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Opinión

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Del mercado de valores al campo; bursatilización que transforma el crédito al agro

El sector agropecuario de México no solo alimenta, también sustenta gran parte de nuestra economía.  

Con una contribución de aproximadamente el 3% al PIB y una ocupación del 21% de la población mexicana (alrededor de 27 millones de personas) es un pilar de la estabilidad nacional.

Más allá de las cifras, su impacto se extiende a la lucha contra la pobreza, el crecimiento económico y la seguridad alimentaria del país.

A pesar de su relevancia, el sector enfrenta desafíos que limitan su desarrollo. Por un lado, riesgos climáticos (eventos con mayor severidad y frecuencia), territoriales (frontera agrícola limitada) y demográficos (productores de avanzada edad); y, por el otro, la falta de infraestructura, deficiencias en la comercialización y bajo acceso al financiamiento.

Dejando a un lado los factores climáticos, territoriales y demográficos, ¿qué pasaría si el campo mexicano tuviera acceso pleno a servicios financieros? Claramente se podría hacer frente a los factores endógenos que afectan al productor.

No obstante, de acuerdo con el Censo Agropecuario, en 2022, excluyendo a las unidades de producción familiares de autoconsumo, únicamente el 9.6% del total productores recibieron algún tipo de financiamiento.

El primer reto para promover un acceso pleno al crédito es la falta de oferta de recursos. Con la exposición limitada del sistema bancario tradicional en el sector agroindustrial, las Instituciones Financieras No Bancarias (IFNB), como las SOFOMs, cooperativas y uniones de crédito, cobran relevancia en la oferta de préstamos a productores y empresas pequeñas.

Muchas de estas IFNB no cuentan con el capital suficiente para atender las demandas de los productores debido también a restricciones en el financiamiento.

Además, la percepción de riesgo que pesa sobre estas reduce la confianza de inversionistas y eleva el costo del crédito. Ello dificulta la llegada de crédito a campos agrícolas de naranja en el norte del país y a productores porcícolas de municipios con alta marginación en Yucatán.

Incrementar las capacidades para acceder a recursos por parte de las IFNB se convierte en un reto. Como ejemplo, ingresar a los mercados financieros, la principal vía para obtener recursos institucionales, implica para las IFNB elevados costos de transacción y mantenimiento, así como procesos operativos demandantes.

Para superar estas barreras, FIRA desarrolló un esquema de bursatilización de cartera que promueve el financiamiento al sector agropecuario. Desde su implementación en 2016, se han ejecutado cinco bursatilizaciones, la más reciente, realizada en octubre de 2024, marcó un hito al contar por primera vez con la participación conjunta de cuatro IFNB.

Esta emisión conjunta, única en su clase, representó un esfuerzo colaborativo entre el sector financiero y agropecuario. En ella participaron cuatro IFNB especializas en el agro (Soluciones Financieras Internacionales, Servicios y Financiamiento Agrícola, Proaktiva y Crédito Especializado al Campo) junto con inversionistas institucionales como BID Invest y Nadbank, y la banca de desarrollo representada por FIRA, además de especialistas financieros en estructuración (Inteligencia Capital).

El resultado: una emisión pública multi-fideicomitente basada en diversos niveles de protección con un valor de 339 millones de pesos.

Entre sus características, se encuentran:

La operación a través de un sistema de fideicomisos de dos niveles que permite la homologación y mutualización de riesgos y ii) una capa de protección proporcionada por FIRA, en forma de garantía del 20% del monto emitido. Gracias a este diseño, la emisión alcanzó la calificación crediticia local más alta, AAA (mex).

Adicionalmente, la emisión fue catalogada como sustentable, lo que asegura que los recursos se destinen a proyectos de desarrollo sostenible. Con este enfoque, se impulsan iniciativas como energías renovables, eficiencia energética, gestión responsable del agua, entre otras.

Así, la bursatilización conjunta genera beneficios económicos, al mismo tiempo que fomenta un compromiso más responsable dentro del sector financiero.

De esta forma, las bursatilizaciones no solo permiten escalar soluciones, sino que también mejoran vidas. Con la implementación de estos esquemas financieros, los productores y empresas, especialmente los más pequeños, pueden acceder a mayores y mejores servicios financieros para cubrir sus necesidades de capital, incrementar su producción e invertir en tecnologías que aumentan su productividad, eficiencia y sostenibilidad.

Bajo este contexto, ¿puede el sector financiero ser el catalizador que el agro necesita para enfrentar los retos que lo frenan? La práctica indica que sí; desde productores de calabaza y chiltepín en Escarcega hasta granjas avícolas en Tlahualilo (ambos beneficiados por la bursatilización conjunta) están demostrando que estas soluciones financieras no solo proveen fondeo, sino que impulsan el desarrollo y la sostenibilidad del sector.

*José Antonio Cortés Barrientos es director general adjunto de Promoción de Negocios y Fernanda Tejeda Cárdenas es especialista de Atención Corporativa a Intermediarios Financieros Bancarios. La opinión es de los autores y no coincide necesariamente con el punto de vista oficial de FIRA.

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