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Insultos para los taurinos
Con motivo de la aprobación de las corridas de toros incruentas, que es tanto como prohibir los golpes en el boxeo o las curvas en las carreras automovilísticas, el periodista David Faitelson, el hijo desobediente de José Ramón Fernández, ahora en Televisa, la casa a la que tantas veces injurió; al cumplir un año su programa “Faitelson sin censura”, dedicó un fragmento de este a la fiesta brava, donde aprovechó para insultar a aquellos que somos aficionados a ella.
La emisión comienza con la voz del anfitrión que dice: “Damas y caballeros, es un espacio donde usted puede decir y opinar lo que quiera”. Cosa que no es verdad porque el programa es grabado y no admite ninguna réplica. El único que dice lo que quiere es el conductor y, de vez en cuando, sus invitados a los que manipula y conduce a donde él quiere por medio de sus entrevistas. Continúa la frase inaugural expresando: “sin insultos… o hasta con insultos”. Estos a cargo del periodista que aunque su cuerpo diga lo contrario por lo que piensa debe ser vegano.
Transcribo de manera íntegra lo dicho por Faitelson en el bloque que dedicó a las corridas de toros: “El Gobierno de la Ciudad de México ha impulsado una propuesta legislativa para prohibir la actividad taurina con violencia. Lo cual, hasta cierto punto, aplaudo, pero donde prevalece, evidentemente, una gran contradicción. A ver, para que lo entiendan las autoridades gubernamentales: no existen los toros sin violencia, quienes participan en esta barbarie son violentos. Quienes se apoyan en esta actividad, son violentos. Quienes asisten a esta masacre son violentos”.
“La señora Clara Brugada, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, debe entender que permitir martirizar a seres vivos, aún sin sangre, es una forma de violencia. ¿Qué proponen hacer? Pasear al pobre toro de muletazo a muletazo y luego en el capote darle vueltas durante un máximo de diez minutos —lo que sea de cada quien estudió bien para la nota— antes de devolverlo a la ganadería. No. Esto debe acabarse de una vez y para siempre. Los toros no deben existir. Podemos vivir sin ellos. No se trata de un arte. Tampoco de una necesidad del ser humano, y mucho menos, algo que se deba permitir en nuestra maravillosa ciudad y país (sic)”.
“Señora Brugada, es tiempo de acabar con esta práctica convertida en lo que es: un asesinato con alevosía y ventaja sobre un ser vivo. La Plaza México, por cierto, respondió, diciendo qué ‘sin la suerte suprema’, la suerte suprema, es decir sin el sacrificio o asesinato del toro, la fiesta se desvirtúa. Dígame usted si no estamos tratando con descerebrados, sádicos, imbéciles y auténticos sinvergüenzas”.
Señor Faitelson, supongamos que, luego de las nefastas empresas taurinas que ha sufrido nuestra plaza magna, quedemos diez mil aficionados a los toros en la ‘maravillosa’ ciudad de México. ¿Cómo se atreve a usar un canal de televisión para insultarnos? ¿Qué se ha creído? Usted no tiene derecho a faltarnos al respeto de esa manera. Si sus jefes están de acuerdo con usted que quiten las transmisiones taurinas del Canal Adrenalina. Lo menos que merecemos es una disculpa por el mismo conducto por el que nos insultó.
Quiero terminar pidiéndole prestado su brillante prosa al maestro Rafael Cardona quien al respecto escribió: “Si el asunto a considerar es el dolor de los seres ‘sintientes’ (hasta los girasoles sienten la luz del sol) pues entonces supriman todos los dolores del mundo; actúen contra el dolor de boxeadores (as) y luchadores (as) ensangrentados (as) o de plano hagan algo contra el sufrimiento en rastros, destazaderos y demás, e inauguren, con platillos y tambores, la incruenta plaza de toros sin violencia en Teuchitlán, Jalisco. Esa es violencia verdaderamente inhumana y contra ella no han podido.
Punto Final
Si Faitelson narrara un Concurso de Belleza, para él, todas serían feas.