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Economía mexicana: retos y oportunidades ante el Censo Económico 2024
El análisis estructural de la economía es fundamental, ya que, como hemos mencionado en diversas ocasiones, nos permite evaluar los verdaderos retos y oportunidades a mediano y largo plazo para la economía mexicana. Dicho enfoque trasciende la coyuntura y, por lo tanto, fomenta reflexiones profundas sobre el país que deseamos construir.
En este sentido, uno de los instrumentos más valiosos con los que contamos en México es el Censo Económico (CE), elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Este censo permite analizar de manera profunda y detallada los cambios en la dinámica económica a nivel sectorial y regional. Los resultados completos del Censo, que se publicarán en julio de 2025, brindarán información valiosa sobre los avances y desafíos estructurales que enfrenta la economía. Entre otros aspectos, permitirá examinar temas como la productividad, el valor agregado y la informalidad. Por ello, será fundamental dar la relevancia adecuada a la información que genere este instrumento.
Los primeros resultados oportunos del Censo Económico 2024 (CE-24) ya nos revelan aspectos fundamentales sobre la economía. En primer lugar, destaca la existencia de 5.48 millones de unidades económicas en el país (sector privado y empresas paraestatales), que emplean en conjunto a 27.78 millones de personas. Dado lo anterior, la tasa de crecimiento anual de unidades económicas ha sido constante (2.6%), un nivel igual al observado de 2013 a 2018 (2.6%). Esta dinámica nos lleva a plantear la primera pregunta: ¿por qué la economía mexicana no ha logrado una mayor tasa de creación de empresas? ¿Cuántas de estas empresas son formales? ¿Son más productivas? ¿Existe alguna brecha de valor agregado en distintos ámbitos?
Encontrar las respuestas a estos cuestionamientos será fundamental, pues nos permitirá entender la capacidad de generación de empleos y la calidad de los mismos, además de orientar el diseño de políticas económicas enfocadas en promover el surgimiento de un mayor número de empresas altamente productivas y generadoras de valor agregado. Esto, a su vez implicará retos para identificar las necesidades de capital humano y, en consecuencia, el potencial de crecimiento de la economía mexicana.
Entre los resultados temáticos, destaca que, de acuerdo con el CE-24, el medio de pago más utilizado para las ventas es el efectivo (83.8%). Aunque se observa un avance en comparación con el CE de 2019, cuando el 95% de las transacciones se efectuaban de esta forma, la mayoría de las unidades económicas continúa empleando mayoritariamente el efectivo.
Adicional a las implicaciones fiscales esto conlleva riesgos que afectan el crecimiento de las empresas, como la inseguridad, los desafíos en la gestión y el acceso limitado a canales formales de financiamiento, entre otros. Conocer a detalle estos avances podría dar indicios de cómo seguir impulsando el uso de canales formales.
Otro resultado que llama la atención es la drástica disminución en el uso de sistemas contables en los negocios. Mientras que en 2015 53.5% de las empresas reportó utilizarlos, en el CE-24 solo 28.8% señaló hacerlo, lo que representa una caída de 24.7 puntos porcentuales. Esta reducción se explica principalmente por las microempresas: en 2018, 51.5% empleaba sistemas contables; sin embargo, en 2024 la proporción descendió al 26.1%. Esto plantea varias interrogantes: ¿implica que ahora no llevan sistemas contables? ¿Se han internalizado? ¿Qué repercusiones tuvo para la formalidad? ¿Para la productividad?
A la luz de estos resultados iniciales se hace evidente la importancia de abordar los temas estructurales de la economía. Analizarlos nos permitirá plantear alternativas para enfrentar los desafíos de la economía mexicana y, en última instancia, reducir su vulnerabilidad frente a factores externos. Por ello, los datos del CE-24 representan una invitación a profundizar en el análisis estructural de la economía mexicana.
El autor es Economista Senior de BBVA México