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Empresas sin patriarcado, reto inaplazable de la DEIII en México
La diversidad, equidad, igualdad, inclusión e imparcialidad (DEIII) no son solo ideales deseables, sino necesidades inaplazables para el empresariado mexicano. En la actualidad avanzamos hacia modelos empresariales más humanos y sostenibles; la incapacidad de integrar estos principios no es solo una muestra de resistencia al cambio, sino una obsolescencia mental que pone en riesgo la viabilidad de las empresas y contribuye al desequilibrio social.
Desde la perspectiva del Humanismo Mexicano, que reconoce el papel del empresariado como pilar de transformación social, y que su liderazgo humanista dignifica a la persona en el centro de la empresa, es fundamental abrir una conversación profunda sobre cómo la estructura patriarcal sigue condicionando el acceso al poder, las oportunidades y la seguridad de muchas personas en México.
Hombres, mujeres y otras personas con perspectivas distintas están llamados a la deconstrucción de un sistema que ha normalizado la desigualdad, la discriminación, la intolerancia y la violencia, y esto comienza con el reconocimiento de nuestras propias conductas, prejuicios y privilegios.
El patriarcado y sus sombras en el liderazgo empresarial
Durante décadas, el liderazgo empresarial en México ha sido predominantemente masculino. Esta estructura ha limitado el acceso de las mujeres a espacios de decisión y también ha generado un modelo de liderazgo rígido, jerárquico y excluyente.
Los números no mienten. El 13% de los asientos en consejos de administración en empresas que cotizan en bolsa están ocupados por mujeres, y apenas el 3% de las compañías tienen una CEO mujer. Cifras que distan mucho de lo que debiera ser. Esto no es casualidad, sino el reflejo de un modelo patriarcal que sigue promoviendo la idea de que el liderazgo es un atributo masculino.
Más grave aún, la brecha salarial de género persiste. En México, las mujeres ganan en promedio 14% menos que los hombres, lo que implica que deben trabajar casi dos meses más al año para alcanzar la misma remuneración y si profundizamos en otros tipos de discriminación y prácticas patriarcales (clasismo, racismo, capacidades distintas, preferencias de orientación sexual, religión, entre otras), nos asombrarían las estadísticas.
La participación económica de las mujeres es del 46%, muy por debajo del promedio de la OCDE, que es del 67%.
A esto se suma la violencia económica: una de cada cuatro mujeres en México ha sido víctima de violencia financiera, es decir, ha sido privada del acceso a recursos propios o familiares como una forma de control y dominación.
Estas cifras evidencian que el patriarcado no es un concepto abstracto ni una “lucha del pasado”. Es una estructura vigente que sigue perpetuando desigualdades y excluyendo a las mujeres y a otras personas del poder económico.
La Deconstrucción del patriarcado es responsabilidad del empresariado
Superar el patriarcado no es solo tarea del movimiento feminista, ni es solo una perspectiva de género. Todas las personas empresarias tenemos la responsabilidad de desmontar sus estructuras, dentro y fuera de nuestras empresas.
Para ello, es necesario un análisis honesto de conciencia sobre cómo hemos perpetuado el machismo en nuestras relaciones interpersonales, en la crianza, en la cultura organizacional y en el liderazgo.
Deconstruirse implica reconocer y erradicar:
El machismo estructural, que dicta que las mujeres y otras personas del espectro LGBTQI+ deben “ganarse” espacios que a los hombres se les conceden por inercia.
Los micromachismos, esas actitudes sutiles que refuerzan el control masculino sobre las decisiones y el poder, como interrumpir constantemente a una mujer en una reunión, desestimar sus opiniones o adjudicarle roles de apoyo en vez de liderazgo.
La exclusión inconsciente, cuando en nuestras organizaciones damos más oportunidades de crecimiento a los hombres sin siquiera notar que estamos reforzando una estructura desigual.
La deconstrucción comienza en uno mismo, y ahora sí aplica el masculino genérico. No podemos aspirar a un liderazgo humanista si seguimos justificando desigualdades, ignorando la discriminación o tolerando la violencia.
Muchas de estas conductas son inconscientes y están enraizadas por condicionamientos, visibilizarlas y concienciarlas es el primer paso del cambio. Determinarse a modificar dichas actitudes es hombría, es la forma y el fondo para lograrlo.
En el ámbito empresarial, la deconstrucción patriarcal implica cambios concretos:
Eliminar la brecha salarial para cualquier persona y garantizar transparencia en sueldos y ascensos.
