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La destrucción de la administración
Los populistas provocan. Mantienen el enojo. Son estomacales, no racionales. Por eso, ante las amenazas externas o internas a su poderío, movilizan masas y crean narrativas sin matices. El problema es que sus decisiones sin fundamento tienen consecuencias en las vidas de personas reales. No enemigos virtuales.
En Estados Unidos, Donald Trump decidió otorgarle a Elon Musk y a su Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) el poder de decidir sobre las vidas de miles de personas que trabajan para el gobierno federal de ese país. En un hecho sin precedentes, el DOGE ha desmantelado agencias de cooperación internacional como USAID, despedido a funcionarios diplomáticos y recortados miles de empleos, desde los encargados de la protección ambiental hasta los guardabosques de parques nacionales.
Mario y Mary, funcionarios del Departamento de Estado y de USAID, se encuentran en el limbo. Durante años trabajaron en distintos países del continente africano y asiático. De un golpe, sin previo aviso, el DOGE los colocó en borde administrativo, con el riesgo inminente de ser despedidos en las próximas semanas.
Como miles de otros servidores públicos, Mario y Mary dependen de sus sueldos gubernamentales para mantener a sus hijos, pagar colegiaturas, hipotecas y otros gastos familiares. La noticia de su congelamiento laboral los tomó por sorpresa en un país asiático donde trabajaban desde hacía meses. De tener seguridad laboral y un trabajo con propósito, ahora se enfrentan a la incertidumbre de cómo cubrir sus obligaciones crediticias y, peor aún, cómo regresar con su familia sin incurrir en gastos descomunales.
Este es el problema de las decisiones sin fundamento de los gobiernos populistas, sean de derecha o de izquierda. En México, el gobierno de López Obrador recortó miles de empleos del Estado para destinar esos "ahorros" a transferencias directas en efectivo, medidas sin impacto productivo y de difícil medición. Bajo la bandera de la "austeridad republicana", las consecuencias de estos recortes siguen resonando en la vida de miles de personas.
En ambos países, la justificación ha sido la voluntad del líder, ignorando la legalidad y los procedimientos. En el caso de Mario y Mary, el DOGE se atribuyó facultades que no le correspondían, despidiéndolos con un simple correo electrónico que mencionaba la eficiencia gubernamental y la instrucción del presidente Trump. En México, la "austeridad republicana" significó recortes en servicios esenciales como guarderías, medicamentos para niños enfermos y la regulación de bancos y servicios financieros.
El resultado es un desastre para la administración pública. En el afán de imponer principios empresariales en el gobierno, se han vulnerado los derechos de miles de servidores públicos y se ha deteriorado la calidad de los servicios que los ciudadanos pagan con sus impuestos.
Los populistas prometen eficiencia y terminan imponiendo caos. Destruyen instituciones sin ofrecer alternativas viables, dejando un rastro de incertidumbre y crisis. Al final, la "eficiencia" con la que justifican sus decisiones solo sirve para concentrar más poder, mientras la administración pública, y con ella el país, se desmorona.
Y el masiosare…
Ante la amenaza de aranceles de Trump a productos mexicanos, convocar una marcha en el Zócalo de la Ciudad de México no es más que una arenga nacionalista sin un argumento de fondo. En lugar de simbolismo, se necesitan medidas recíprocas que golpeen a los republicanos en sus propios distritos.
No hay mejor argumento que hacerle ver a los votantes de Trump que estos aranceles les costarán directamente en el bolsillo. La diplomacia comercial no se gana con pancartas, sino con estrategias que duelan donde más importa: en la economía.