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La coyuntura arancelaria para México
“La filosofía del proteccionismo es una filosofía de guerra”.
Ludwig von Mises, economista austriaco.
En la última semana ha habido una enorme cantidad de opiniones, más o menos informadas, a veces cambiando en el transcurso de unas cuantas horas, de distintos especialistas financieros y económicos sobre el futuro crecimiento de México. Ello, a raíz de las políticas comerciales que se han venido anunciando, desde el inicio de la nueva administración Trump.
A partir del anuncio formal de la imposición de tarifas hace una semana; con un listado detallado de países y porcentajes, en muchos casos inconsistente por parte del gobierno norteamericano; así como de la revelación de una fórmula simplista e incongruente en términos económicos para determinar el nivel de los aranceles; sorpresivamente para muchos analistas y especialistas, la perspectiva hacia México se tornó mucho más optimista de lo que tan solo unas semanas previas se tenía como consenso.
La exclusión de México de ese listado de aranceles complementarios, así como el que implícitamente se mantuviera en términos generales cerca de los aranceles existentes bajo el T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá), fue interpretado como una ventaja competitiva de nuestro país frente a la confrontación directa con países y regiones como China y Asia y la Unión Europea.
Para la mayoría de los analistas que tienen una visión mucho más integral de los fenómenos económicos y no estrictamente una pragmática, se reconoce que la profundidad y complejidad de la relación comercial entre México y Estados Unidos es tal que es extraordinariamente difícil que ésta se desmantele, simplemente a partir de un proceso coyuntural de proteccionismo que, por sus implicaciones prácticas, aun llevándose a cabo por parte del gobierno norteamericano, es poco probable que sea de una duración significativa por los efectos negativos que tendrían hacia la economía de ese país y que hoy además generan una enorme volatilidad y caídas importantes en los principales índices accionarios.
La dificultad que para Estados Unidos tendría superar factores de competitividad, como por ejemplo el diferencial salarial y la disponibilidad de mano de obra para ciertas tareas de manufactura, hace muy poco probable que este intento de relocalizar producción manufacturera hacia el interior de EUA tenga un efecto importante y significativo.
Por otro lado, la percepción que se tenía de que la confrontación con China era aislada y no necesariamente implicaba una confrontación con el resto de Asia, no se ratificó en los anuncios arancelarios, que también castigan economías que teóricamente podrían haber sido beneficiadas de tendencias de nearshoring como Vietnam, Camboya o Malasia. Ello situaría en una ventaja comparativa a México, que en ese contexto no se percibe como un absoluto adversario comercial de Estados Unidos y que mantiene ventajas de proximidad geográfica y dinámica de interacción comercial previa.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial han coincidido en una visión de que México, como plataforma manufacturera, sobre todo en automotriz y electrónica, podría consolidarse, siempre y cuando mantenga estabilidad en el acceso al mercado estadounidense.
Para muchos analistas, sin embargo, persiste la visión de que existen elementos hacia el interior de nuestro país que pueden generar presiones adicionales que afecten el intercambio comercial. En términos de la narrativa del propio gobierno norteamericano, las reformas pendientes o en proceso, la percepción de corrupción y la presión del crimen organizado fueron señaladas como lastres para el crecimiento a largo plazo. Asimismo, otros factores que pueden afectar severamente el desempeño de nuestro país son los temas regulatorios en energía, competencia, agua y judicial.
McKinsey ha destacado que México podría captar mayor Inversión Extranjera Directa (IED) al convertirse en un refugio para empresas que buscan eludir aranceles, especialmente asiáticas y europeas, con sectores como el de aeronáutica y la agroindustria beneficiarios potenciales en este proceso.
Por supuesto, para muchos persiste la preocupación derivada del elevadísimo nivel de interrelación entre nuestra economía y la norteamericana; sin embargo, como ya he comentado en otras colaboraciones, la perspectiva de que en el corto plazo podamos sustituir nuestros mercados de exportación es prácticamente inexistente.
Si en medio de la volatilidad seguimos siendo un jugador estratégico para atender la demanda de consumidores estadounidenses y para participar en cadenas de integración productiva con estados fronterizos como Texas, podremos sortear de mejor manera la turbulencia arancelaria y tener una ventaja competitiva respecto de otras regiones del mundo.