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Opinión

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La Cultura de la Paz, Terror Generalizado

“México se desangra en silencio”, Juan Villoro.

Terror es el sentimiento de miedo en su máxima expresión, es una emoción intensa de pavor. Se caracteriza por una sensación de amenaza inminente, peligro o maldad. En México el terror se ha generalizado debido a la creciente violencia provocada por el crimen organizado.

La idea de gobernar del oficialismo ha consistido principalmente en la destrucción de instituciones, el debilitamiento del Estado de Derecho, la reducción de los derechos civiles, quebrar las relaciones en nuestro tejido social, debilitarlo más y aumentar la polarización.

La inacción oficial en materia de seguridad pública ha permitido que el crimen organizado se expanda por el territorio nacional, convirtiéndose en una grave amenaza para la paz y la estabilidad social. Esta situación coincide con las declaraciones del gobierno de Estados Unidos, que señalan que “México, desde hace años, pero especialmente ahora, está dirigido por los cárteles”.

El auge del terrorismo en México es posible por un gobierno en el que impera la impunidad, la permisividad y la complicidad, y que además desvía a las fuerzas militares hacia actividades civiles ajenas a su oficio, generando un derroche de recursos públicos en total opacidad y una competencia desleal a la empresa privada.

Una terrible noticia que ha dado la vuelta al mundo es el macabro hallazgo de un centro de exterminio en Teuchitlán, Jalisco. Se trata de una prueba más del creciente control territorial del terrorismo mexicano y de que el horror ni el terrorismo son espontáneos. Lo encontrado por los Guerreros Buscadores de Jalisco ha provocado una especie de “déjà vu”, una sensación similar a algo ya vivido, pues los restos humanos y los objetos personales de personas victimadas en ese sitio, tales como ropa, zapatos, bolsas, mochilas, fotografías, credenciales, entre otras cosas, ha causado un infernal impacto parecido al que se vivió cuando fueron liberados los campos de exterminio nazis. En esas instalaciones, que no son las únicas en el territorio mexicano, existen fosas comunes clandestinas repletas de restos humanos y hornos rústicos que muy probablemente se utilizaron para cremar a personas secuestradas. Aunque existen registros de que la guardia nacional había localizado y reportado ese sitio en agosto de 2019, las autoridades optaron por ignorarlo. Funcionaron como campo de entrenamiento y reclutamiento forzado del cártel Jalisco nueva generación, incluido por el gobierno norteamericano en la lista de organizaciones terroristas de ocho grupos criminales latinoamericanos.

La pregunta no es ¿qué sucedió?, sino ¿cómo y quiénes lo permitieron? Lo que sí se hizo por instrucciones del exmandatario fue la manipulación de los registros oficiales de desaparecidos para evitar mencionar su alarmante incremento, esto último también lo hace en el nuevo gobierno. Desde 2023 hay más desaparecidos que homicidios dolosos, de los 124 mil desaparecidos, anotados en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, 17 mil son menores de edad y 60 mil corresponden a los últimos seis años. En la actualidad desparecen al menos 40 personas más diariamente. En esta tragedia humanitaria los criminales desaparecen a sus víctimas y el oficialismo presume un supuesto descenso en el número de homicidios.

Las desapariciones son de los actos más crueles del terrorismo, crueldad que aumenta con la inactividad y desprecio de las autoridades.

Hay pesadillas que duran una noche y otras que duran años. Cada vez más personas afectadas por diversas acciones y omisiones del “gobierno de la transformación” viven en una muy larga pesadilla. Tal es el caso de las madres buscadoras y de los demás grupos de colectivos que buscan a familiares desaparecidos a quienes el oficialismo no ha cejado en descalificar, cerrarles las puertas en múltiples ocasiones y se empeña en invisibilizarlos. Sin embargo, ante la indiferencia de las autoridades y aún de los múltiples obstáculos que les ponen, se han dedicado a rastrear los restos de sus seres queridos pues paradójicamente encontrarlos puede significar alivio a su angustia y a su incertidumbre.

A diferencia de lo ocurrido en las recientes elecciones federales en Alemania, en las que los votantes optaron por quitar del poder al partido aún gobernante, cuya gestión se caracterizó por un decaimiento de la economía alemana y por una ineficaz atención a sus problemas estructurales, en México, a pesar de los malos resultados del oficialismo en materia de seguridad, salud, educación y economía, entre otras, resulta difícil de aceptar que la mayoría votó nuevamente por el oficialismo, a pesar de su falta de resultados. No obstante, es crucial reconocer que este resultado electoral se logró mediante un proceso adelantado, desigual y manipulado desde Palacio Nacional, con múltiples violaciones a las normas electorales y con el apoyo del crimen organizado.

Los mexicanos nos hemos convertido en apáticos e indiferentes, a veces parecemos deshumanizados y hasta cobardes. Uno de esos indicadores también es el abstencionismo electoral, que en el proceso del año pasado osciló en un 40%, hubo menos participación que en las elecciones de 2018 y de 2012. Tristemente es sabido que amenazas del crimen organizado contribuyeron a que un buen número de votantes no sufragaran.

Los partidos políticos mexicanos han convertido las elecciones en una mera formalidad para justificar su competencia por el poder. Por su parte, los de oposición, lejos de cumplir su papel, se muestran apáticos y cómplices de la demolición de la democracia y de las libertades. Tampoco propician la participación de sus correligionarios a actuar por la restauración de las instituciones nacionales, su pasividad revela que sus cúpulas están destinadas a morir y se aplican en desaparecer.

Es urgente que abandonemos la apatía y reaccionemos para rescatar las instituciones, la seguridad, los servicios públicos, la economía y el tejido social y sacudirnos el terror, el dolor y la desesperanza generalizados.

Apostemos por la generación de una verdadera cultura de avenencia en la sociedad que la involucre en la cultura de la paz.

*El autor es abogado, negociador y mediador.

X: @Phmergoldd

Contacto: mediador.negociador@gmail.com

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