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Inteligencia Artificial, Ghibli y la locura
¿Necesitamos crear más ilustraciones al estilo Ghibli (animaciones japonesas de Hayao Miyazaki) con Inteligencia Artificial? No quiero ser de los que arruinan la fiesta, pero esta es una de las áreas de la IA a las que más deberíamos poner atención: detrás de algo que parece inocente y divertido, hay varias implicaciones a reflexionar.
Todo comenzó a finales de marzo, cuando OpenAI liberó de forma gratuita su nuevo modelo GPT-4o, capaz de generar imágenes a partir de texto.
Y empezó "la locura"... Los usuarios descubrimos la capacidad de "ghiblificar" imágenes, con indicaciones como "Convierte esta imagen al estilo de Studio Ghibli", "Haz esta foto como si fuera una escena de Mi Vecino Totoro" o simplemente "Ghiblify this". Por supuesto, no es la única opción: se puede hacer al estilo Pixar, Los Simpson, ¡lo que sea!
En cuestión de horas, las redes sociales en todo el mundo se llenaron de versiones de fotos "ghiblificadas". Incluso, el CEO de OpenAI, Sam Altman, y el CEO de X, Elon Musk, compartieron sus propias fotos, sumándose al fenómeno.
Pero detrás de la diversión hay un debate que no podemos ignorar.
¿Tributo o invasión?
Para muchos, crear su versión Ghibli de una foto sólo ha sido un juego. Pero para otros, es la evidencia de lo que se temía desde el principio: que la Inteligencia Artificial puede generar situaciones incontrolables y llevarse los derechos de autor entre las patas.
Hay que considerar que Ias imágenes creadas al estilo Ghibli (o Pixar, Los Simpson, de quien fuera) es el resultado de décadas de trabajo de artistas y animadores. Imitarlo con IA plantea preguntas sobre derechos de autor, propiedad intelectual y la devaluación del arte tradicional.
• Apropiación: Es cierto, no necesariamente la IA les copió a los autores. Seguramente también sumó el "fan art", obras creadas por fans de estas ilustraciones que circulan por redes sociales también. Y aunque el "estilo" en sí mismo no está estrictamente protegido por las leyes de copyright, la imitación masiva y la posible explotación comercial por parte de la IA y los usuarios podrían ser vistas como una apropiación indebida.
• Devaluación del artista: Esto conlleva otro dilema: estas animaciones se caracterizan por su meticulosa animación, muchos, aún creadas a mano, que requiere años de aprendizaje y dedicación. La capacidad de la IA para generar imágenes similares en segundos puede devaluar la percepción del esfuerzo y la habilidad que implica la creación artística tradicional. Los creadores originales han quedado en desventaja. Si una IA puede imitar su estilo en segundos, ¿qué pasará con quienes dedican su vida a crearlo?
• Artistas vivos que no lo aprueban. El Studio Ghibli y sus artistas no han dado su consentimiento para que su estilo sea replicado por IA, ni están recibiendo ninguna compensación por el uso de su propiedad intelectual para entrenar estos modelos.
El cofundador del Studio Ghibli, Hayao Miyazaki, ha expresado públicamente su fuerte disgusto por el uso de la IA en la animación, calificándolo incluso como un "insulto a la vida misma". Ignorar esta postura genera controversia ética. ¿Qué pasará cuando alguien empiece a vender imágenes generadas con IA sin permiso de los creadores?
• Fraude creativo. Con esto, cualquier persona podría “fingir” que sabe dibujar y hacer animaciones, presentar una carpeta con imágenes creadas con IA y hacerlas pasar por propias. ¿Recuerdan el caso de la colombiana Geraldine Fernández, que engañó a todos, diciendo que había trabajado en Studio Ghibli?
También privacidad y medio ambiente
Además del dilema artístico, hay otros problemas:
1. Privacidad: Al subir fotos personales a plataformas de IA para "ghiblificarlas", los usuarios pueden estar regalando sus datos (imágenes faciales y metadatos) a empresas que podrían utilizarlos para entrenar sus modelos de IA, posiblemente sin un consentimiento claro o control sobre cómo se utilizan estos datos. ¿Recuerdan esos “juegos” en Facebook, de sube una foto y mira cómo serás en 30 años? ¡Es el mismo fenómeno! A cambio de algo simpático, estamos regalando información privada, y con ello, la posibilidad de que las imágenes originales puedan ser utilizadas o manipuladas de formas no deseadas en el futuro.
2. Impacto ambiental: Por si fuera poco, el uso desmedido de la IA, como ha ocurrido en las últimas semanas, genera una afectación al medio ambiente. Se estima que en solo una semana, la demanda masiva de generación de imágenes con IA consumió más de 216 millones de litros de agua. Sí, la Inteligencia Artificial también deja una huella ecológica.
¿Se repetirá la historia?
Para el 30 de marzo, después de millones de imágenes “ghiblificadas” circulando por las redes sociales, Sam Altman, CEO de OpenAI, publicó: "¿Pueden, por favor, calmarse con la generación de imágenes? Esto es una locura, nuestro equipo necesita dormir”.
Por supuesto, esto no ha desalentado a nadie...
Desde mi opinión, no creo que OpenAI, creadora de la herramienta, haya tenido la ingenuidad de no prever que se desataría una tendencia. ¿Fue un experimento viral? ¿Una rivalidad más contra la IA china? ¿O realmente se les salió de las manos?
Porque no solo la IA es causante de todo esto, también los usuarios hemos contribuido a la locura, por no considerar las implicaciones de crear masivamente imágenes, basadas en el trabajo de otros y regalar nuestros datos biométricos a una herramienta.
La pregunta es: ¿volveremos a ver un fenómeno como éste? ¿Qué pasará si la IA nos sigue dando el poder de hacer más cosas basadas en el trabajo de otros?
Sea como sea, la línea entre innovación y apropiación sigue difuminándose. ¿Tú qué opinas?
*Esta columna quincenal, llamada “IA: Integrados y Apocalípticos” filosofa sobre la Inteligencia Artificial, con sus pros y contras y cómo se va integrando en la vida cotidiana.