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Insumos estratégicos
A través del control de precios y del PACIC, el gobierno federal durante los últimos dos años ha tratado de contener la inflación alimentaria. Los precios del pan y las tortillas, empero, han mantenido una tendencia rampante.
El crecimiento de la producción de los granos básicos quedaría irremediablemente atado al mandato constitucional, si prospera la iniciativa morenista para prohibir la siembra de organismos genéticamente modificados en la Constitución. El maíz transgénico, sí. Pero también otras semillas.
Después de una cosecha récord de trigo en Sonora, más de 150,000 hectáreas de ese grano se han perdido. Otros estados del noroeste han sustituido la siembra de maíz y frijol por garbanzo. La falta de agua y el cambio de criterios de las autoridades han impactado a la producción para el ciclo otoño-invierno 2024-2025. Las sequías también han alterado la demanda por sulfato de amonio. El último día del 2024, la Secretaría de Economía exentó del pago de arancel de importación al trigo, arroz y fertilizantes.
¿Agricultura de subsistencia o la expansión de los agronegocios? La Cuarta Transformación acabó con 25 años de subsidios a los productores de campo y ahora promueve la sostenibilidad a largo plazo, para mitigar el impacto medioambiental, la pérdida de biodiversidad y la degradación del suelo.
Durante la llamada “década perdida” (1980-1990), la productividad agrícola en México fue negativa (-1.81%, el promedio en el periodo), pero tras de la reforma al Artículo 27 Constitucional y la posterior firma del TLCAN promedió 2.46% anual en la siguiente década. Desde el 2000 ha venido en declive de los factores y en la última década, se ha registrado una mayor dependencia del uso de insumos para la producción agrícola.
Antes de que concluyera el 2024, el Banco Interamericano de Desarrollo divulgó los resultados de un estudio elaborado por Lina Salazar, Diana Tadeo y Luis Álvarez sobre la productividad agrícola en la región durante las últimas seis décadas; factor esencial para definir las estrategias gubernamentales para abatir la pobreza, la inseguridad alimentaria y el cambio climático.
Con Argentina y Brasil, México está en el triplete de países con mayor PIB agrícola en América Latina. Los analistas establecen en la década de los noventa del siglo pasado como un punto de inflexión: en los últimos 30 años, la trayectoria de crecimiento de la productividad agrícola comenzó a registrar notables divergencias y 1990 y 2010 el promedio regional fue de 53%, pero sin contemplar a los tres países con mejores resultados, apenas fue de la mitad (26%). En la última década, el promedio regional fue apenas del 5%, con resultados ligeramente mejores (8%) para el subconjunto que excluye a Argentina, Brasil y México.
Entre 1960 y 1990, México y los países centroamericanos superaron a las demás subregiones de la región, pero desde entonces, las naciones del cono Sur han registrado el mayor crecimiento de la productividad, con un crecimiento acumulado de casi el 95 por ciento. México le sigue de cerca, con una tasa de crecimiento del 88 por ciento.
Los incrementos en la producción agropecuaria podrían atribuirse a un mayor uso de insumos (mano de obra, tierra, capital y materiales) y, en consecuencia, a un impacto mayor al medioambiente. En estas seis décadas, Chile se sitúa a la cabeza en términos de crecimiento de la productividad agrícola, con 2.27%, seguido de Brasil, con 1.81%, y Costa Rica, con 1,61%; México, Bahamas y Bolivia registran tasas menores a 1.5 por ciento.
En la región, el Índice de Lowe refleja una productividad estable entre 1995 y 2021, mientras que los índices con ponderaciones variables, como el de Hicks-Moorsteen y Fare-Primont –que son más sensibles a los cambios en las condiciones económicas— sugieren mejoras de la productividad y para el caso mexicano muestran tendencias al alza.