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México está por pagar el sueño guajiro de la re-industrialización de Trump
Donald Trump quiere industrializar de nuevo Estados Unidos. Pero, oh sorpresa, los comentaristas económicos estadounidenses están respondiendo que es una idea terrible. El consenso es que esa industrialización de la que Trump pone tanta fe es una idea que no mira hacia el futuro, sino al pasado.
El presidente Trump intenta transformar a Estados Unidos—económica, social y políticamente— y para eso está convencido de que hay que revitalizar las fábricas y restablecer las fundiciones que hicieron grande a Estados Unidos en los años siguientes a la segunda guerra.
Hoy es pertinente recordar que la industria estadounidense se fue en los años 60 's a otros países para buscar costos más bajos. Eso creó la fuerza industrial en Asia, y después la globalización del final de los 80’s, le abrió la puerta a México para hacerse un socio cercano y confiable. Hoy esa sociedad industrial y comercial, está puesta en duda. El gran problema es que a Trump no le tiembla la mano inmolarla, aunque eso signifique la ruina económica de sus dos vecinos, que son además sus socios comerciales más cercanos.
Los analistas económicos seguidos de muchos académicos están sonando las alarmas advirtiendo que hoy, en el 2025, Estados Unidos necesita ajustarse a desarrollar un futuro distinto en el que las áreas de servicios, de altas finanzas y de desarrollo de alta tecnología.
Las fábricas y la manufactura quedaron en el pasado. Para la economía más dinámica en desarrollo tecnológico y en nuevas invenciones de la era digital, las fábricas tradicionales dejaron ya de tener sentido.
Si usted recuerda, en su discurso inaugural, Trump dijo:
“La era dorada de Estados Unidos comienza ahora mismo”. Es difícil tomar esta frase en serio, alguien tiene que contarle al presidente que los tiempos cambian y que la era dorada que él imagina, ya no tiene base para regresar.
El pensamiento convencional coincide en que la antigua era industrial creó una contaminación desenfrenada del aire y el agua debido a las emisiones descontroladas de las fábricas y la eliminación de residuos.
La preocupación por el cambio climático es muy frecuente hoy en día, y la revolución industrial contribuye en gran medida al estado actual del cambio climático.
Desigualdad social
La revolución industrial exacerbó las desigualdades sociales, creando una marcada división entre los industriales adinerados y los trabajadores empobrecidos.
El hacinamiento urbano provocó malas condiciones de vida en barrios marginales, con faltas graves de saneamiento y atención médica inadecuadas.
El sueño guajiro de Donald Trump es solo eso… un sueño guajiro
El problema es que, debido a ello, está a punto de destruir la economía mexicana y su única oportunidad de sobrevivir a las numerosas calamidades que han impedido que México se convierta en un país avanzado.
Déjeme explicar porque lo digo:
La industrialización con la que sueña Donald Trump no solo es muy improbable que suceda, sino que los esfuerzos para avanzar en esta dirección serán costosos y perjudiciales para todos.
Aunque el mismo vicepresidente J.D. Vance, no parece entenderlo. En un discurso pronunciado la semana pasada, Vance insistió en reorganizar lo que él llama el “gran regreso de la manufactura estadounidense”.
Trump y su vicepresidente parecen no entender que los países más ricos del mundo con las economías más avanzadas están hoy dominados por los servicios. En la gran mayoría de esos países los empleos ya no están en la agricultura, ni en los telares de los textiles, están en los servicios. Esos servicios emplean a más del 80% de su gente.
Hoy, Estados Unidos exporta software y servicios de software, entretenimiento, servicios financieros y otros bienes intangibles similares. Trump se queja de que Estados Unidos tiene déficit comerciales, pero no se da cuenta que en el área de servicios e innovación tecnológica no hay nadie más avanzando en todo el planeta que Estados Unidos.
Hoy los empleos manufactureros en Estados Unidos representan menos del 8%, en 1973 representaban alrededor del 25%.
Gran Bretaña, Canadá, e incluso lugares que tradicionalmente eran bastiones manufactureros, como Alemania, Francia y Japón ya cambiaron también la orientación de sus economías. Hoy es el diseño digital, y los servicios. Los europeos van detrás de Estados Unidos en ese desarrollo tecnológico pero la tendencia sigue siendo crear diseños, e inventar nuevas formas de fabricar los bienes. Lo crucial es recordar que esos bienes se fabrican en economías que permiten un mayor rendimiento de la ecuación costo-beneficio.
