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Opinión

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¿Por qué no conviene endeudarte? (Parte 1 de 2)

Patrimonio

En este espacio he hablado mucho sobre lo importante que es cambiar ese paradigma de comprarlo todo hoy y pagar después. Parece que para muchas personas, el crédito es la única manera de hacerse de cosas. 

Es demasiado fácil caminar por el centro comercial, ver una prenda que nos encantó y decir: “la voy a comprar, al fin que la puedo pagar a meses sin intereses”. Esto significa: “no tengo el dinero hoy, no me alcanza, pero voy a comprometer mi ingreso futuro y quizá sacrificar otras metas importantes, para poder tenerla”.

Mucha gente me ha dicho que la única manera de comprar un bien de alto valor, como un refrigerador o un auto, es a crédito. Algunos incluso se engañan pensando que mientras más largo es el plazo, mejor porque así las mensualidades les quedan más “cómodas”. No se dan cuenta que terminan pagando tres veces su precio original (por un bien que además, se deprecia rápidamente), además de que comprometen parte de su ingreso futuro durante todo ese tiempo, limitando su capacidad de ahorro.

Esta mentalidad es muy común, porque toda la publicidad, incluso la emitida por las instituciones financieras que tanto presumen sus programas de “educación financiera”, nos hace pensar de esta manera. Es ya el paradigma con el que opera la enorme mayoría de la población, como si fuera una verdad establecida y absoluta.

Por eso, cuando escribo mis reflexiones sobre cambiar este paradigma, muchos me tiran de “loco”. He recibido mensajes realmente desagradables de algunos lectores, quienes afirman que no comprendo la “realidad” y los bajos salarios con los que vive la mayoría de la población en México. Algunos me han dicho que si se endeudan es porque no les alcanza con lo que ganan, pero no se dan cuenta que de esta forma les alcanzará todavía menos y menos.

Para ellos, el crédito es la única manera como pueden salir adelante. Piensan que les ayuda a hacer más, cuando en realidad les limita y les impide crecer. Por eso es tan importante ampliar nuestra perspectiva.

Yo también caí en esa forma de pensar. Me casé y fui papá muy joven y cuando me empezó a ir un poco mejor en el trabajo, fui con mi esposa a una “venta nocturna” y adquirimos una pantalla plana que estaba en oferta, a 15 mensualidades sin intereses. Aunque fue algo planeado, nos fuimos por un modelo un poco mejor, que costaba más caro. Sabía que podía pagar la mensualidad sin problemas.

Pero en mis cálculos no tomamos en cuenta que nuestra hija terminaba el jardín de niños y la colegiatura de la escuela primaria iba a ser considerablemente más elevada. Además habría que comprar nuevos uniformes, los útiles escolares, entre otros gastos que no había preparado (aún no había descubierto la metodología para el plan de gastos que aquí he descrito muchas veces).

Aunque salimos adelante porque teníamos algunos ahorros y nuestras finanzas estaban sanas, tuvimos que apretarnos demasiado y recortar muchos otros gastos. El compromiso de 15 meses (un año y tres meses) se nos hizo eterno. Cuando se terminó sentimos un alivio inmediato y una diferencia notable. Como si nos hubieran quitado 10 toneladas de encima. De repente, nos empezó a alcanzar para muchas cosas y pudimos retomar el ahorro para metas de largo plazo, para construir un futuro mejor.

Tienes que entender que tomar una deuda, aún a meses sin intereses, es restar dinero a tu ingreso futuro. Si hoy ganas 12,000 mensuales ya libres, después de impuestos, pero tienes que pagar 2,000 por tus compras a meses sin intereses, entonces sólo tendrás 10,000 para todas tus demás necesidades.

Eso te quita libertad, limita tu capacidad de hacer otras cosas que te gustaría con tu dinero y también te impide ahorrar e invertir para poder construir una libertad financiera.

Ahora bien, no todas las deudas son sin intereses. Muchas personas pagan enormes cantidades a las instituciones financieras todos los meses, todo porque no saben manejar su dinero y porque tienen ese paradigma de que la única forma es comprar hoy y pagar después. Hablaremos más sobre ello en la segunda parte.

Ejecutivo de alto nivel en seguros y reaseguro con visión estratégica de negocio, alta capacidad de liderazgo, negociación y gerencia. Además es columnista de Finanzas Personales en El Economista, Coach en Finanzas Personales y creador de la página planeatusfinanzas.com

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