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Opinión

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El impacto del cambio climático en el cultivo de cebada del Altiplano

La región Altiplano produce 481,000 toneladas, lo cual representa el 93% de la producción total en el país. En el ciclo agrícola primavera-verano 2023, de las 102,000 hectáreas sembradas en el Altiplano, se siniestraron 4,200 hectáreas.

El Altiplano es una de las regiones de México con una producción significativa de cebada, destinada principalmente a la industria cervecera.  

La cebada en grano es fundamental para la producción de cerveza, y México es el principal exportador de este producto a nivel mundial, cubriendo tanto la demanda interna como la externa; sin embargo, los productores de cebada en el Altiplano enfrentan serios desafíos debido al cambio climático.

La sequía ocasionó una situación muy crítica para los productores de cebada, dado que el 99% del cultivo en esta región depende de la lluvia.

De acuerdo con datos de Conagua en 2021, la precipitación nacional fue de 769 mm, mientras que en 2022 se redujo a 743 mm y para 2023 fue de 589 mm.

En Hidalgo, las cifras fueron aún más dramáticas: de 623 mm en 2021, 447 mm en 2022 hasta 413 mm en 2023. Estos cambios, junto con temperaturas más altas, dificultan la retención de humedad en el suelo.

El cambio climático está alterando los ciclos agrícolas, retrasando la presencia de lluvias. Tal es el caso del presente ciclo, donde las lluvias marcaron su inicio y se dieron a partir de junio, pero que en condiciones normales el ciclo debió iniciar en mayo para concluir en octubre.

Estos cambios están poniendo en riesgo no solo la producción de cebada, sino también la estabilidad económica de los productores y la industria cervecera.

Es vital adoptar prácticas agrícolas sostenibles y mejorar la gestión del agua para mitigar estos efectos.

La región del Altiplano produce 481,000 toneladas, lo cual representa el 93% de la producción total en el país. En el ciclo agrícola primavera-verano 2023, de las 102,000 hectáreas sembradas en el Altiplano, se siniestraron 4,200 hectáreas.

Si bien se cosecharon 98,000 hectáreas, los rendimientos fueron menores que en años anteriores, con un promedio de 1.78 toneladas por hectárea, comparado con el rendimiento promedio de 3.5 toneladas por hectárea en el Altiplano conforme a datos de los últimos 5 años en condiciones normales. Esto no fue suficiente para cubrir los costos de inversión, ya que el punto de equilibrio fue de 2.7 toneladas por hectárea. (SIAP-SADER).

Durante el 2023, el flujo total de crédito operado con recursos FIRA fue de 327 millones de pesos, de los cuales 243.8 millones de pesos correspondieron a créditos de avío y 84 millones de pesos a créditos refaccionarios. Hidalgo fue el Estado con mayor participación, siendo del 54 y 27%, respectivamente.

El impacto financiero de estos bajos rendimientos fue severo; los productores no pudieron afrontar sus compromisos crediticios, por lo que FIRA reestructuró su cartera fondeada y garantizada por total de 7 por ciento.

Debido a lo anterior, es crucial que los productores de cebada del Altiplano adopten nuevas tecnologías, seguro agrícola para principales riesgos y prácticas sostenibles para enfrentar los desafíos del cambio climático.

La estrategia de los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura, como parte de la banca de desarrollo, que coordina la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, es promover la agricultura de conservación y mejoramiento de suelos, como la incorporación de materia orgánica, el uso de biofertilizantes, uso de microorganismos y la rotación de cultivos.

Además, se está impulsando el servicio de fertilización óptima, a través del uso de equipos de fertilización óptima que impacten en la productividad y sostenibilidad de las empresas agrícolas.

Dichos esfuerzos están alineados a los objetivos prioritarios de FIRA que son: fomentar la inclusión financiera y abatir las barreras de acceso a servicios financieros de las y los productores, con énfasis en los de menor escala; promover el incremento en la productividad y eficiencia en todos los eslabones de las cadenas de valor del campo; y contribuir al desarrollo de un sector agropecuario, forestal y pesquero responsable y sostenible, contribuyendo así a que el campo agrícola del Estado de Hidalgo se consolide como un sector, incluyente, sostenible y productivo.

Estas estrategias no solo mejoran la retención de agua en el suelo y su estructura, sino que también optimizan el uso de fertilizantes, reduciendo costos y aumentando la eficiencia. La adopción de estas prácticas puede impactar en la resiliencia del cultivo de cebada frente al cambio climático.

* Itzel Evelyn Sánchez es promotora de la Agencia Tulancingo, Hidalgo. La opinión es del autor y no coincide necesariamente con el punto de vista oficial de FIRA.

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