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Las debilidades ocultas de la economía global
La relativa calma que se ha instalado en la economía mundial ofrece a los responsables de las políticas de todo el mundo la oportunidad de abordar los obstáculos subyacentes al crecimiento. Entre las prioridades se deben incluir controlar las finanzas públicas, fomentar la confianza de los hogares y las empresas y diseñar marcos de políticas claros para impulsar el crecimiento de la productividad.
ITHACA – Después de un par de años tumultuosos, la economía global finalmente parece estar en modo recuperación. Pero debajo de una superficie plácida de inflación en caída y de un alza del crecimiento general se esconden considerables inconsistencias, debilidades y tensiones que se reflejan en un desplome de la confianza del sector privado.
La última actualización de los Índices de Seguimiento de la Recuperación Económica Global (TIGER) de Brookings-Financial Times muestra que, si bien el crecimiento global está cobrando fuerza, sigue siendo débil e inconexo y está impulsado, en gran medida, por el desempeño sólido y continuo de una sola economía: Estados Unidos. De hecho, aunque unas pocas economías -especialmente Estados Unidos e India- están operando a alta velocidad, la mayoría de las economías avanzadas y muchas economías de mercados emergentes, entre ellas China, se están desacelerando, maniatadas por crecientes cargas de deuda y una formulación de políticas irresponsable.
Frente a las perspectivas poco claras de la economía global, a la incertidumbre política que se apodera de muchos países y a las tensiones geopolíticas álgidas, una baja confianza de las empresas y de los consumidores no puede sorprender a nadie. Pero existe una desconexión notable entre la confianza débil del sector privado y las condiciones financieras (que han mejorado) así como el desempeño de los mercados bursátiles (que ha sido relativamente fuerte, incluso en algunos países con malas perspectivas de crecimiento).
Esta desconexión es evidente inclusive en Estados Unidos, donde lo que hoy se avizora claramente es un aterrizaje suave, a medida que la inflación baje gradualmente en un contexto de caída del desempleo y demanda doméstica robusta. Un crecimiento salarial sólido, junto con un mercado bursátil en alza (que presagia ganancias corporativas saludables), auguran un crecimiento sostenido. La Reserva Federal de Estados Unidos está bien posicionada para seguir en el sendero de recortes graduales de las tasas de interés.
Aún así, la confianza del consumidor se ha deteriorado, lo que refleja una insatisfacción general con el estado de la economía norteamericana -un sentimiento que incidirá de manera clave en la elección presidencial del mes próximo-. También se ven importantes riesgos en el horizonte, particularmente la creciente deuda pública de Estados Unidos -que las agendas políticas de ambos candidatos empeorarían aún más-, que podrían poner en peligro la estabilidad macroeconómica.
Otras economías avanzadas enfrentan un momento aún más difícil. Si bien algunos países del sur de Europa, como España y Grecia, han logrado cierta recuperación, las economías centrales de la eurozona están languideciendo. Alemania está empantanada por los altos costos de la energía, una infraestructura industrial que chirría, una productividad estancada y una creciente competencia exportadora de China, mientras que Francia lidia con serios problemas fiscales que auguran una mayor inestabilidad económica y política. En medio de un crecimiento deslucido y de una caída de la inflación, al Banco Central Europeo no le ha quedado otra alternativa que seguir recortando las tasas, aunque la inflación de los servicios y el crecimiento salarial se mantengan persistentemente elevados.
El Reino Unido, por su parte, parece haber cobrado cierto impulso económico -gracias, principalmente, a la distensión monetaria-, pero la inversión de las empresas sigue cayendo, el crecimiento de la productividad se mantiene anémico y se asoman con fuerza riesgos fiscales en el horizonte. En cuanto a Japón, su banco central ha roto con sus pares y aumentó las tasas de interés para apuntalar al yen y frenar la creciente inflación, pero esto no servirá de mucho para alentar el consumo de los hogares.
Hasta China -desde hace mucho tiempo el principal motor de crecimiento de la economía global- se tambalea. Sin duda, una nueva ronda de estímulo monetario y fiscal, junto con medidas para impulsar los precios de la vivienda y fortalecer los balances de los bancos comerciales, prometen darle un impulso al mercado inmobiliario y a los mercados de capital. Pero las políticas que se han anunciado hasta ahora probablemente resulten insuficientes para superar las presiones deflacionarias que surgen de la demanda interna débil. La confianza del sector privado ha recibido un duro golpe en los últimos años –debido, en gran medida, a una falta de dirección política clara por parte del gobierno- y esto ha minado el consumo de los hogares y la inversión de las empresas.
Para volver a encarrilar su economía, China tendrá que introducir un nuevo conjunto de medidas de política fiscal bien orientadas que incluyan ayuda a la renta de los hogares, recortes impositivos y una restructuración de las relaciones fiscales entre el gobierno central y las autoridades locales. Al mismo tiempo, el gobierno debe implementar reformas estructurales más profundas, destinadas a reanimar el crecimiento de la productividad y restablecer la confianza de las empresas -una tarea nada fácil.
India se ha convertido en un punto brillante de la economía global. Gracias a una fuerte inversión en infraestructura y a la rápida expansión de los sectores manufacturero y de servicios con un alto valor agregado, el crecimiento ha sido robusto. El aumento del gasto de los consumidores y la solidez de los balances bancarios han contrarrestado los vientos de frente generados por una inflación aún elevada y un desempeño débil del sector agrícola, mientras que la prudencia de la política monetaria y fiscal ha reforzado los mercados financieros.
Asimismo, India va a beneficiarse de dos tendencias globales: la caída de las tasas de interés a nivel global podría estimular el ingreso de capitales al país, y la decisión de muchas economías importantes de trasladar las cadenas de suministro de China a otros destinos podrían traducirse en una mayor inversión en India y en un aumento de las exportaciones desde este país. La vecina Indonesia también está demostrando ser un actor estable gracias, en parte, a un fuerte marco de políticas que atrae a los inversores extranjeros.
En América Latina, mientras que Brasil y México parecen encaminados a un crecimiento saludable sin precedentes, muchos otros países lidian con grandes déficits presupuestarios, cargas de deuda insostenibles, una volatilidad del tipo de cambio y una caída de la demanda por parte de China, uno de los principales mercados exportadores de la región. Por otra parte, si bien la economía y los mercados financieros de Rusia han tolerado razonablemente bien las sanciones occidentales, la guerra contra Ucrania reducirá el potencial de crecimiento de largo plazo del país.
La relativa calma que se ha apoderado de la economía global les da a los responsables de las políticas en todo el mundo la oportunidad de hacer frente a los obstáculos subyacentes para el crecimiento. Esto implica controlar las finanzas públicas, fomentar la confianza de los hogares y de las empresas y diseñar marcos políticos claros para impulsar el crecimiento de la productividad. Es esencial que se tomen medidas concretas para mejorar el funcionamiento del mercado laboral, de productos y financiero.
Caroline Smiltneks, estudiante de la Universidad Cornell, contribuyó en este comentario.
El autor
Eswar Prasad, profesor de Economía en la Escuela Dyson de la Universidad Cornell, es miembro sénior de la Brookings Institution y autor de The Future of Money: How the Digital Revolution Is Transforming Currencies and Finance (Harvard University Press, 2021).
Copyright: Project Syndicate, 2024