanas. Eso significa eliminar los aranceles sobre el 100% de los bienes del mercado. El objetivo es impulsar la apertura económica en los países más desarrollados y posicionar a China como “la oportunidad del mundo” en un momento en que Estados Unidos se está ensimismando.
Esta estrategia podría ayudar a China a concretar sus ambiciones globales, o podría revelar sus vulnerabilidades subyacentes. Mucho dependerá de su capacidad para abordar desafíos internos críticos. Si bien la apertura unilateral puede aliviar temporalmente las presiones externas, la verdadera resiliencia económica requerirá un mayor consumo interno. Lo mejor que China puede hacer por el resto del mundo es fortalecer sus propios cimientos económicos.
La autora
Profesora asociada de Economía en la London School of Economics, es una joven líder global del Foro Económico Mundial y autora de The New China Playbook: Beyond Socialism and Capitalism (Viking, 2023).
Traducción:Esteban Flamini
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