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Opinión

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No nos gustan los centavos

Seguramente usted, estimado lector(a), no acostumbra llevar monedas de 5, 10, 20 y 50 centavos en su portamonedas o bolsa del pantalón. Cuando las llega a tener en sus manos, inmediatamente terminan en cajones, alcancías, botes. Nos molesta usarlas y llevar esas diminutas piezas que valen tan poco. Nos da pena darlas como propina. El público retira así de la circulación una proporción (mínima) de la base monetaria. Sin embargo, en lugares como los tianguis, donde las transacciones son mayoritariamente en efectivo, esas denominaciones sí circulan porque los comerciantes y clientes quieren llevar a cabo las transacciones en su valor exacto. 

El emisor de moneda también tiene un inconveniente: conforme el nivel de precios escala en forma natural, habrá una tendencia a que el valor nominal de las monedas de más baja denominación sea menor que su valor intrínseco. Es decir, el contenido metálico excede su valor facial, incentivando que esas monedas se atesoren y se obtenga una ganancia mediante su fundición, vendiendo las aleaciones metálicas. Inclusive surge un mercado negro donde se venden las monedas por kilo a un precio por debajo del valor de fundición, pero de tal forma que el fundidor siga obteniendo una utilidad.

El Banco de México define “familias” de monedas y billetes. Por ejemplo, las actuales monedas en circulación pertenecen todas a la familia D de 2009, salvo la moneda de 5 ctvs., que pertenece a la familia C de 1996. Cálculos no oficiales sitúan el valor de producción (ojo: no intrínseco) de la moneda de 5 ctvs. en 13.8 ctvs. y el de la moneda de 10 ctvs. en 19 ctvs. O sea, hay un fuerte incentivo por fundir al menos la de 5 ctvs. En cambio, el costo de las de 20 y 50 ctvs. es de 16 ctvs.

Cuando el Banco de México toma la decisión de dejar de acuñar una moneda, establece un período de entre tres y cinco años para decretar que dejarán de ser válidas. Esto le da un tiempo razonable al público para canjear esas monedas. Técnicamente, esto se conoce como desmonetizar una denominación y significa que, a partir de esa fecha, ya no será válida para realizar transacciones por carecer de poder liberatorio. Algunos creen que el retiro de una moneda puede tener un efecto inflacionario debido al redondeo de los precios, que seguramente es hacia arriba. Si bien el redondeo se da, varios estudios han demostrado un impacto insignificante.

Trump acaba de decretar que se deje de acuñar la moneda de un centavo (penny) porque producirla cuesta 3 ctvs. En Estados Unidos hay 114,000 millones de piezas de esa denominación en circulación (su valor es de 1.14 mil millones de dólares), que apenas corresponde al 0.006% de la base monetaria. Más aún, el ahorro en el presupuesto de la Casa de Moneda equivaldría al 4%. Pero los pennies no desaparecerán, porque Trump-Musk no anunciaron un período para su desmonetización, es decir, para su paulatino retiro hasta que ya no circulen. Contrario a lo que se cree, el 20% de la población en ese país lleva a cabo operaciones en efectivo. Ellos seguirán demandando pennies.

El siguiente problema es la moneda de 5 ctvs. (el “nickel”), pues oficialmente se reconoce que su costo es de 13.78 ctvs. Lo que sorprende es que siga circulando ante la gran ganancia que representaría su fundición por los particulares.

Economista egresado del ITAM. Cuenta con Maestría y estudios de doctorado en teoría y política monetaria, y finanzas y comercio internacionales. Columnista de El Economista. Ha sido asesor de la Junta de Gobierno del Banxico, Director de Vinculación Institucional, Director de Relaciones Externas y Coordinador de la Oficina del Gobernador, Gerente de Relaciones Externas, Gerente de Análisis Macrofinanciero, Subgerente de Análisis Macroeconómico, Subgerente de Economía Internacional y Analista.

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