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Evolución institucional para la regulación de las telecomunicaciones
Con la inminente extinción del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), se inaugura una nueva etapa para el ecosistema institucional sectorial, un nuevo capítulo que traerá consigo una reconfiguración en las funciones otorgadas hasta ahora a este órgano regulador.
Tras más de una década de funciones, la emisión de mecanismos de regulación asimétrica para nivelar el terreno de juego entre operadores y gestar un escenario de competencia efectiva, licitar y asignar frecuencias del espectro radioeléctrico para su aprovechamiento óptimo, impulsar el despliegue, la calidad y la asequibilidad de los servicios de telecomunicaciones, entre otras atribuciones, se da paso a una nueva gestión sectorial.
Expectativas. La configuración institucional de la nueva autoridad en materia de telecomunicaciones habrá de buscar mejorar el camino transcurrido hacia el desarrollo eficiente y la competencia pero que por de una vez por todas sea efectiva. Especialmente al mantener la autonomía técnica, la especialización y al dar continuidad a la regulación asimétrica aplicable al agente económico preponderante en telecomunicaciones (AEP-T), América Móvil.
Lo cierto es que, a más de una década de aplicación de mecanismos compensatorios de los desequilibrios competitivos en el sector de telecomunicaciones, no se han alcanzado los resultados esperados.
Aún contamos con un jugador que, si bien ha perdido participación de mercado, aún es excesivamente superior frente a sus competidores.
En números, por su contabilidad de usuarios o unidades generadoras de ingresos (UGI), América Móvil alcanza una participación de mercado de 55.0% en marzo de 2024 (IFT). Esta cifra resulta de una reducción excesivamente lenta, a un ritmo de poco más de un punto porcentual menos al año, con la expectativa de que la preponderancia persista por cinco años más de continuar con el régimen de regulación asimétrica existente.
No obstante, hoy el nuevo organismo sectorial tiene en su encargo no sólo continuar con la implementación de las medidas de preponderancia, que en días recientes se ajustaron por tercera ocasión, sino buscar su mayor eficacia y cumplimiento efectivo y evitar la eternización en su aplicación.
Los riesgos. Hoy se requiere más que nunca nivelar el terreno de juego entre operadores, para que existan condiciones que incentiven al despliegue de infraestructura de nueva generación, se extienda la cobertura de las redes a toda la población, y se provean servicios de calidad y a precios asequibles.
Todo ello será posible, sí y sólo sí, se gesta un mercado verdaderamente competitivo, objetivo que aún dista de ser alcanzado, por lo que no se puede abandonar el régimen de regulación asimétrica hasta ahora vigente.
El principal riesgo de dar marcha atrás a los mecanismos compensatorios para la competencia es revertir las ganancias de participación de mercado que han registrado los operadores competidores distintos al AEP-T hasta ahora, así como el fortalecimiento y la reconcentración de usuarios e ingresos precisamente de este.
No obstante, no sólo perderían los competidores, sino los consumidores actuales y potenciales y consecuentemente el país en su conjunto. Ello, al no contar con una diversidad de alternativas que compitan entre sí, que busquen dar el mejor servicio, que mejoren la calidad, velocidad y cobertura para los usuarios, que inviertan de manera suficiente en infraestructura y que cierren la persistente brecha de conectividad.
Ante la llegada de un nuevo formato de regulación para las telecomunicaciones en México, no se puede quitar el dedo del renglón sobre nivelar el terreno de juego entre competidores.
No es momento aún de abandonar el régimen de regulación asimétrica, por el contrario, se debe buscar su eficacia pronta, para así gestar en el menor tiempo posible el anhelado escenario de competencia efectiva y el desarrollo eficiente sectorial.
@ernestopiedras