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Inclusión financiera para alcanzar la prosperidad compartida
Esta semana se presentaron los resultados de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera, un esfuerzo que forma parte de la Política Nacional de Inclusión Financiera y que por cuarta ocasión realiza la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, en colaboración con el INEGI. Aunque algunos de los resultados son alentadores, mi conclusión es que se requiere mayor colaboración entre el sector financiero y el gobierno para impulsar la prosperidad compartida que busca la presidenta Claudia Sheinbaum y que tanto necesita México.
Quiero resaltar algunos de los resultados positivos que muestra la encuesta con respecto a 2018: el número de personas mayores de 18 años con al menos un producto financiero pasó de 68% a 76%, y personas que utilizan su cuenta para realizar pagos, pasó de 63% a 71%. Particularmente destaco que el número de personas con una cuenta de captación bancaria aumentó 15% en este periodo, aquí el desempeño del Banco del Bienestar encabezado por Víctor Lamoyi Bocanegra, es sumamente relevante pues una de cada cinco personas obtuvo su última cuenta a través de un programa social.
Si bien los bancos grandes (casi todos extranjeros con operaciones en México) han seguido apostándoles a aumentar la cobertura digital, la realidad es que los canales más usados por los mexicanos es el cajero automático y la sucursal bancaria (60% y 49%, respectivamente); de hecho, las sucursales siguen siendo el principal medio de contratación de cuentas (43% de los mexicanos contrataron su última cuenta en sucursales). Aquí reconozco, además del Banco del Bienestar, a Banco Azteca y BanCoppel quienes son las instituciones financieras que más contribuyen a dar este servicio de manera masiva y a los deciles menos favorecidos de la población.
Por otro lado, el reto de aumentar el uso de medios digitales sigue presente entre la población adulta, pues sólo una de cada cinco personas mayores de 29 años utiliza la aplicación de celular para administrar sus cuentas; mientras que 9 de cada 10 jóvenes entre 18 y 29 años sí la usan.
También, debo mostrar los resultados poco favorables, como las brechas de género que se siguen manteniendo. La diferencia promedio entre hombres y mujeres en tenencia de productos financieros aumentó de 7% a 10%. Y la de tenencia de productos financieros entre las localidades urbanas y rurales también aumentó de 15 a 18%.
De acuerdo con la Red Internacional de Educación Financiera de la OCDE, las competencias en educación financiera de la población son claves para cualquier estrategia exitosa en esta materia. En México, a partir de esta encuesta, se construye un índice de competencias económica-financieras que mide la comprensión básica de conceptos financieros, los comportamientos para vivir sin estrés financiero y las actitudes para planificar el futuro. Lamentablemente, el puntaje en este índice ha disminuido ligeramente desde 2018. Aquí está un área de oportunidad tremenda.
En materia de financiamiento los resultados muestran claroscuros. La mitad de la población adulta declaró tener o haber tenido algún tipo de financiamiento formal en 2024 y de 2021 a 2024, no cumplir con los requisitos como barrera para obtener un crédito disminuyó 6%; pero la mayor parte de esos financiamientos son para cuestiones personales, a través de tarjetas departamentales y de crédito al consumo. Los financiamientos para bienes duraderos no han aumentado: vivienda (sólo 5% de la población), nómina (3%) y automotriz (2 por ciento).
Las instituciones financieras, y principalmente los bancos, son fundamentales para la prosperidad económica y para el reto de la inclusión financiera. Respaldan a las pequeñas empresas, revitalizan las comunidades y generan riqueza para las familias mexicanas. Si se trabaja de manera coordinada entre gobierno y sector financiero se podría ayudar aún más, a garantizar que todos los mexicanos tengamos las mismas oportunidades de prosperar.