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Las cuerdas de papel de la democracia
Voy a aprovechar estas fechas para alejarme de la atracción que ejerce comentar la actualidad para tomar un camino tangencial. Es decir, conectado con el estado de cosas, pero disparado hacia la teoría. Veo tanto en Latinoamérica como en Estados Unidos una crisis profunda de la democracia liberal. La posición del péndulo siempre oscilante entre las libertades, de un lado, y el gobierno de la mayoría, del otro, se encuentra marcadamente de lado de la mayoría. Es decir, hoy parece más importante hacer lo que “dictan” las mayorías, que proteger las libertades. Es evidente la tensión entre las posturas. Las sociedades se pueden tirar al abismo en momentos de pasión irracional. Si no me equivoco fue el filósofo noruego Jon Elster quien planteó que las democracias, si quieren actuar racionalmente, deben atarse a un mástil, como Ulises, para no caer ante la tentación del canto de las sirenas, ya sean autoritarias o populistas. Atarse al mástil es poner reglas muy estrictas para cambiar la constitución: supermayorías, aprobación por dos legislaturas consecutivas, y yo sumaría: prohibición de modificar los principios fundamentales de la constitución.
Otros dos puntos podrían discutirse: cómo impedir los casos como el de Yunes, que fue votado por los panistas para oponerse a las reformas oficialistas y que, sin embargo, terminó votando con estos últimos. Los representantes no deberían poder darle la espalda a la plataforma por la que fueron elegidos. Sin embargo, esto conduce al segundo punto: necesitamos deliberación y prohibirles a los representantes cambiar de opinión es un límite que parece atentar contra el debate. Claro, en teoría las urnas castigan a los que no cumplen con sus programas, pero ese castigo bien puede no llegar. Quizá si un representante, tras un debate adecuado, decide cambiar de opinión, debería someterse a una consulta antes de poder votar. Algunos dirán que la democracia mexicana se amarró cual Ulises al mástil, al exigir voto de dos terceras partes y la mayoría de los congresos, para cambiar la constitución. El problema es que si bien esas reglas son estrictas, se hallaron los caminos para someterlas. Morena no obtuvo dos terceras partes de los votos en las urnas, sino gracias al modelo de sobrerepresentación y la corrupción. Las sirenas cantaron, y las cuerdas eran de papel.