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La izquierda
La denominación “de izquierda” representó durante el siglo XX la postura de aquellos que demandaban mayor igualdad, fin de privilegios, y una justicia social que alcanzara a los desposeídos y explotados por el capitalismo. La izquierda en el poder definía la dictadura del proletariado como el gobierno de los obreros, creando monstruos como Stalin, y un sistema de opresión que se derrumbó al finalizar el siglo.
En Occidente, con un capitalismo avanzado y beneficios cada vez mayores para la población, la fórmula de hacer compatible la justicia social con la economía de mercado alejó la utópica ilusión de un modelo socialista construido sobre las ruinas del capitalismo y las instituciones de la democracia burguesa.
Pero en una Latinoamérica atrasada y sin la cultura de la democracia europea, la utopía socialista cobró fuerza y se volvió una realidad a partir del triunfo de la Revolución Cubana y la proliferación de guerrillas impulsadas desde la isla. Durante todo este periodo el concepto de libertad y Estado de Derecho fueron considerados por la izquierda como valores burgueses innecesarios para un mundo mejor.
Con la desaparición del bloque soviético la izquierda comenzó a girar en torno a objetivos como la propia libertad y los derechos no únicamente de los obreros, sino también de las nuevas minorías surgidas de la legitimación de la diversidad sexual y otras modalidades.
Pero en México el camino de la izquierda pasó de la utopía comunista a la lucha por la democracia y el fin del partido hegemónico, compartiendo el camino con los priistas del nacionalismo revolucionario expulsados de su propia casa. El PRD fue ese espacio que suponía la posibilidad de esa coexistencia basada en una comunidad de intereses.
Y en ese andar, la cultura priista de Cárdenas, Muñoz Ledo, y finalmente López Obrador, terminó por apoderarse del bastión de la izquierda para darle un giro radical al proyecto progresista, y bajo la guía del caudillo reconstruir un régimen similar al del Partido Nacional Revolucionario, con una sola visión y un modelo autoritario más parecido al de las dictaduras del proletariado, y notoriamente alejado de la democracia liberal, plural y tolerante.
Las dádivas entregadas a los desposeídos como apoyo económico no los sacan de su condición de pobreza y sólo retroalimentan su dependencia del gobierno central. En este sentido la izquierda mexicana que creyó llegar a la cima del poder en el 2018, en realidad ha desaparecido. Se la tragó el neopriismo del caudillo y un nacionalismo revolucionario trasnochado e inviable como proyecto de nación.
Es cierto transformaron al país, pero no por el camino de la izquierda. Ésta dejó de pensar y de actuar sin siquiera darse cuenta de ello.