Japón aprendió la lección. Desde los años 70 protegió su mercado interno de los productos extranjeros imponiendo aranceles elevados y otras barreras. Los japoneses creían que la respuesta a mantener su economía como la número uno del planeta estaba en una política industrial agresiva.
De repente, todo se les cayó. Japón no se dio cuenta que los avances tecnológicos dejarían atrás los inventos que mantenían a la economía japonesa como única en el planeta, Los cambios tecnológicos volvieron muchas de sus creaciones obsoletas.
En Europa ocurrió algo similar. Alemania, que impulsó sus sectores manufactureros, y Francia e Italia, que protegieron a sus trabajadores mediante estrictas leyes laborales, vieron decaer su industria manufacturera. Los tres países por estar ocupados tratando de revivir a su sector manufacturero, se perdieron del creciente sector servicios que ahora domina la economía mundial.
Los factores que contribuyen al auge del sector servicios
En primerísimo lugar está el aumento de la demanda del consumidor. A medida que las economías se desarrollan, el gasto del consumidor se desplaza de bienes básicos a servicios como la salud, la educación, el entretenimiento y los servicios financieros.
El aumento de los ingresos y los cambios en los estilos de vida impulsan esta demanda.
Después están como consecuencia lógica en esa secuencia los avances tecnológicos
La revolución de las tecnologías de la información creó industrias de servicios completamente nuevas, como el desarrollo de software, las plataformas en línea y el marketing digital.
La tecnología también transformó los sectores de servicios tradicionales, haciéndolos mucho más eficientes y accesibles, eso es lo que le da a Estados Unidos la ventaja que tiene actualmente. Todo esto que le digo, Trump no lo ve, y parece aún estacionado en los años 70.
Las intenciones de Trump quizás son buenas, pero son contraproducentes
Porque los dos elementos principales que están hoy en juego son la globalización y externalización.
Si bien los empleos en la industria manufacturera se han trasladado al extranjero, muchos empleos de servicios de alto valor, como las consultorías de alta tecnología, los servicios financieros y los servicios adecuados a los clientes permanecen como las áreas más fuertes en las economías desarrolladas.
Lo anterior, llevó a un enfoque en los servicios basados en el conocimiento. Y eso a su vez aumenta la productividad en la manufactura, que se lleva a otros países que se ven beneficiados como socios, como es el caso de México.
La automatización y los avances tecnológicos creados en las economías más avanzadas han incrementado la productividad del sector manufacturero. Esto resulta en que este sector necesite menos mano de obra humana que antes, lo que significa que hay menos empleos disponibles en la industria tradicional, incluidos la mecanización y los robots.
Los seguidores de Trump no saben eso, y él a propósito se los oculta. Esa base fiel espera ver a las fábricas de todo tipo regresar a Estados Unidos. Recuerde usted que la mayoría de MAGA, el partido informal de Trump está formado por gente con poca educación formal que vivió de sus trabajos en las fábricas. Es esta gente la que vio en el presidente estadounidense al redentor que traería de vuelta esa economía en la que ellos sí participaron.
Las cosas ya cambiaron solo considere usted la demografía actual
El envejecimiento de la población en Estados Unidos y en algunos de los países europeos y en Japón plantea desafíos económicos y puede afectar la capacidad de todos estos países para adaptarse a nuevos modelos económicos.
¿Por qué a EU le fue mejor?
Por su flexibilidad y sus innovaciones. Históricamente, la economía estadounidense ha sido más flexible y adaptable al cambio.
Pero Trump ahora con su sueño industrializador está por voltear el modelo. Las consecuencias no serían de avance sino de retroceso Lo que ha sido una sólida cultura de emprendimiento e innovación ha impulsado el crecimiento de nuevas industrias de servicios.
En conclusión, la transición a una economía basada en servicios es un proceso complejo influenciado por diversos factores económicos, culturales y tecnológicos.
Si bien Estados Unidos logró esa transición con relativo éxito, otras regiones enfrentan desafíos únicos. Ciertamente para México hay un siguiente paso también hacia la innovación tecnológica y los servicios, pero antes, necesitamos resolver el conflicto que Trump nos está creando. Si él se lleva la base industrial que el Tratado Comercial de Norteamérica nos dejó, nos dejará sumidos en un hoyo del que sería imposible salir pronto.
Por eso digo, que nosotros en México, pagaríamos los platos rotos del “sueño guajiro” de Trump de reindustrializar a su país.