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Opinión

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La educación financiera en la generación Z

“El hábito de ahorrar es en sí mismo una educación; fomenta todas las virtudes, enseña la abnegación, cultiva el sentido del orden, entrena a la previsión y así amplía la mente”.
Theodore Munger.

Desde hace muchas décadas, diferentes investigaciones han tratado de analizar cuáles son los factores que pueden incidir en un mejor comportamiento financiero de las personas en su edad adulta.   

Existen múltiples estudios e intentos de política pública, para que, a través de mecanismos de educación e información financiera, se contribuya a generar mejores prácticas financieras de las persona; con lo cual su toma de decisiones tenga un efecto positivo en su capacidad de planeación financiera, aun considerando las limitaciones de acceso a recursos en los diferentes grupos de nivel de ingreso o, por lo menos, que disminuya la probabilidad de que tomen decisiones incorrectas que menoscaben su salud financiera futura y la de sus hogares.

En muchos casos, estos estudios han partido de reconocer la importancia de enfocarse en las personas más jóvenes, como una forma de provocar la generación de mejores conductas y hábitos, antes de que la práctica financiera de la edad adulta genere un daño permanente en sus hábitos financieros.

Recientemente se publicó el artículo Gen Z and financial education: Evidence from a randomized control trial in the South of Italy, de Sconti et al, en el que se describe cual fue el impacto en las decisiones intertemporales (las que por ejemplo deciden entre alternativas de gasto presente o ahorro para el futuro), entre jóvenes de 12 a 13 años en Italia. Para tal efecto, se utilizaron folletos elaborados por el Banco de Italia, como modelos de información y educación financiera. Mejora en la toma de decisiones: La educación financiera mejoró significativamente la calidad de la toma de decisiones y la consistencia de las elecciones intertemporales entre los estudiantes.

Entre los hallazgos más importantes destacan los siguientes:

Los jóvenes que recibieron los estímulos de educación financiera mostraron elecciones más consistentes en el tiempo, es decir, fueron menos propensos a favorecer la gratificación inmediata sobre las recompensas futuras. Esta es una precondición absolutamente indispensable para favorecer el comportamiento de ahorro. Esta mejora fue más evidente en las respuestas a los cambios en los intervalos de tiempo (gastar hoy o ahorrar por unos meses o periodos más largos) y ante cambios en la tasa de interés (cuanto interés quiero ganar para estar dispuesto a ahorrar).

Sin embargo, aun cuando conceptualmente los alumnos están más propensos a mejores elecciones, los estímulos de educación financiera no afectaron significativamente el comportamiento de ahorro real de los estudiantes de manera directa.

El estudio presenta una importante primera aproximación a cómo se puede mejorar el conocimiento y posteriormente la conducta financiera de los jóvenes antes de que empiecen a tomar decisiones que de manera negativa o positiva afecten de manera permanente y en el largo plazo la estabilidad de su vida financiera.

El estudio no incorporó otros elementos que conviene analizar como las condiciones de comportamiento financiero de los padres, el nivel de ingreso y de educación de los mismos así como otros factores potenciales del entorno.

En México, en el pasado se dieron intentos de modelos de educación financiera en los niños que fueron exitosos porque además estuvieron vinculadas con prácticas desde ahorro; por ejemplo uno de los años 70 que se basaba una colección de estampas asociadas al ahorro, que posteriormente podían ser depositados en una institución financiera.

Si México quiere una población que en el futuro tome mejores decisiones financieras, deberá recuperar estos modelos de educación, para asegurar mejores hábitos de las generaciones futuras.

Los jóvenes que recibieron los estímulos de educación financiera mostraron elecciones más consistentes en el tiempo, es decir, fueron menos propensos a favorecer la gratificación inmediata sobre las recompensas futuras. Esta es una precondición absolutamente indispensable para favorecer el comportamiento de ahorro. Esta mejora fue más evidente en las respuestas a los cambios en los intervalos de tiempo (gastar hoy o ahorrar por unos meses o periodos más largos) y ante cambios en la tasa de interés (cuánto interés quiero ganar para estar dispuesto a ahorrar).

El autor es politólogo, mercadólogo, financiero, especialista en economía conductual y profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. CEO de Fibra Educa y Presidente del Consejo para el Fomento del Ahorro Educativo.

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