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¿Qué tan mal le irá a México con los últimos aranceles de Trump?
El pasado 2 de abril, en lo que denominó el “Día de la Liberación”, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la imposición de un arancel base de 10% a todas las importaciones de ese país, con aranceles mayores de acuerdo con el déficit comercial (la diferencia entre exportaciones e importaciones) que tiene con sus socios.
Estas medidas, que entraron en vigor esta semana, han generado una reacción fuerte en los mercados financieros globales, reflejando la preocupación por una posible escalada en las tensiones comerciales internacionales.
Las bolsas mundiales han registrado pérdidas significativas, con caídas que no se veían desde la antesala de recesiones pasadas. Por la tarde del domingo 6 de abril, los futuros del Dow Jones bajaban 3.7%, mientras que los del S&P 500 y el Nasdaq-100 caían 4.3% y un 5.4% respectivamente. Estas cifras –y muchas otras– reflejan el nerviosismo de los inversionistas ante el temor de una recesión global impulsada por políticas proteccionistas.
En este contexto, se dice que, aunque la mayoría de las economías se verán afectadas negativamente, México y Canadá podrían enfrentar un impacto menos severo. Esto se debe a que las importaciones procedentes de estos países estarían exentas de los nuevos aranceles si se realizan bajo el amparo del T-MEC.
Esta ventaja comparativa podría hacer a México más atractivo para la inversión extranjera y en general para los productos mexicanos en Estados Unidos, especialmente frente a países asiáticos como Vietnam, Tailandia y Taiwán, que enfrentarán aranceles más elevados (46%, 36% y 32%).
Dicho análisis es correcto: en un escenario en el que todos están peor que antes, México es de los que menos empeoró, porque en la recta numérica de los aranceles nuestro país se mantuvo más cerca del cero. Sin embargo, esa recta numérica no es la única relevante.
Esta potencial ventaja está sujeta a la volatilidad de las decisiones políticas de Trump y a la incertidumbre que generan. El presidente ha mostrado una postura firme en limitar la apertura de la economía estadounidense y también en ampliar la influencia que tiene sobre México, principalmente frente a China. Además, las agendas bilaterales, como la seguridad, podrían influir en la excepcionalidad comercial otorgada a México y Canadá.
Más aún, a pesar de una postura que de momento es más favorable hacia México, las consecuencias de una desaceleración o una recesión económica en Estados Unidos podrían ser más perjudiciales para la economía mexicana que para otros socios comerciales, puesto que, en la recta numérica que refleja la dependencia del ciclo estadounidense, México está más lejos del cero.
Si el empleo disminuye y la inflación aumenta en el país vecino, Los Cabos y Cancún podrían ver una reducción en el número de visitantes que lleguen en los próximos meses y años. Asimismo, México podría enfrentar una disminución más prolongada en la demanda por sus manufacturas, como la producción de pantallas en Mexicali.
Como se suele decir: “cuando Estados Unidos estornuda, México se resfría”. Así, mientras que un incremento relativamente menor de aranceles podría abrir oportunidades para México y revitalizar las posibilidades para atraer e integrar cadenas de valor en la región, la sincronización de su ciclo económico con el de Estados Unidos también implica su alta vulnerabilidad relativa ante posibles recesiones en el país vecino.
Ante este panorama, es esencial que México invierta en talento, infraestructura (energética, logística, urbana, de telecomunicaciones) e innovación. Crear condiciones favorables para la inversión y aumentar la productividad de los trabajadores son pasos clave para que México se vuelva más competitivo en un entorno global donde los márgenes para hacer negocios parecen reducirse como no sucedía desde hace al menos ocho décadas.
Estados Unidos está abandonando el sistema que creó y con el que muchos países, empezando por él mismo, se beneficiaron. Las probabilidades de una verdadera guerra comercial se incrementaron con la decisión que avanza en estos días y la respuesta de China, que muy pronto introdujo sus propios aranceles y luego medidas de restricción a la exportación de algunos metales llamados tierras raras, usuales en industrias de alta tecnología, energía y militar.
El primer ministro de Singapur, Lawrence Wong, lo dijo con bastante elocuencia y claridad: “Debemos mirar con lucidez los peligros que se ciernen sobre el mundo; las instituciones globales se debilitan, las normas internacionales se erosionan. Más y más países actuarán basados en un interés propio muy estrecho y usarán fuerza y presión para salirse con la suya. Esa es la dura realidad de nuestro mundo al día de hoy.”