Asegurar el acceso de mujeres y otras personas del espectro LGBTQI+ a puestos de liderazgo, implementando criterios de equidad en promociones y contrataciones.
Transformar la cultura organizacional, erradicando la penalización implícita de la maternidad y fomentando la corresponsabilidad de cuidado en la nueva paternidad responsable.
Capacitar a los líderes empresariales en estrategia DEIII, para que dejen de ver la equidad como una “agenda ideológica” y la asuman como un principio ético y estratégico.
La violencia de género es una deuda inaceptable
Ningún análisis sobre la DEIII en el empresariado puede ignorar la crisis de violencia de género y otros tipos de violencia asociadas al patriarcado en México. Vivimos en un país donde más de 10 mujeres son asesinadas cada día solo por el hecho de ser mujeres.
Los feminicidios no son “casos aislados” ni “problemas de seguridad”, como se pretende minimizar. Son el resultado extremo de un sistema que ha tolerado la violencia, la impunidad y la desvalorización de la vida de las mujeres.
El empresariado tiene un papel fundamental en este tema. No se trata solo de “apoyar” la causa de manera simbólica en el 8 de marzo, sino de asumir la responsabilidad de erradicar cualquier forma de violencia y discriminación dentro de sus empresas. Tolerancia cero a este tipo de conductas.
Es inaceptable que sigan existiendo casos de acoso y hostigamiento laboral o sexual sin consecuencias. Es inaceptable que las empresas sean indiferentes ante la violencia doméstica que viven sus colaboradoras. No hay liderazgo humanista sin una postura firme contra la violencia de género ni cualquier tipo de violencia asociada al machismo.
La educación es el cimiento y la reforma de la transformación
Para que la perspectiva DEIII sea una realidad en el liderazgo empresarial y en la sociedad, debemos educar en la diversidad, la equidad, la igualdad, la inclusión y la imparcialidad desde la infancia.
La deconstrucción patriarcal no comienza en la empresa, sino en la familia. Es en casa donde se forman los primeros valores sobre el respeto, la equidad y la dignidad.
Como padres y madres, tenemos la responsabilidad de enseñar a nuestras infancias a que su voz es valiosa y que merecen los mismos derechos y oportunidades que sus hermanos varones. Y tenemos el deber de educar a nuestros hijos en la empatía, la corresponsabilidad y el respeto absoluto, a la dignidad de todas las personas.
Si queremos líderes humanistas en el futuro, debemos educar con valores humanistas desde hoy.
La reconstrucción del tejido social implica una perspectiva y conducta DEIII, se comienza por cada quien, en cada empresa y en cada comunidad, urge, no es fácil pero, no debe postergarse.
El respeto y la tolerancia es la única forma. Piedras angulares de la perspectiva DEIII
En la base de toda transformación social y empresarial está el respeto y la tolerancia. Una convivencia basada en la armonía y aceptación de las diferencias.
El respeto no es tolerancia pasiva; es reconocimiento activo de la dignidad de cada persona. Es el principio fundamental para construir empresas verdaderamente inclusivas, donde cada persona pueda desarrollarse plenamente sin miedo a ser discriminada, violentada o excluida.
El respeto se traduce en acciones como son salarios justos, en oportunidades equitativas, en ambientes libres de violencia y en una cultura de empresa basada en la seguridad psicológica, la justicia y la dignidad.
No podemos hablar de humanismo si no garantizamos respeto y tolerancia para todas las personas.
El futuro del liderazgo en México
El liderazgo empresarial en México tiene dos opciones: evolucionar hacia un modelo más equitativo, inclusivo y humano, o quedar atrapado en estructuras obsoletas que tarde o temprano se derrumbarán.
El Humanismo Mexicano exige un liderazgo empresarial con conciencia social, con responsabilidad humana e histórica y con un compromiso real de promover, ejecutar y vivir una perspectiva DEIII.
Como compatriotas debemos asumir el reto de la deconstrucción patriarcal, porque sin equidad no hay liderazgo humanista posible.
El futuro de México depende de nuestra capacidad de construir empresas donde la diversidad, la equidad, la igualdad, la inclusión y la imparcialidad no sea un eslogan, sino una realidad cotidiana.
El futuro del trabajo es humanista y es DEIII, o no será digno.
Abrazo esperanzador en letras
*El autor es Desarrollista Humano, Empresario, Docente, Líder Humanista, Padre de Familia y Abuelo, Columnista en El Economista.
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