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Márgenes de maniobra para CSP
Es bien sabido que los márgenes de maniobra de la Doctora Sheinbaum son muy estrechos. Por lo menos tiene 4 fronteras de acotamiento. La primera consiste en su propio antecesor o cómplice o compañero de lucha como ella lo llama. No sólo le dejó un gabinete que por lo menos tiene más de una lealtad. Le dejó a los lideres de las bancadas en el congreso, al punto de que no es posible saber quién manda en ellas ¿AMLO o CSP?
Su segunda frontera es su propio movimiento. Mientras la doctora, por momentos, da señales de mayor racionalidad y capacidad de gobierno que su antecesor, está atrapada en el discurso y el desenfreno de sus compañeros de Morena en las cámaras y en el PT. Cualquier desliz que parezca que se aleja del credo y las sagradas escrituras de Morena le costara rebeldías y rompimiento dentro de su movimiento político y el problema no es sólo el de las cámaras, se traslada a los gobiernos estatales y sus huestes, en tierra, en dichos estados.
La tercera frontera se la ha puesto el presidente Trump.
La cuarta frontera es su relación con la IP y con la inversión en México. Una reforma como la del poder judicial, lo único que agrava es la incertidumbre y la renuencia del sector privado a la inversión. Las consecuencias las veremos en el corto y mediano plazo. Al tiempo.
Por todo ello, me resulta explicable aunque poco afortunado los ires y venires de la presidenta respecto del rancho localizado en Teuchitlán, jalisco. Comenzó con la flagrante negación de que ese era un campo de exterminio, que había que esperar a que la fiscalía investigara, que todos estábamos exagerando. Luego aceptó que era posible que las madres buscadoras tuvieran razón y organizó que la fiscalía general de la república tomara fotos de cada bien encontrado en el racho para que los parientes que no supieran nada de algún ser querido trataran de encontrar algo que les diera noticia del paradero de los suyos. Luego mandó a la FGR a ocupar el rancho y empezar las investigaciones. Lo cierran, no dejan pasar a nadie y cuando por fin las madres buscadoras pueden entrar de nuevo, todo ha sido limpiado y los supuestos crematorios desaparecidos. La indignación de las madres, de la prensa y de una buena parte de la población se deja sentir así que la presidenta hace un llamado para que el fiscal general ofrezca una conferencia de prensa que resulta breve, errática, desinformada, de negación sobre el exterminio y la posibilidad de que aquello fuera algo más que un campo de entrenamiento hasta que concluyan las investigaciones. Además, se deslinda de la responsabilidad federal y se la endilga a la fiscalía del estado de Jalisco. Seguidamente, el fiscal, ofrece hacer un paseo con los medios en el rancho y sencillamente no se presenta, los deja plantados. Finalmente, durante el fin de semana la presidenta le vuelve a pedir al fiscal que atraiga la investigación y se haga cargo del asunto.
El fiscal es un marrullero, ya lo sabemos, pero sería extraño que habiéndose entregado en los brazos de AMLO, ahora le jugara a desconocer al delfín que AMLO dejó en su puesto. La actitud de la fiscalía sin embargo, prefigura otra frontera de enfrentamiento la que está sometida la presidenta y que va siendo hora de dar un manotazo. Si espera que las cosas se arreglen solas, a lo mejor es buena estrategia, pero de que es indispensable tomar las riendas de manera clara y cierta, para resolver tosas sus fronteras, es urgente. Está en ella, en nadie más. Nada más, pero nada menos, también.